Capitulo Sesenta y Siete. Batalla en el Ministerio.

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Los rodearon unas siluetas negras salidas de la nada, que les cerraron el paso a derecha e izquierda; varios pares de ojos brillaban detrás de las rendijas de unas máscaras, y una docena de varitas encendidas les apuntaban directamente al corazón; Ginny soltó un grito de horror.

—Dame eso, Potter —repitió la voz de Lucius Malfoy, que había estirado un brazo con la palma de la mano hacia arriba. Harry notó un espantoso vacío en el estómago. Estaban atrapados, y los doblaban en número—. Dame eso —dijo Malfoy una vez más.

—¿Dónde está Sirius? —preguntó Harry.

Varios mortífagos rieron; una áspera voz de mujer surgió de entre las oscuras figuras, hacia la izquierda de Harry, y sentenció con tono triunfante:

—¡El Señor Tenebroso nunca se equivoca!

—No, nunca —apostilló Malfoy con voz queda—. Y ahora, entrégame la profecía, Potter.

—¡Quiero saber dónde está Sirius!

—«¡Quiero saber dónde está Sirius!» —se burló la mujer que estaba a su izquierda. Ella y el resto de los mortífagos se habían acercado más a Harry y a sus amigos, de los que ahora sólo los separaban unos palmos, y la luz de sus varitas deslumbraba a Harry.

—Sé que lo han capturado —afirmó él tratando de no hacer caso de la creciente sensación de pánico que notaba en el pecho, el terror que había estado combatiendo desde que habían puesto un pie en el pasillo de la estantería número noventa y siete—. Está aquí. Sé que está aquí.

—El bebé se ha despertado asustado y ha confundido el sueño con la realidad —dijo la voz de su hermana, Mandy imitando la voz de un niño pequeño.

—No hagas nada —murmuró Harry, cuando Destiny alargaba su varita—. Todavía no...

La mujer que lo había imitado soltó una ruidosa carcajada.

—¿Lo habéis oído? ¿Lo habéis oído? ¡Está dando instrucciones a los otros niños, como si pensara atacarnos!

—¡Ah, tú no conoces a Potter tan bien como yo, Bellatrix! —exclamó Malfoy quedamente—. Tiene complejo de héroe; el Señor Tenebroso ya lo sabe.

—Creo que no has conocido muy bien a Destiny, señor Malfoy —esa voz fue tan conocida, que sentía como el alma le abandonaba el cuerpo, cuando lograba ver los ojos dorados de Miklaus entre esa leve oscuridad.

—Miklaus —dice Destiny sorprendida, dejando suelto su brazo.

—Quitale la profecía a Harry, Des —escuchó otra voz inconfundible—, somos tu especie, o dámela a mi Harry, después de todo somos amigos, ¿no es así?

Destiny se había sentido traicionada otras veces, pero en esa ocasión, la traición era diferente; divisando que los ruddians se quitaban un poco sus mascaras, para que viera su cara. Elias, Miklaus, también distinguía el cabello rubio de Isabelline... aunque iba entornándose a purpura, luego se encontraba esa chica Pyper casi con el rostro defigurado.

El pánico estaba superándola, revisando a sus compañeros, sabría que no iba a poder con todos esos Ruddian, aunque para su suerte el manipulador de Auras, no se encontraba ahí, o... puede que si, ya que al final divisó su piel opaca.

—Sé que Sirius está aquí —insistió Harry pese a que el pánico le oprimía el pecho y le costaba respirar—. ¡Sé que lo han cogido!

Unos cuantos mortífagos volvieron a reír, aunque la mujer fue la que rió más fuerte.

—Ya va siendo hora de que aprendas a distinguir la vida de los sueños, Potter —dijo Malfoy—. Dame la profecía inmediatamente, o empezaremos a usar las varitas.

Destiny y La Orden del Fenix (DEH #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora