P.D.V. Lauren
Sus labios chocaban contra los míos de una forma suave y tranquila, disfrutando cada segundo, seguras de que no habría ni un solo lugar en el mundo mejor que este, donde ella estuviese, donde yo estuviese, lo suficientemente cerca.
–Te extrañe –murmuro sobre mis labios, dejando que su cálido aliento sonrojara mis mejillas–.
–Nunca me fui –choque nuestras frentes para poder contemplar sus ojos resplandecientes–.
-No vuelvas a hacerlo, por favor –su mirada fue cubierta por un manto invisible de preocupación y tristeza–.
El silencio se situó en el lugar, no encontraba las palabras para prometerle que jamás me volvería a alejar de su lado, porque la amaba, porque era feliz con ella, porque deseaba crear una vida a su lado.
–Catherine, yo...
Sus ojos avellana tan sólo me observaron, pero de mi boca no escapo ni una palabra más.
–Entiendo –una de sus manos acaricio mi mejilla derecha–. Siempre te querré.
Con una ligereza imposible, Catherine se levanto frente a mí, después dio media vuelta, y se alejo paulatinamente.
Quise levantarme, quise ir tras ella...
–¡¡CATHERINE!! ¡¡CATHERINE!! –grite con todas mis fuerzas–.
No podía moverme, no podía dejar este espacio en el que estaba sentada, sobre la hierba mojada.
¿Por qué la hierba esta mojada? ¿Cómo llegamos aquí?
Miré a todos lados con frustración, estaba bajo nuestro árbol, el árbol del pequeño parque.
¿Cómo llegamos aquí?
–¡¡CATHERINE!! ¡¡CATHERINE!! REGRESA –mis pulmones se desgarraban en cada grito–.
A pesar de todos mis esfuerzos, ella seguía alejándose. Jamás la volvería a ver, a acariciar, a besar...
–CATHERINEEEE
Desperte gritando y con la cara llena de sudor.
"A sido un sueño" me dije, tratando de tranquilizarme "Todo fue un sueño"
Busque mi teléfono con el deseo de saber la hora; sin embargo, no hizo falta que encendiera alguna luz, el teléfono comenzó a vibrar bajo una de mis almohadas.
Cruce los dedos para encontrarme con su nombre en la pantalla "Wren" ya habían pasado 3 semanas desde nuestro "problema" y yo no perdía la esperanza y recibir su disculpa.
La decepción dio paso inmediato a la inquietud.
No era Catherine la que me estaba llamando, pero tampoco una persona casual como mi madre o alguna amiga.
En la oscuridad de la noche resplandecía su nombre con letras blancas, sublevando su silencio, el ruidoso tono de llamada.
Conteste con un hilo de voz.
–¿Bueno?
–¿Lauren?
–¿Señora Malie?
El tono que había utilizado la mamá de Lelia que dejo petrificada, eran visibles sus intentos por no soltarse a llorar.
–Lauren, Lelia esta en el hospital.
Aleje el teléfono de mi cuerpo; hice un gran esfuerzo para no perder el equilibro, pues de un momento a otro, parecía que el piso había desaparecido.