CAPÍTULO 19. LIBÉRAME

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Me puse las gafas de sol y mi máscara de frialdad para ocultar mis sentimientos. Me tragué las lágrimas como pude y caminé decidida hacia ellos. David palideció al mirarme, ni siquiera era capaz de mirar mis ojos.

-       Buenos días – dije - ¿Qué tal estás, Mónica? – pregunté esto mirándola directamente, no podía mirar a David. Sabía que en cuanto lo hiciera me pondría a llorar. Saqué todo mi orgullo y mi rabia para mantener las lágrimas a raya.

-       Hola, Malú – me contestó ella muy sonriente – estoy muy bien, bueno, estamos. ¿No te ha contado David la buena noticia?

-       Últimamente parece que no me cuenta nada – dije seca y con una doble intención de la que ella no se percató.

-       Estoy embarazada, al fin lo hemos conseguido. Llevamos meses intentándolo – puse una gran sonrisa fingida, cualquiera que me conociera podría ver el sarcasmo en ella

-       ¡ENHORABUENA! Me alegro mucho por vosotros – me giré hacia David – enhorabuena papá – la tierra estaba en mi contra y no me quería tragar.

Me despedí de ellos y me encaminé hacia la discográfica. Entre y unos fuertes brazos me rodearon. Lucas, mi salvador. Hundí la cabeza en su hombro y empecé a llorar desconsolada. Lucas me arrastró hacia los baños y sólo una vez allí dentro me soltó.

-       Lo he visto todo. ¿Estás bien? – preguntó realmente preocupado sin alejarse de mí.

-       No, no lo estoy. Me ha engañado, Lucas. No puedo con esto – dije entre sollozos. Me costaba respirar.

-       Tranquilízate, Malú. No merece que llores por él. Cariño no puedes estar así por culpa de un hijo de puta como ese – me envolvió entre sus brazos y lloré, lloré como una niña. Lucas me acariciaba la cabeza y me decía palabras de ánimo. Palabras que apenas conseguían tranquilizarme.

-       Gracias, Lucas – conseguí decir una vez más relajada.

-       No se dan, cielo. Gracias a ti tengo el mejor novio del mundo – dijo sonriéndome.

-       ¿En serio? – conseguí dibujar una pequeña sonrisa. Me alegraba por él y por qué no me matase, claro.

-       Sí, venga, cielo. Te espera un día muy duro. Cuando tengas un descanso búscame y hablamos tranquilos fumando o tomando algo ¿vale? – me dio un suave beso en la mejilla y me dejo sola en el baño.

Me miré en el espejo y vi que tenía todo el rímel corrido. La puerta del baño se abrió y entró David.

-       Malú, déjame explicarme, por favor – dijo.

-       No hacen falta explicaciones. Lo he entendido todo a la perfección. Sigues con tu mujer, David.

-       Es complicado – todo era complicado con él. Yo no podía más.

-       Siempre es lo mismo. David he confiado en ti como no lo he hecho en nadie, me he jugado todo por ti. Joder, David ¡que mientras yo te quería estabas acostándote con tu mujer! – no pude evitar gritar. David se acercó y alargó la mano para limpiarme las lágrimas.- No me toques, me das asco – me eche todo lo atrás que pude para escapar de sus manos – y lo peor, es que has conseguido que me de asco yo. Me siento sucia por haberme acostado contigo. Me da mucha pena Mónica, se merece alguien mejor que tú. Y tu hijo, un padre mejor – la rabia hablaba por mí. Lo veía todo rojo por la furia.

-       ¿Has dicho que me quieres? –preguntó simplemente.

-       Sí, te quiero, David. Y lo sabes, todo el tiempo lo has sabido y aún así has jugado conmigo. Un día prometiste no dejarme caer jamás. No sólo me has dejado caer, me has lanzado tú al vacío. – las lágrimas apenas dejaban que mis palabras se entendieran.

GUERRA FÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora