42ª Aferrada

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P.D.V. Catherine 

Aquella noche, después de escuchar con atención las palabras de Azul, algo dentro de mí volvió a nacer, una esperanza, con tanta fuerza que inmediatamente pensé en ir en busca de mi amada. 

–Tengo que hablar con Lauren –dije, mientras Azul guardaba como toda una detective, sus pruebas–. 

–Obviamente, Idiota.

–Vamos, de camino te llevo a tu casa –tome una chamarra de mi abrigo, parecía una noche fría–.

–¿Ahora? Catherine, ni loca vas a ir ahora –exclamo con una mirada severa–. 

–Estoy segura de que mañana se ira con sus abuelos, tengo que ir ahora. 

Ya estaba saliendo de mi habitación sin esperar su respuesta, cuando mi amiga me tomo del brazo.

–Lauren ya no esta en la ciudad –hablo con rapidez–. Hace una semana fui a su casa para hablar de todo esto, y me dijo que se iría antes. 

No podía esperar dos semanas más...

–Pues iré a buscarla con sus abuelos, no importa –le grite, como si ella tuviera la culpa de todo–. 

–No me lo creo –susurro Azul más para sí misma que para mí–.  

–Tú no lo entiendes –la señale con rabia–. No sabes cuantas noches he llorado por ella, cuanto me ha carcomido la idea de su engaño, de sus mentiras, no sabes cuánto me ha dolido tener que soportar un futuro sin ella, y no pienso seguir sufriendo. 

–Ajá –me interrumpió– ¿Y no piensas en Lauren? Ahora mismo debe estar disfrutando con su familia, tratando de distraerse porque su novia que le prometio que la quería, se dejo engañar con unas simples fotos. ¿No crees que ella a lo mejor esta mejor sin ti?

Eso me convenció para esperar nuestro regreso a clases.

Estaba decidida a hablar con ella apenas la viera ese lunes por la mañana; sin embargo...


P.D.V. Lauren 

No solté su mano por los siguientes 6 días...


...

Mis padres no habían puesto ninguna objeción ante mi decisión de dormir apenas 4 horas y tirarme las 20 restantes en el hospital, pero claramente eso cambio cuando las vacaciones terminaron. 

Después de una pelea magistral, llegamos a un acuerdo en donde yo podría ir al hospital apenas terminaran mis clases. 

El primer día fue horrible, me había desvelado una noche anterior y un agudo dolor de cabeza no me dejaba pensar con claridad. Me senté en mi ya olvidado escritorio, y comencé a sacar mis libretas y todo lo que necesitaba para mi primera hora.

El tiempo paso demasiado lento, no entendía ni una palabra de lo que decían mis profesoras, ni de lo que decían mis compañeras, lo único que pasaba por mi cabeza era Lelia. 

–¿Lauren? –me saco de mi nebulosa, Aster–. ¿Estás bien? 

–Sí –le respondí roboticamente–.

–No nos saludaste –siguió hablando Aster–. 

–Ah, hola.

Sentí que ya no podría hablar más con ella, afortunadamente no me contesto.

Pasaron otro par de clases antes de poder salir al receso, en el cuál Aster tomo fuerte mi mano, y me llevo a una de las numerosas mesas en la cafetería, junto a nuestras demás amigas. 

Bah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora