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Amy suspiraba cansada, había dejado listos todos sus pendientes y ya había pasado a ver a los Kou, lucía algo cansada y pálida, pues como siempre, llevaba sus responsabilidades al límite, faltaban treinta minutos para tomar su turno en el hospital y ya se estaba mentalizando para ello.

Desde aquella noche con Steven había tratado de evitarlo, no sabía que sentir y sus emociones estaban muy alteradas ya que ese día casi hace una estupidez y eso la avergonzaba y mucho.

Sacudió la cabeza con afán de despejar su mente y de su bolso sacó una cajetilla de cigarros, la miró y sacó uno, seguido de eso, sacó un encendedor, lo iba a prender, pero lo volvió a meter en su sitio, hacía dos días que se los había quitado a su hermano y había tenido una gran discusión por ello; ella no solía tener ninguna adicción por su profesionalidad médica y por ser un buen ejemplo para su hermano, pero, desde que todo había comenzado, día y noche quería sucumbir a esos demonios y perderse en aquello que algunos llamaban placer, sin embargo, ella era tan correcta que no podía hacerlo, más aún, que aquella vez que sucumbió al deseo y la tentación tomando alcohol casi termina con Steven en una situación que ella misma no podía concebir, no es que el hombre no fuese atractivo o no causase en ella sentimientos confusos, pero era por eso y por que era su vecino que no podía caer y terminar en su cama ya que no sabía como podría seguir después de aquello o incluso no sabría como podría verlo después de ello; todo se había derrumbado desde el día en que Serena había sido secuestrada, a partir de ahí un miedo irracional creció en ella y el miedo a perder a sus amigos que eran como su familia o incluso perder a su hermano había aflorado exponencialmente, pues ellos eran todo lo que ella tenía.

Jamás se había dado la oportunidad de amar o tener alguna pareja, ella siempre se había concentrado en sus estudios y, el romance, aunque lo concebía como algo bello no lo creía para ella, lo más cercano que tuvo a una relación fue un "romance" con un profesor y lo había pagado caro pues él era casado y casi termina destruyendo una familia, esa había sido su primera "relación" y la última, ya que lo que había pasado con Taiki no lo consideraba como tal, solo eran amigos y nada más, al menos, eso era lo que él le había hecho comprender.

Respiró pesadamente e inundo sus pulmones de aquel aire fresco en la azotea del edificio; miles de pensamientos la embargaron y por un minuto se cuestionó sobre que sería de todos si ella ya no estuviese en ese mundo, las lágrimas cayeron por sus ojos sin permiso, pensó en su hermano, en Steven, en Melissa, en Serena y en todas sus amigas, pero, el dolor, el miedo y la angustia la superaban, así que sin meditarlo ni pensarlo, se movió automáticamente hacía el frente; ya no sentía fuerzas para seguir, estaba cansada.

La imagen de Richard era recurrente, le pidió perdón a sus padres y a su hermano, el viento mecía su cabello y se llevaba sus palabras, palabras que tal vez nadie más escucharía.

Se encontró en el borde de la barandilla y se permitió contemplar por última vez el entorno, observando que la vida seguía para todos y que nadie se detendría solo por que ella se fuese, así que cerró sus ojos y se lanzó al vacío en donde solo pensó encontrar oscuridad, pero, a lo lejos pudo escuchar una voz que se perdía en su mente, a la vez que unas manos temblorosas la tomaban.

No quiso abrir los ojos, no quería hacerlo, solo quería la muerte, pero su pecho se estaba mojando y al saber que su intento había fracasado abrió los ojos solo para encontrarse a su colega y amigo llorando y temblando como un niño sobre su ella.

Las palabras no salían de su boca, Steven estaba ahí y la había rescatado de aquella locura, pero ella lo deseaba, lo deseaba y, entonces, se creyó la peor persona del mundo por aún pensarlo, aun viendo el rostro desencajado de aquel hombre que se había quebrado como el cristal.

Bombón, ella y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora