(tres meses atrás) ~Lauren
El tercer día en la magnifica preparatoria tuve una corazonada. Llegó el día en el que nuestra maestra de Matemáticas se presentara, en realidad no dio clase, sólo nos daba consejos para estudiar y ser mejores estudiantes, el resto antes de salir a comer nos dejo platicar, pero yo como una solitaria que se respeta comencé a realizar mi ritual de observar a mis nuevas compañeras, esta vez mi mirada se impregno en Amalia quien platicaba con Eileen, eran mejores amigas desde que tengo memoria. Sus acciones me llevaban una y otra vez a la que era mi mejor amiga, Lelia y así me resolví en ir a arreglar las cosas en la hora de descanso.
La clase dio su pausa y yo salí corriendo con el corazón latiendo con tanta fuerza que me temí sufrir un ataque cardiaco. Fui a su salón pero ella ya no estaba, así que di vuelta sobre mis talones de camino a la cafetería. Me tope con la mirada de mi tutora Abby la cual me saludo.
Intente devolverle el saludo pero no quería perder ni un milisegundo de mi tiempo. Corrí hasta la cafetería en la cual estaba sentada junto a sus nuevas amigas, las cuales no conocía.
–Lelia –la salude al acercarme a su mesa- ¿podemos hablar?
Lelia me miró con tal fastidio que mi corazón volvió a romperse en mil pedazos y tuve que empezar a tragar saliva de forma manual. Se levanto violentamente y jalándome del brazo nos llevó afuera.
–Lauren, ¡Dios! Déjame en paz, por favor –me gritó mientras enterraba sus uñas en mi piel.
–Pero, Lelia , somos amigas, las mejores ¿Por qué me haces esto? –intenté sonar convincente, pero en ese momento era un cachorrito asustado. Ella y yo habíamos sido casi hermanas y no entendía como todo había cambiado de forma tan radical. Las lagrimas comenzaron a correr por toda mi cara sin molestarme en limpiarlas.
–Porque, Lauren, yo siento –suspiró dejando su frase incompleta, había usado un tono delicado que rápidamente perdió– No me busques más, ¿Esta bien? Nuestra amistad se esfumo.
Dicho esto volvió a la cafetería con un andar relajado como si no estuviera llorando por su culpa. Traté de secarme las lagrimas, pero quería llorar. Entonces corrí al baño, no podía dejar que nadie viera lo débil que era; si ella ya no quería ser mi amiga no debía de dolerme.
El baño más cercano que tenía eran los baños para los padres de familia los cuales casi nadie usaba por lo lejos que estaban de los salones, no habría niñas ahí y podría llorar más libremente. Pero entonces, cuando la puerta crujió al abrirla un llanto sonoro se pauso inmediatamente. Cerré tras de mi sorprendida al encontrar a otra chica que había venido a hacer lo mismo que yo. Las mujeres son malas.
–Oye, no se quien eres, pero puedes confiar en mi –le dije a la chica sin nombre de una manera sincera– ¿Sabes? Yo también venia a desahogarme. Las chicas suelen ser crueles.
–¿La chica perfecta llorando? –apenas lo dijo ya había relacionado la voz. Aster, quede tan impresionada como seguro ella quedo, la escena era cómica pues éramos las chicas nombradas como las más inteligentes y fuerte, mientras que ahora compartimos baño para llorar–. Lamentablemente las chicas no me hicieron esto, es algo más complicado.
–No soy perfecta –argumente fastidiada por ese seudónimo que antes me encantaba, tal vez porque antes si era perfecta pero en estos momentos no –. Y además puedes contar conmigo, somos inteligentes, podemos resolverlo -me paré frente al cubículo en el que se encontraba esperando a que saliera-.
–No lo creo –se lamentó.
Abrí el vestíbulo y pude ver como gotitas de sangre caían de sus brazos, en una mano sostenía la pequeña cuchilla.
Aster, la chica más inteligente que jamás conocí, mis notas tan sólo eran más altas que las de ella por su conducta reprochable que le iba restando puntos a su calificación. Siempre tan seria y silenciosa, pero criticando cuando se tenía que criticar, apenas cruzábamos palabra y ahora salía a confesarme algo tan horrible como que se cortaba. Camino sin inmutarse al lavamanos, limpio sus heridas y se coloco el suéter dejado en cubierto sus actos.
–Vamos, es hora de volver a clases –sin importarle mi cara de perplejidad salió y yo fui tras ella-. Es divertido verte tan confundida señorita perfección, lo lamento, pero fuera de tu mundo de princesas en el que vives hay gente que sufre.
–¿Por eso te has sincerado conmigo? ¿Una demostración para ver que el mundo no es perfecto? Eso ya lo sabia.
–No Lauren, no lo sabias, nunca te has salido de tu circulo entre ser la mejor, tu familia intachable y tu amiga espléndida que como veo, ya no lo es más –me reprochó.
–Perdón –fue lo unico que se me ocurrió decir.
–Lauren, no sé porque presiento que estas cambiando, y no se si es para bien o para mal, y nunca creí que iba a decir esto pero me caes bien.
Le sonreí.
Las siguientes horas se me pasaron volando porque en mi mente trataba de unir los lazos que me llevaran a saber porque una chica tan talentosa podía sentirse tan infeliz al grado de lastimarse.
La hora prometida llego, y termino el tercer día. Panet me dio un beso en la mejilla para despedirme, Aster movió su mano de un lado al otro diciendo adiós.
Hola gente que me lea <3 Espero que les este gustando todo esto y... si tienen preguntas las pueden hacer, (no tengo ningún comentario así que contestare todo por el momento) Les mando besos :3