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Narra Alex
Llego a mi casa después que Josephine, y eso que he salido antes de clase.
Tengo mucha hambre y no sé que hay para comer.
Entro en casa y huelo un olor muy casero, buena señal.
-Josephine.-grito desde la entrada.
-Dime.-dice acercándose a la puerta.
-¿Qué hay para comer?-
Recoge mi mochila del suelo y la pone encima de una silla.
-Sopa.-responde.
Me froto las manos y me relamo los labios deseando saborear el caldo en mi boca.
Me siento en la mesa y mi plato ya está servido.
-Esta tarde tienes que venir conmigo a la feria.-dice Josephine dulcemente.
-¿Por qué? ¿Te has dado cuenta de que tus amigas son estúpidas y ya no quieres verlas?
Rueda los ojos y intenta aguantar una sonrisa. No sé porque sigue negándolo, ambas sabemos que son idiotas.
-No, lista. Es porque quiero pasar tiempo contigo, será divertido.-dice dándome un codazo flojo en el brazo.
-Sí, suena a planazo tía.-digo imitando a su "mejor amiga".
Esta vez no puede contenerse y suelta una pequeña carcajada.
-¿Entonces vienes o no?-pregunta.
-Sí, así me da el aire un poco. Pero van a haber normas eh.
-¿Qué normas?
Trago una cucharada de sopa.
-Nada de ir con tus amigos, nada de hacerse fotos feas y nada de ir a los autos de choque.-digo.
Asiente un poco frustrada.
-Pero tienes que dejar que elija tu ropa. No puedes ir normal, o como vas siempre.-dice mirándome la camiseta.
-No voy a llevar vestidos ni tacones ni mierdas de esas que llevan las mega-petardas.-digo avisandola.
Asiente.
Acabamos de comer y ambas nos duchamos, lo bueno de esta casa es que cada uno tiene su baño y ducha personal.
Josephine deja encima de mi cama la ropa que debo de llevar.
Nos vestimos y ella como siempre parece una modelo de Calvin Klein

-¿Por qué vamos vestidas casi iguales, Jospephine?-pregunto curiosa

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-¿Por qué vamos vestidas casi iguales, Jospephine?-pregunto curiosa.
-No lo he hecho a propósito, ha sido casualidad.
Asiento y cedo a vestirme como ella, bueno más o menos.
-Alex, baja ya!-grita desde el piso de abajo.
-Ya voy, estoy cogiendo los cascos.
Escucho sus suaves pasos impactar contra el parqué.
Está en el umbral de mi puerta.
-No vamos a ir en moto.-dice muy convencida.
-¿Por? Es más divertido.
-No, es más peligroso.-dice corrigiéndome.
Cojo el casco que tengo para invitados y se lo planto en la mano.
-Yo he accedido a ir a la feria y a ir vestida como un payaso. Ahora te toca a ti.-
-Vale, pero no vayas muy rápido.-me pide preocupada.
-Tranquila, solo haré unos cuantos caballitos y algún que otro derrape.- bromeo.
Parece creérselo y le digo que estaba bromeando.

Llegamos en 15 minutos y aparco mi moto en un lugar donde las chicas no puedan subirse para hacerse fotos y los chicos no babeen con ella.
La música está a todo volumen, y por desgracia es reguetón o trap.
Josephine tararea algunas canciones y me río mentalmente de la mierda que le han metido sus "amigas" en la cabeza. Ojalá se de cuenta de lo tontas que son, está perdiendo el tiempo con esas.
-Bueno ¿ a donde te gustaría ir?-pregunta sonriendo.
-Un sitio donde no haya música, o más bien quejidos de monos pariendo.
Se ríe y rueda los ojos.
-El bingo te gustará.-dice.
Asiento y la sigo, realmente es la mejor opción.
Nos sentamos en unas sillas rojas plegables. No hay mucha gente, solo están los típicos abuelos que recogen a sus nietos del colegio y señoras mayores. Se podría decir que somos las jugadoras más jovenes, sin contar al niño rubio mellado de mi izquierda.
Josephine se empeña en comprar tres cartones para cada una, cosa que veo una tontería porque es difícil que le  toque el premio a alguien y menos a nosotras.
Mi hermanastra finalmente ignora mis consejos sobre la improbabilidad de que cantemos bingo y derrocha siete dólares en seis cartones.
Se sienta a mi lado y al agacharse para colocar la silla un dulce olor a vainilla invade mis fosas nasales.
Josephine huele realmente bien.
Jugamos el primer bingo y gana un abuelo, el cuál escoge como premio una batidora. Mientras se lo dan el señor explica que es para su mujer.
Estamos sentadas cuando veo de reojo a tras chicos. Un olor a perfume masculino invade mi nariz de una forma similar que el perfume de Josephine.
Son Erick, Elijah y Shane. Debí imaginar que ellos vendrían aquí, encajan a la perfección con el perfil de  persona que viene a la feria.
Cuando veo que van a pasar por delante nuestro me escurro un poco de mi silla para poder pasar desapercibida, hasta me cubro la cara con la mano.
-Hey, Jo'-grita Erick.
La atención de Elijah se desvía a Josephine y poco más tarde me ve a mí, escondiéndome de ellos.
Sonríe y se acerca a nosotras junto a Shane y Erick. Josephine se queda hablando con Erick y Shane y parecen olvidar que estoy ahí, excepto Elijah. Él siempre está pendiente de tocarme las narices.
-¿Te escondías  de alguien?-pregunta sonriente.
-No, solo de unos chicos muy pesados.-digo medio bromeando.
En verdad me alegra que nos hayan visto. Lo echaba en falta.
-Ahora que lo dices, creo que uno de esos chicos se había hecho amigo de una chica muy antipática.
Me río ligeramente y al hacerlo Elijah sonríe.
Estamos un rato en silencio y veo como Elijah se queda mirando fijamente mi ropa.
Josephine ha elegido el mejor día para vestirme como una mega-petarda.

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