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Últimamente se quebraba mucho y se cuestionaba dónde quedaba aquella chica que podía acabar con todo el equipo de Judo en su adolescencia, aquella que era temida y, respetada por otros, pero más importante, que no le importaba nada más que seguir adelante y sobrevivir, de ella tal vez solo quedaba la cáscara, aunque, no sabía si era mejor o no, ya que últimamente se había abierto al mundo y mejor aún, a ella misma.

Se percataron de que hacían un numerito en aquel sitio, pero no importó, era su reencuentro, era suyo, aún así, volvieron a tomar asiento silenciosamente, muy nerviosos por la situación entre sus manos.

Comenzaron a degustar lo que ordenaron y se miraron cómplices como cuando eran niños.

Michiru tomó su celular y le mando un texto al nuevo celular que Haruka había adquirido facilitado por Setsuna, en donde le decía que la dejaba en buenas manos y que se ocuparía de otras cosas en la ciudad, sabiendo que aquello sería bueno para la persona que amaba, ya que así le daría un empujón para quedarse más tiempo con su hermano, pues sabía de antemano que la testaruda mujer no se decidiría pronto sola.

Haruka tomó su teléfono y leyó el texto de Michiru, secó los vestigios de lágrimas que quedaban y contestó su mensaje como solo ella sabía contestar, seco y conciso, guardando su móvil en el pantalón al terminar de textear, a la vez que la peliaqua se marchaba sin preocupación alguna.

Al terminar ella su café y su acompañante su pastel y cappuccino, sacó su billetera dispuesta a pagar, pero, Tora se lo impidió cancelando su cuenta y la de ella.

Ninguno decía nada pero el silencio no era incómodo ya que cuando eran niños solían escabullirse en silencio y escaparse de la mirada de sus padres para jugar sin su supervisión, solo mirándose a los ojos y sonriendo complisemente como en un acuerdo mutuo.

Se levantaron y ambos comenzaron a andar a la par.

Tora vió un puesto de helados y fue hacía allá, pidió dos helados y volvió con su compañera, observó una banca e indicó que ella fuese hacía ese lugar y así lo hizo.

Extendió el helado y ella lo tomó a la vez que le decía:-vaya, aún lo recuerdas, menta con pistache, mi favorito; sabes..., me hiciste falta, yo..., los encontré, a ti y a Sere, los encontré, sé que no puede ser todo como antes, somos adultos, Serena era muy niña para recordarnos y nosotros ya hemos cambiado, tenía miedo de decírtelo, temía que me rechazarás o no me reconocierás, ella no lo tomó tan bien, pero..., era lógico, es la más joven de los tres, yo..., nunca deje de buscar-.

Otra vez el hombre junto a ella la abrazo, tragó grueso ante sus palabras y habló:-lo siento por no estar ahí, las busqué en el orfanato pero ya no existía y no seguí buscando..., si hubiera seguido...-, apretó el puño con impotencia y luego la miró a ella.

Haruka se notaba muy triste, su helado se derretía pero no le importaba, ni siquiera a aquel hombre ya que más que por gusto los había comprado por los recuerdos que ese postre evocaba en él.

La abrazo con más fuerza y continuó hablando:-seguí con mi vida pero nunca las olvidé, nada podrá hacer que recuperemos el tiempo perdido, pero yo..., yo estaré ahí para ti y para ella cuando me necesiten, lo siento tanto, no puedo imaginar lo que has tenido que pasar sin tu familia a tu lado, yo lo siento mucho..., debí cuidarlas y protegerlas de todo; Haru si me dejas...,quiero volver a ser tu hermano, no quiero que estés sola nunca más, sé que lo que te ha pasado no debe ser nada fácil porque si lo fuese, tu mirada no sería tan vacía y tu cabello del cual te enorgullecías tanto no sería tan corto..., aún después de tanto tiempo creo que puedo leerte, en mis sueños siempre estuviste, yo creí que...,  me cerré a pensar que tal vez ya no estaban en éste mundo, quise creer que hice todo lo posible para encontrarlas pero solo era una tonta mentira que quería creer, justo ahora me siento como el peor tonto del mundo, el peor hermano, yo..., lo siento...-, aquella última frase la repetía una y otra vez.

Haruka se separó de él y lo miró directo a los ojos a la vez que le decía:-te odié por no buscarme y no encontrarme, por haberte ido, por dejarnos, pero..., en el fondo, me odiaba a mí misma por no poder hacer nada; Serena fue adoptada meses después que tú y yo, yo me quede sola por algún tiempo hasta ser adoptada, sufrí mucho, pero no fue tu culpa ni de nadie, al menos eso dice mi psicólogo. Yo soy lesbiana porque un malnacido me destrozó la vida...-.

Vió que Tora la miraba con horror y le hizo señal de que no hablase siguiendo con su monólogo:-no fue tu culpa..., yo lo maté y lo volvería a hacer una y otra vez, mi padre adoptivo me violó, mi madre adoptiva se suicidó, cambie de nombre, bueno,  de apellido y huí con mi novia, después me convertí en piloto de autos y los encontré a ambos, tenían una vida perfecta así que no interferí, pero..., luego, mi gatita quedó huérfana y entré en acción, me acerqué a ella y fui su amiga callando mi verdad, su verdad; ella fue abandonada por su novio, perdió su casa, dejó la escuela y ahora..., un malnacido la violó y está en el hospital, para mi alivio, esa basura está muerta y si no lo estuviese yo lo mataría con mis propias manos, la cárcel sería poco comparado al infierno que viví..., odio a los hombres o..., los odiaba, porque me hacían recordar que soy una mujer sucia, pero sabes..., tenerte aquí a mi lado me hace comprender muchas cosas y..., hablarte de ésto es..., muy bueno, realmente mi psicólogo es un loco pero es muy bueno en su trabajo, todo el miedo y la ira se han ido ahora que expreso mi dolor, por favor, no te vayas de mi lado Tora, no me vuelvas a abandonar hermano...-.

Esa fue la tercera vez ese día que ella se rompía, lo odiaba en demasía, tanta fragilidad la odiaba, todo había sido así desde que decidió abrirse al mundo y, las voces en su cabeza aún resonaban fuerte, sin embargo, ahora veía una esperanza, algo que antes veía perdido, no obstante, las viejas pesadillas se habían desvanecido dándole paso a unas nuevas, unas nuevas donde no podía proteger a sus seres queridos y a veces pensaba que estas terminarían de consumirla y acabarían con su vida pronto, sentía que pronto perdería la cordura y temía perder la línea entre lo real e imaginario.

Tora de nueva cuenta se quedó sin palabras, ahora más que nunca ella lo necesitaba y no podía apartarse de su lado, tomó su teléfono y marcó un número a la vez que con su voz quebrada cancelaba todos sus compromisos.

Tardo un poco, pero al terminar guardo el teléfono y tomó el rostro de ella en sus manos a la par que le decía:-quiero escucharlo todo, no importa que tan crudo sea, dímelo todo a detalle, te ayudaré a enfrentar cualquier cosa; recuerda nuestro dicho..., tú y yo sin secretos, tú y yo confiaremos, nada quebrará nuestro juramento, hermanos juntos contra el resto; bien, Haru, yo..., estoy aquí para tí-, con esto comenzó a llorar sin restricción abrazándola, no importando quién los viese ni el qué dirán, solo dejándose llevar a la vez que Haruka hacía lo mismo, valiéndole un bledo si alguien la reconocía, pues desde que lo mando a citar aquello la tenía sin cuidado, ahora solo estaban los dos, tratando de mitigar un poco el paso del tiempo perdido, tratando de desnudar su alma y apoyarse como en aquellos momentos en que todo era blanco o negro, aquellos en los que ambos creían en la magia y en que siempre estarían juntos, aquel tiempo que yacía olvidado por el destino y que Kronos había mancillado, aquel instante efímero en sus vidas...

Así después de sacar todo su dolor, ella comenzó a narrar todo lo ocurrido en su corta existencia, desgarrando el corazón de su escucha, quién escuchó atento hasta la última palabra y después comenzó a decir lo propio, dejando que el tiempo transcurriese, sin importar en lo más mínimo como el reloj avanzaba y avanzaba sin restricción...

Bombón, ella y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora