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Narra Elijah
La abrazo con fuerza y le aparto el pelo de la cara.
-Vámonos. Vamos a mi casa, mi madre llegará a las 7 de la mañana y mi hermana está durmiendo. No te preocupes, no haremos nada que tú no quieras. Dormiremos, si quieres separados.-le digo levantandome.
Asiente. Me sigue y no dice nada. Llamo a Erick y le comunico la situación, me pregunta por Alex y le digo que está bien.
-Sube conmigo, en mi moto.
Parece estar mucho mejor que antes, y me alegro.
-No soy uno de tus líos que llevas en la moto y luego a tu casa.-dice sorbiendose los mocos.
-Claro que no, somos amigos. Además tengo la norma de no llevar a chicas en mi moto.
-¿Entonces por qué me llevas a mí?
Pienso un poco lo que contestar.
-Todos tenemos una excepción, y tú eres la mía Alex Tiffin.
A pesar de estar todo oscuro sé que se ha puesto roja.
-Vámonos antes de que me den arcadas.-dice bromeando.
Deja su moto en un párquing subterráneo y sube en la mía.
Se agarra en la parte trasera de la moto, acelero un poco rápido y luego doy un frenazo hasta que su cuerpo queda totalmente pegado a mi espalda.
-Así mejor.-digo aunque no me oiga.
Pasa sus manos por mi abdomen y las entrelaza al rededor de este. Arranco y una sonrisa se esboza en mi cara bajo el casco.
Nunca había ido con una chica en moto, es muy guay. Pero si fuera con otra que no es Alex no me gustaría ni la mitad de lo que me está gustando ahora.
Soy feliz, muy feliz. Creo que no he sentido tanta felicidad antes de este momento.

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Llegamos a mi casa y aparco la moto en el garaje. Alex baja de la moto y se saca el casco con una sensualidad mortal, quiero decirle que es perfecta, pero simplemente no digo nada y la admiro unos segundos más.
Me bajo de la moto y me saco el casco. Saco las llaves de mi bolsillo y abro la puerta de casa.
-No hagas ruido, mi hermana está durmiendo.-le comunico.
Asiente y va de puntillas hasta el salón.
Voy al salón con ella y dejamos allí los cascos. En el sofá está Sandra. Mira a Alex desconcertada y luego me mira a mí.
-Ah, está es Alex. Una amiga.
-Hola Alex, eres muy guapa.-dice Sandra con un ápice de envidia.
Alex le saluda con la mano sin ganas y no agradece el cumplido de Sandra.
-Puedes irte cuando quieras-le digo a Sandra.
Asiente y se va al instante. Pero antes se pone una chaqueta de punto.
-¿Donde duermo?-me pregunta Alex.
-Tendrá que ser en mi habitación para que mi madre no se entere, pero puedo traer un colchón a parte para mí y tu duermes en mi cama.
Mira hacia los lados y creo que siente un poco de vergüenza.
-¿Te importa si duermo contigo, en tu cama?-pregunta susurrando.
-Para nada.-digo feliz.
Hasta ahora Alex no había sido cariñosa. Pero está mal, y voy a ayudarla. En estos momentos necesita que la quieran y la mimen y yo lo haré mejor que nadie.
Subimos de puntillas las escaleras y la guío hasta mi habitación. Le digo que entre y se ponga cómoda.
Voy al baño, que está en la otra parte del pasillo y me cepillo los dientes y me echo desodorante. Compruebo que estoy presentable y vuelvo a la habitación.
Alex esta sentada en el lateral de la cama. La habitación está a oscuras, sin tener en cuenta la luz de la farola que entra por mi ventana.
-No tengo pijama.-dice sin mirarme.
-Coge una de mis camisetas.
Asiente y se levanta hacia mi armario.
Las mira todas y escoge la más larga de todas, es negra completamente y de manga corta. Veo como se desnuda en la penumbra, una lástima que solo pueda ver una pequeña parte de su cuerpo por la oscuridad que reina en la habitación. No sé si hace calor en mi habitación o es la presencia de Alex, pero decido ponerme un pantalón corto deportivo de baloncesto. No llevo nada en la parte de arriba. Abro las cortinas, antes de haberme asegurado que Alex está vestida, y una luz anaranjada entra por la ventana. Gracias por quitarme intimidad amigas farolas.

Observo a Alex con mi camiseta, le queda por la mitad de los muslos y es exageradamente ancha. Me encanta. Se tumba al otro lado de la cama y me da la espalda, coge la parte del edredón y se tapa hasta el cuello. Decido dejarle un poco de espacio, aún que pensé que estaríamos abrazados o haciendo otras cosas. Tras dos minutos escucho sollozos silenciosos, me alarmo al instante y enciendo la lámpara de la mesita de noche.

-¿Alex?-susurro con los ojos cansados.

Me responde con un sollozo más largo e intenso que los anteriores.

Stop WafflingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora