"Tres años se pasan volando, Lauren" Fueron las últimas palabras de mi padre antes de que se fuera al trabajo, y nos dejará a mí y a Abril en el umbral de nuestra casa, movimiento las manos perpendicularmente para despedirlo.
Nuevamente hablamos de la Universidad, de mi futuro, de lo grandiosa que sería para el mundo. Aunque esta vez, me molesto un poco el tema. Era algo curioso, siempre amaba cuando mi padre escribía mi futuro, como si todo estuviera destinado a ser; ahora me sentía diferente, Aster había dejado algo dentro de mi, tal vez un poco de su amargura, o mejor dicho, vida real.
–Lau –me llamo Abril desde el asiento del conductor. Me subí a la camioneta y pase el corto paseo escuchando como mi Abril hablaba con una de sus amigas desde el altavoz–.
"Tres años se pasan volando" La frase se repetía en mi cabeza mientras recorría los pasillos de Crusenthl, era bastante temprano, y faltaban varios minutos para empezar las clases. "Tres años" "Tres años" "Tres años más" "Tres años menos" Claro, en tres años estaría en la Universidad, pero... ¿Tres años atrás?
Hace años atrás cursaba primero de secundaria, y era nueva en Crusenthl. Los primeros días no los recordaba con añoro; al ser la nueva nadie se acerco a hablarme el primer día, ni el segundo, ni el tercero, ni el cuarto... Pasaron algunos días así, una semana, en la que me dedicaba completamente a los trabajos, y en los recesos me gustaba observar a la gente, fingiendo que nada pasaba; sin embargo, tratas de ser fuerte, hasta donde puedes... Y yo en cierto día no pude más y me eche a llorar a la hora de la salida. Lloré, lloré, lloré, porque había pensado que esta vez sería diferente, que esta vez tendría encajaría, pero no era así...
Y entonces sentí sus ojos sobre mí, y cuando levante la mirada, no eran unos ojos cálidos los que encontré, si no más bien, una mirada juzgadora.
–No se llora en la escuela –me dijo, hablando con una voz firme y áspera–. Límpiate, hazlo rápido antes de que alguien te vea y quedarás como una de las débiles. Nadie quiere eso.
Lo hice, seque mis ojos. Conocía a aquella chica, estaba en mi grupo. Era tan simpática, pero a la vez tan introvertida, nunca la había visto hablando demasiado con alguien, pero cuando lo hacía, te ofrecía una sonrisa, aunque no amigable ni carismática, más bien... elegante. Ella al igual que las demás, jamás me había hablado, y a mi parecer, ni dado cuenta de mi existencia.
Comenzamos a caminar por los jardines, mi madre siempre llegaba tarde, y al parecer, la suya ítem. En realidad no teníamos nada interesante de que hablar, no teníamos gustos en común de qué discutir, no teníamos momentos divertidos que recordar, no teníamos nada. De vez en cuando encontrábamos algo, como que a ambas nos gustaba el cereal, y tratábamos de exprimir el tema al máximo. Hasta que nos quedamos sin ideas, y guardamos silencio; la tristeza volvió a envolverme, era una persona aburrida, siempre lo había sido, y ahora estaba perdiendo mi única oportunidad de hacer una amiga. Me dolió más de lo que esperaba aquella suposición, pues había algo en aquella chica que me tranquilizaba, probablemente sus ojos color miel, parecidos a su cabello castaño, o su expresión calculadora, algo que no quería dejar, por extraño que sonara.
–¿Por qué el cielo es azul? –pregunté–.
Ella se detuvo sin previo aviso y me contemplo perpleja, Sí, la pregunta era totalmente absurda ¿Qué estaba pensando? porque por más "sin sentido" que fuera nuestra conversación, parecía que mi pregunta rebasaba los límites.
–¿Qué? –volví a preguntar, y ella en respuesta abrió mucho los ojos y agito la cabeza–. Ya, no quiero una respuesta científica, mira, da igual eso de los prismas y el sol en realidad. ¿Qué mas de si fuera verde? ¿Alguien lo notaría? ¿Empezaría a ser el color favorito de casi todos? ¿Tendía que cambiar el color del pasto también? ¿Qué pasaría con el mar?
Con cada pregunta, el tono de mi voz subía, por lo cual, cuando termine parecía haber terminado el discurso de algún idealista. Dimos media vuelta para seguir con la caminata.
–Bien, no lo sé –susurró–.
Su respuesta me había decepcionado, esperaba algo mejor de ella, algo que...
–Pero... ¿A quién le importa saberlo? Ni siquiera tú, sólo son preguntas que te haces y no deben de tener respuesta, porque entonces ¿Qué sentido tendría? –siguió ella con el mismo todo patriótico, lleno de energía–. ¿Por qué insisten con llamar a este día "primero"? ¿No pueden llamarlo "día uno"? ¿No pueden llamar al día dos, "segundo"? ¿Al tres "tercero"? Sábado vigésimo cuarto de septiembre.
Me reí porque nunca me había preguntado eso, y juré para mis adentros que no volvería a llamar "primero" al día uno del mes.
–¿Por qué suponemos que los dinosaurios sólo podían hacer pequeños rugidos? ¿Alguien alguna vez los escucho?
Las preguntas siguieron, una más rara que la otra, y aunque probablemente la mayoría tenia una respuesta lógica que nos hubiera hecho callar, no paramos de reprochar. Sin darnos cuenta, ya gritábamos nuestra preguntas hacia la nada, pero a la vez hacia todos, para qué ningún ser humano se quedara sin oír ni una sola de nuestras preguntas.
–Uff –exclame cuando mi garganta ya no podía más–.
Unos segundos después, una señora con cabello rizado apareció a unos metros de nosotras.
–Un gusto gritar contigo Lauren –se coloco la mochila al hombro y me dedico su primera sonrisa–. Lelia.
–Lelia –repetí en un susurro, que claramente no escucho.
Aquel había sido mi primer recuerdo con Lelia, uno de millones...
–LAUREN –la voz española de Nara me saco de mis pensamientos–. Estamos apunto de iniciar clases.
Corrí al salón, me senté y con sorpresa vi la silla a lado de mi vacía, recorrí el salón con la mirada y encontré a Wren sentada junto a Bella. Sentí algo que pronto decidí olvidar, estaba mejor así, no quería mal entendidos con Bella.
Las clases siguieron normal, excepto porque Wren apenas me dirigió la palabra, cosa que ignoré. Y que Aster había vuelto a faltar. En cuanto a lo demás, siguió su ritmo, y cuando menos me lo esperaba, ya estaba en mi cama. Pensando en Aster, en Wren, pero sobre todo, en Lelia.
Mmm... No sé que deciiiiiir, o sí, recordé un punto importante, bueno, Lauren es tan asdasd, no es tan cool como lo cuento aquí, no sé, siento que me hace falta profundizar en ella, hasta ahora esta quedando como la niña linda que no sabe que onda con su vida, pero NO LO ES, agg... así que no se dejen engañar por ella.
Es todo, Bai.
Enna.