P.D.V. Aster
Me encontraba de rodillas frente al maravilloso mural de Azul.
–¿Crees que esto sea suficiente? –pregunto hacia mi dirección–. Tengo las fotos, el Instagram del chico, de su novia, algunas fotos de ellos dos juntos, sus números y la posible manera en la que las fotos pudieron ser modificadas.
Dirigí mi mirada a ella, sentada en su escritorio con un lindo moño en el que todos sus cabellos rebeldes se mantenían unidos.
–Suficiente, si aquella chica no se da cuenta que fue engañada, estará tonta – volví al mural–.
Estaba más que sorprendida por su gran talento, de aquí a allá se divisaban diversos animales, diversas flores, diverso de todo.
–Mo, no quiero dejar ni una pizca de duda –ella se arrodillo frente a mí–. ¿Qué tanto miras?
No sabía que miraba, por un lado, claramente observaba su pared lleno de pintura, pero por otro, trataba de adivinar su significado, la razón de su existencia.
–¿Por qué lo haces? –le respondí con otra pregunta–.
Sus labios se fruncieron arrugaron y sus ojos se posaron en su obra de arte; lo miro por un largo tiempo, como si en ella estuviera la respuesta.
–Porque sé dibujar, supongo.
–Ah, ya veo, y porque tienes una pared –dije sarcásticamente–.
–Y porque tengo pintura –Azul se bufo de mí–. ¿Tú porqué dibujas, eh?
Por supuesto, era una pregunta difícil de responder, contestarle supondría contarle TODO, desde el comienzo, desde mis padres, desde mis sentimientos y hasta lo más hondo.
–Tienes chinitos en el cabello –cambie de tema, señalando su peinado desordenado–.
Azul emitió un ruidito de frustración, para luego volver a su escritorio.
–Lo ves, tú siempre preguntas y preguntas cosas Mo, pero jamás respondes nada; quieres saber todo, pero nadie puede saber nada de ti, es horrible... –nuestros ojos se encontraron, espere a que ella cortara el contacto visual, pero no lo hizo–.
Era cierto, me la pasaba evitando a toda costa resolver sus dudas llenas de curiosidad, porque tenía miedo de que respuesta a respuesta, se encontrara con verdad, con Aster...
Le sonreí y di media vuelta, siguiendo con el mural.
–Mi cabello es así por las mañanas, lo plancho para ir a la escuela –habló–. Y... lo hago para sentirme libre, creo... –se acerco a donde estaba yo, acariciando su trabajo–. Aquí vengo cada que estoy triste, saco las pinturas y comienzo... No sé cuando comencé a hacerlo...
–Azul, eso es hermoso –mi voz sale como un pequeño hilo, apenas audible–.
–No sabes lo que daría por ser cualquiera de estos animales, un delfín, un halcón, UN LOBO –Azul me sonríe–. Mandarlo todo a la mierda...
Nuestros ojos nuevamente se conectan, tengo que morder mis labios para suprimir las ganas de besarla.
–Azul, yo...
–No digas nada, por favor –la chica de ojos azules se levanta de un salto–. Entonces, ¿Son las pruebas suficientes?
Me toma un suspiro recuperarme de ese extraño momento.
–Si quieres podemos ir pos las grabaciones de la casa, con eso no habrá ninguna duda –le sugiero–.
–Mo, eso es genial, soy amiga de la chica de la casa –el semblante de Azul cambia completamente–. ¿Me quieres acompañar?