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Minutos antes, en algún lugar de Ueno...

Serena poco a poco se despertaba, la dosis que le habían dado no había sido suficiente, miró la habitación donde se encontraba y no reconoció su entorno, estaba un poco mareada por el efecto de lo que circulaba en su sistema y no tenía idea de que hacía ahí, de pronto, lo recordó de golpe e iba a gritar, pero, el sonido de agua corriendo detrás de la puerta continua la hizo desistir.

Quiso moverse pero su cuerpo no respondía, se sentía como peso muerto, la movilidad poco a poco llegaba, pero no muy pronto, de repente, escuchó que la puerta se abría y fingió estar dormida ya que sabía que no podía hacer mucho en su estado.

Diamante se acercó a ella contemplándola de nuevo, respiró su aroma muy cerca de ella y se acostó a su lado tocando su rostro a la vez que pronunciaba suavemente:-hermosa princesa pronto serás mía, ya tengo el juez que nos casará, seremos muy felices, oh mi bella Serenity, tú serás mía pronto, serás realmente una princesa, mi princesa y ya nadie nos separará, perdóname por hacer las cosas mal en el pasado, te lo recompensaré-.

Serena trató de no reaccionar al escuchar aquella voz  que en algún tiempo la llegó a atormentar, esa voz que era de Diamante Black, un hombre que la había secuestrado y que había querido abusar de su persona en el pasado, habían pasado tantos años de ello que ella había pensado que no lo volvería a ver; trató de no temblar cuando sintió su tacto y un beso que él le daba, después la abrazo y luchó por no revelar que ya no estaba bajo el efecto del sedante.

Se escuchó la puerta abrirse y Diamante estalló en cólera gritando a quién había irrumpido en la estancia, cuando, le dijeron algo al peliplata que la rubia no pudo escuchar, lo cual hizo salir de prisa a Diamante maldiciendo bajo, a la vez que sentenciaba a muerte a los jóvenes amigos de ella, ya que antes de desaparecer en las penumbras sentenció:-es hora de matar al traidor y a su acompañante, a la chica preparenla, nos la llevaremos, nos iremos de aquí pronto-.

Cuando Serena se percató de que la habitación estaba vacía, volvía a intentar moverse y esta vez tuvo más éxito, se levantó como pudo y se estremeció al recordar aquellas caricias del peliplata, observó su vestimenta y trató de darse valor para no pensar más y salir de ahí.

Observó la habitación con detenimiento para encontrar algo que le ayudase, sin encontrar nada realmente útil, sólo un espejo de cuerpo entero; no pensó mucho la situación, tomó las sábanas y las enredo en su puño, rompiendo el cristal y rogando a Buda porque nadie escuchase aquello, rasgó un poco de tela y se lo puso en la mano para tomar un trozo grande de aquel espejo, no sabía donde ir pero confiaba en sus instintos, su corazón la guiaría, así que suspiró y se lanzó a lo desconocido, tratando de hallar a su compañero y a Moly.

La primera decisión fue a que dirección ir, así que se tapó los ojos, giró un par de veces y dejándolo al azar decidió hacía donde dirigirse, tratando de no ser vista.

Su corazón estaba acelerado y tenía miedo, no sabía que hacer y sentía que en cualquier momento su cuerpo la traicionaría, cuando, la imágen de una niña rubia apareció, está extendió su mano y tocó su cabeza:-Sere, tú puedes hacer todo lo que te propongas, vamos mi pequeña gatita no llores, sé fuerte, todo lo puedes lograr, yo siempre estaré ahí para ti-, la niña sonrió y por fin pudo verla bien, sus ojos se cristalizaron a más no poder y las lágrimas surcaron su rostro, la misma escena se reprodujo en su mente pero ahora la niña se transformaba en Haruka que le decía las mismas palabras cuando ella lloraba aquel día del aniversario de la perdida de sus padres, tapándose la boca para evitar emitir sonido alguno.

Trató de despejar sus dudas, el miedo y el dolor moviendo su cabeza de un lado a otro, volviendo a tomar su camino, recordando la mirada de Seiya y su juramento de amor.

Por su parte, los chicos sabían que ya no había esperanza, estaban siendo brutalmente golpeados y sus cuerpos estaban maltrechos, sentían que pronto sus fuerzas faltarían y ellos terminarían cayendo en el abismo, muriendo finalmente; las palabras y los gritos parecían ser muy lejanos, sus ojos comenzaban a nublarse, hasta que, sintieron que los golpes pararon y los gritos se detuvieron, ellos lo sabían, estaban solos con el enemigo, se habían llevado a la chica y pronto los ejecutarían, fue inevitable deducirlo cuando el olor a gasolina inundó sus pulmones, morirían y ambos de manera personal se arrepentían de sus pecados y de su miserable vida terrenal, esperando qué si hubiese un Dios que todo lo ve se apiadase de sus tristes almas.

El olor era insoportable y las risas atroces, de repente los sonidos cesaron y una voz demasiado lejana se hizo presente, lo que fuese que haya sido fue suficiente para que los hombres se fueran del sitio, dejándolos solos, pero..., antes de que el último saliera, éste prendió fuego, convirtiendo la habitación en un infierno.
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Diamante había llegado a la habitación, encontrándola vacía, tenían que irse de ahí, le habían informado que Zafiro había aparecido y estaba en las oficinas de la Interpol, él no creía que fuese un traidor pero sabía que lo harían hablar, para él lo habían atrapado y lo torturarían para sacarle la información que deseaban, la cual, seguro les daría, pues, para él, Zafiro era alguien a quién siempre debía proteger y era muy fácil manipularlo.

La desesperación lo embargo al no encontrar al amor de su vida, todo se complicaba, sabía que tardarían un rato en dar con su paradero, pero, no podían perder tiempo aún así.

Suspiró y llamó por radio a sus guardias, la prioridad era encontrar a su amada, no importaba lo demás, debía tenerla en su poder y eso haría, nadie más la tendría...

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Serena vió a los guardias salir desesperados y supo que ya sabían de su fuga, por lo tanto debía ser más cuidadosa.

De pronto pudo ver humo salir de un cuarto y temió lo peor, no lo pensó mucho y entró, el humo cada vez era más espeso, tapó su nariz y vió en el suelo a Yaten cubierto de sangre y se dirigió a él sacando el pedazo de vidrio y tratando de romper el amarre, pero era difícil, el humo la estaba asfixiando y a él también.

Rubeus luchaba con desespero, sabía que pronto moriría y entonces, su pesadilla se volvió realidad, el fuego lo había alcanzado y sabía que pronto se quemaría vivo, gritando agónicamente por el dolor y la desesperación, llamando la atención de la chica quien no se había percatado de su existencia y, cuando por fin término de desatar a Yaten fue hacía él, esperando no fuese tarde para ninguno, a la vez que Yaten trataba de levantarse con mucha dificultad y con su visión nublada...

Bombón, ella y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora