Capitlo Sesenta y Nueve. La Gran Batalla.

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No soy fan de este capítulo, pero así salió y así se quedo.

Pero entonces, de repente, en la parte más elevada de la sala se abrieron dos puertas y cinco personas entraron corriendo en la sala: Sirius, Lupin, Moody, Tonks y Kingsley.

Malfoy se volvió y levantó la varita, pero Tonks ya le había lanzado un hechizo aturdidor. Harry no esperó a ver si había dado en el blanco, sino que saltó de la tarima y se apartó con rapidez. Los mortífagos estaban completamente distraídos con la aparición de los miembros de la Orden, que los acribillaban a hechizos desde arriba mientras descendían por las gradas hacia el foso. Entre cuerpos que corrían y destellos luminosos, Harry vio que Destiny se arrastraba por el suelo, así que esquivó otro haz de luz roja y se tiró a tierra para llegar hasta donde estaba su amiga.

—¿Estás bien? —le gritó mientras un hechizo pasaba rozándoles la cabeza.

—Sí —contestó, e intentó incorporarse.

—¿Y Ron?

—Creo que está bien. Cuando lo he dejado seguía peleando con el cerebro.

En ese momento, un hechizo dio contra el suelo entre ellos dos, produjo una explosión y dejó un cráter justo donde Destiny tenía la mano hasta unos segundos antes. Ambos se alejaron de allí arrastrándose, Neville se unió en su arrastrada; pero entonces un grueso brazo salió de la nada, agarró a Harry por el cuello y tiró de él hacia arriba. Harry apenas tocaba el suelo con las puntas de los pies.

—¡Dámela! —le gruñó una voz al oído—. ¡Dame la profecía!

El hombre le apretaba el cuello con tanta fuerza que Harry no podía respirar. Destiny agarrando su hombro, no lo pensó mucho, y le metió una patada baja y luego parándose, un puñetazo cargado con el brazo bueno. El hombre soltó a Harry de inmediato y profirió un aullido de dolor. Harry se dio la vuelta, lo miró y dijo, casi sin aliento:

—¡DESMAIUS!

El mortífago se desplomó hacia atrás y la máscara le resbaló por la cara: era Macnair, el que había intentado matar a Buckbeak.

—¡Gracias! —le dijo Harry a Destiny, y enseguida tiró de él hacia sí, pues Sirius y su mortífago pasaban a su lado dando bandazos y peleando  tan encarnizadamente que sus varitas no eran más que una mancha borrosa.

Entonces Harry tocó con el pie algo redondo y duro y resbaló. Al principio creyó que se le había caído la profecía, pero entonces vio que el ojo mágico de Moody rodaba por el suelo.

Su propietario estaba tumbado sobre un costado sangrando por la cabeza, y su agresor arremetía en ese momento contra Harry y Destiny: era Dolohov, a quien el júbilo crispaba el alargado y pálido rostro.

—¡Tarantallegra! —gritó apuntando con la varita a Neville, cuyas piernas empezaron de pronto a bailar una especie de frenético claque que le hizo perder el equilibrio y caer de nuevo al suelo.

Destiny empujaba a Harry, aullando un poco cuando algo como un cuchillo rasgaba su pecho, creando un campo de aire, protegiendo a Neville y a Harry, se acerco al hombre que se sorprendía, al ver que sus hechizos no le afectaban, tomó su varita.

—DESMAIUS.  

Pero logro desviar el hechizo, respirando hondo, porque eso no acabo tan rápido como quería, fue sorprendida por la desaparición del escudo, y recibió de lleno el hechizo, tan solo que esa vez, haciendo la herida una gran equis.

—¡Protego! —se puso Harry en medio, cayendo cerca de Destiny, arrodillada por el dolor que llevaba cargando.

Dolohov volvió a levantar la varita.

Destiny y La Orden del Fenix (DEH #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora