Capitulo 8. Un rescate en escoba.

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Le abre echado un susto de muerte a Mundungus, porque no se paseaba como antes en la casa, a lo cual me hacia reír.

Cada vez que iba a pasar por donde el caminaba, me abría espacio, o me ofrecía cigarrillos, cuando no tenia ningún interés en fumar, era lo único que tenia humor en este lugar, pero han pasado tres días desde el ataque de Harry, Hedwig estaba aquí, en Grimmauld Place, estaba haciendo muy agresiva con nosotros cuatro, Hermione, Ron, Sirius y yo.

—Ya te he dicho que es lo único que puede decir —le explique al pájaro, pero este me dio un gran picotazo, le miraba con reproche—. Maldito pajarraco. 

Me llevaba el dedo mientras escribía.

Seguía preocupada por él y no podía ir a verle, Dumbledore me lo había prohibido. Tampoco podía explayarme en una respuesta, porque podría ser detenida. Solté un suspiro dándome cuenta de que era hora de entrenar con Miklaus.

Algo que tampoco disfrutaba tanto como antes. Solo quería poder excabuirme, por unas cuantas horas.

—Wright —me llaman antes de entrar al cuarto donde entrenaba.

Mire por encima de mi hombro, era Ojoloco Moody, el verdadero Ojoloco Moody, con el cabello largo y entrecano y le faltaba un trozo de nariz, me examinaba por cuestión de segundos con sus ojos desiguales. Un ojo era pequeño, oscuro y brillante como un lentejuela; el otro era grande, redondo y de color azul eléctrico: el ojo mágico que podía ver a través de las paredes, de las puertas y lo que hubiera detrás del mismo Moody.

—¿Qué quieres Ojoloco? —este me dio una mala cara.

Pero cabe recalcar que este no se complace mucho porque yo le salve, asi que cuando me topaba de vez en cuando con el en la casa, sus miradas en de cierto recelo. Este refunfuño, mientras esperó por una respuesta o una frase, para detener mi entrenamiento.

—Des —llegó el maestro Lupin con una amigable sonrisa decorando su cansado y muy enfermo rostro; tenía más canas que la última vez que lo había visto, y llevaba la túnica más remendada y raída que nunca—. Vamos a salir a buscar a Harry, creo que le gustaría tener una cara amiga, entre un grupo de adultos. 

—Tengo entrenamiento —dije un poco cansada, porque podría salir con ellos e ir a casa de Harry, solté un suspiro cansado, cuando me golpean con un poco de fuerza, haciéndome salir unos pasos al frente.

—Ve a ver a tu novio —dice este, cuando le fulminaba con la mirada—. Distraída no me sirves.

—¡¿Qué no es mi novio?! —eleve bastante la voz, como para despertar a la madre de Sirius. Escuchaba como la señora Weasley y el mismo Sirius intentaban callarla, por lo que, fulminándolo con la mirada, asentí en dirección de ambos adultos.

—Vamos, Des —me indicó Lupin con una sonrisa, comenzamos a bajar las escaleras, y Lupin me miro de reojo—. No estaría mal que admitieras ya tus sentimientos sobre Harry.

Quería defenderme, pero si lo hacia iba nuevamente a despertar a la madre de Sirius, por lo que me quede callada hasta que salimos de la casa.

—Joder, no me gusta Harry —me quejaba.

—Des —me llaman con sorpresa y alivio, la más joven del grupo, seria yo, pero no participo en las juntas, así que ella es la más joven de la orden; tenía el pálido rostro en forma de corazón, ojos claros y centelleantes, y el cabello algo largo, de punta y de color rubio—. He querido volar contigo desde los mundiales.

—¿Volar? —le cuestione—. ¿Iremos volando?

Me extienden mi escoba.

—¿No sería más fácil apareciendo?

Destiny y La Orden del Fenix (DEH #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora