Salí del ascensor echando humo por las orejas. David era un auténtico gilipollas. No podía creer lo que me había dicho ¿Se pensaba que no me tomaba mi trabajo en serio? Se supone que era mi representante, su trabajo consistía en tenerme contenta e interceder por mí pero él siempre se ponía de lado de los peces gordos.
- ¿Vienes a invitarme a ese café? – preguntó Lucas cuando me vio.
- Sí – mentí. Se me había olvidado por completo pero me apetecía distraerme y no pensar. Algo que con la compañía de Lucas siempre conseguía.
- Cojo mis cosas y vamos.
Observé como guardaba sus trastos en un pequeño bolso. Móvil, cartera, pañuelos….
- Luego dicen que las mujeres llevamos cosas en el bolso… - me burlé – cuando acabes de echar cosas ya es hora de cenar.
- Ya voy – dijo saliendo de su mesa y acercándose a mí.
Salimos cogidos del brazo a la calle. Lucas era un chico de 25 años muy mono. Cada vez que tenía un problema ahí estaba él para ayudarme.
- ¿Dónde vamos? – le pregunté.
- Han abierto un café nuevo que me gusta bastante y está aquí al lado ¿Te apetece?.
- Por mi vale.
Caminamos tranquilamente hasta el café, riéndonos de todo hasta que una chica me conoció y nos paró.
- No me lo puedo creer, ¡eres Malú! – dijo dando saltos - ¿Te haces una foto conmigo?¿Me firmas?.
- Sí, claro. – No me podía negar, me encantaba conocer a mi familia y ver como una simple foto les alegraba el día.
La chica sacó su móvil y se lo dio a Lucas para que nos hiciese la foto. Después, le firmé la funda de su móvil. Nos despedimos con un abrazo y la chica se fue tecleando en su móvil. No tardó en llegarme la mención en twitter, ya había subido la foto y me daba las gracias. Quería con toda mi alma a mis maluleros, eran mi motor, por ellos me dejaba la piel en cada escenario. En contra de todo lo que pensaba, mis dedos se deslizaron por el teclado de mi iphone y le contesté con un tweet:
“Muchas gracias a ti por todo el cariño, sois mi vida. Os quiero”
Lucas lo observaba todo en silencio hasta que por fin habló:
- Tiene que estar bien alegrarle el día a una persona solo con el hecho de cruzártela y hacerte una foto con ella ¿no?.
- Créeme, me alegran mucho más ellos a mí que yo a ellos – dije sincera.
Entramos al café, pedimos y nos sentamos en una mesa apartada. No pude evitar fijarme en como Lucas miraba al camarero. ¿Era gay?. No era el típico chico gay. No se le notaba nada.
- ¿Te gusta el sitio o el servicio? – pregunté curiosa. Lucas se puso colorado y yo puse los ojos en blanco. – No es nada de lo que avergonzarse. ¿Eres gay?.
- ¡Baja la voz! ¡Creo que el abuelo que hay en el parque de en frente no se ha enterado aún! – el pobre no sabía dónde meterse.
- Puedes confiar en mí. No diré nada – le aseguré en voz baja - ¿Por qué lo ocultas?.
- Todos tenemos nuestros secretos ¿no es así? – preguntó con una sonrisa malvada.
- No sé a qué te refieres – me hice la tonta y di un trago a mi café evitando su mirada.
- ¿Sabes que hay cámaras de vídeo en los ascensores? – mi cara debía ser un poema, me atraganté con el café y casi muero.
- ¿Quién más lo ha visto? – no podía creer lo irresponsable que había sido. Esto le podía costar el trabajo a David.
- Solo yo, no te preocupes. He borrado esa parte del vídeo.
- ¡Gracias!¡Te quiero! – me levanté y me lo comí a besos. – Por favor, no digas nada, por ahora es mejor así – le rogué.
- Soy una tumba, tranquila. Pero Malú, está casado ¿Qué está pasando?
- Ha dejado a Mónica – contesté. Lucas enmudeció.
- ¿En serio? ¿Por ti?.
No pude más que sonreír. Sí, la había dejado por mí y yo había sido la mayor estúpida del mundo al enfadarme con él esa mañana pero él se había pasado. Sus palabras dolían demasiado.
Seguimos hablando y tomando nuestra café. Lucas no quitaba ojo al camarero.
- ¿Por qué no le hablas? – pregunté.
- No es gay. ¡Qué vergüenza!
- Eso no lo sabes, acércate y háblale – insistí.
- Que no, además, ya es hora de volver a la discográfica. Se levantó sacando su paquete de tabaco – ¡Paga y vámonos!
Cogí mi cartera del bolso y me dirigí a la barra. El camarero se quedó mirando a Lucas mientras éste salía. Y una mierda no era gay.
- ¿Me cobras y dejas de mirar a mi novio? – el pobre chico se puso colorado ante mi comentario.
- Lo… lo siento – pobrecillo, lo había asustado – Es solo que pensé que… bueno, nada.
- ¿Qué pensaste? – pregunté.
- ¿De verdad es tu novio? – el pobre chico no podía mirarme a la cara.
- No, pero quería ver tu reacción. ¿Quieres su número?
- Por favor – dijo avergonzado.
Se lo apunté en una servilleta que él guardó con cuidado en su bolsillo.
- Gracias, los cafés están pagados.
- Ah no, eso sí que no, ¡cóbrame! – ordené.
- No, no, con el número me doy por pagado.
No hubo manera de convencerlo para pagar así que me di por vencida y salí a la calle en busca de Lucas. Me esperaba ofreciéndome un cigarro.
- ¿Qué has hecho?¿Por qué has tardado tanto? – preguntó. Cuando se enterase me mataría… o me lo agradecería eternamente.
- Una chica tiene cosas que hacer – dije sin dar más explicaciones. Que pensase lo que quisiese.
- Si me fiara de ti… - dijo mirándome de reojo.
Tras el café con Lucas me fui a casa. Si encontraba algo que mereciera la pena, David me llamaría.
Estaba muy aburrida e inquieta, no sabía qué hacer. Las palabras de David aún sonaban en mi mente y me rompían el alma. ¿De verdad me veía como a una niña de quince años?
No quise darle más vueltas y me puse a prepararme la comida, una ensalada. Me senté en la mesa y comí meditando. De pronto, sonó el teléfono. Era un número que no conocía.
- ¿Sí? – descolgué.
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hola gentecilla!! solo quiero agradeceros el tiempo que gastáis en leer esto y deciros que espero que os esté gustando. El twitter de la novela es @NovelaGuerraFri (sin a). Ahí podéis dejar vuestros comentarios o lo que queráis y por supuesto decirme si sois teamdavid o teamseth :D un saludooo
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GUERRA FÍA
RomanceMi vida puede llegar a ser muy complicada. Vivo encima de un escenario sin tiempo para el amor pero ¿qué pasa cuando te enamoras de tu representante, un hombre que está casado, o cuando el destino te pone delante el que puede ser el amor de tu vida...