Bajé del avión con una tremenda sensación de alivio. La última semana, sin representante, había sido un caos. Todo había ido bien pero me las tuve que apañar yo sola para sacar el trabajo adelante. David se fue dejando su trabajo sin terminar y Esther seguía enferma. El disco estaba casi totalmente grabado, solo faltaba por grabar la colaboración con Natalia y eso lo haría después de navidad. Ahora me tocaba disfrutar de mi familia y de mis amigos. Por fin pisaba suelo español y me sentía en casa.
Caminé por la pista del aeropuerto con el bolso al hombro y mi móvil en la mano mirando los whatsapp. No tenía nada interesante. Había esperado un whatsapp de Seth diciendo que venía a verme pero no había nada. Me sentía desilusionada, me apetecía mucho verlo después de todo.
En el aeropuerto se respiraba un aire navideño, lo normal un 24 de diciembre. Varias parejas se abrazaban a mí alrededor. Se abrazaban entre lágrimas y besos. Bonitos reencuentros. En ese momento me sentí muy sola. No tenía a nadie esperándome con los brazos abiertos. Me descubrí a mi misma esperando que Seth apareciera y me diera uno de esos abrazos. Al final iba a ser verdad lo que decía Vero y estaba algo pillada por Seth. Al levantar la cabeza del móvil vi una pequeña pancarta que ponía “BIENVENIDA, LUCÍA” pero no fue eso lo que llamó mi atención si no la persona que la sostenía. Seth vestía unos vaqueros claros y su chupa de cuero negra. Aquella chupa que yo había llevado puesta. Mi corazón daba saltitos delante de mi pecho al verlo. Había venido a buscarme. Mis pies andaban deprisa hacía él mientras él me mataba con su perfecta sonrisa. “Tus ojos me mataron una vez y me mataran por siempre”, esa frase acudió a mi mente y era verdad. Los ojos de Seth desprendía humildad, sabiduría, cariño y todas las cosas buenas que se os puedan ocurrir. Tenía una mirada limpia y cálida, todo lo que pensaba o sentía se reflejaban en esos ojos azules. No sé cómo no me había dado cuenta antes de lo que sentía por mí. Su mirada destilaba amor cuando estaba puesta en mí. El saberme querida agitó algo en mi interior. Por fin tenía alguien que me quería de verdad, por lo que yo era. No quería a Malú, el producto. Seth quería a María Lucía Sánchez Benítez, con todos sus defectos (que no eran pocos). Pero lo más importante, ¿lo quería yo a él como algo más que un amigo? Esa duda tendría que resolverla pronto o le haría muchísimo daño y eso nunca me lo podría perdonar a mí misma. Llegué junto a él que aún sostenía la pancarta en alto.
- Eres la discreción en persona, Seth – dije irónica - ¿Quieres bajar esa pancarta y abrazarme?
No espere a que contestara, yo misma me pegué a él y pasé mis brazos alrededor de su cuello. El bajó los suyos y me rodeó con ellos. Aspiré su olor y le di un pequeño beso en el cuello, algo provocativo.
- Te he echado de menos, cielo – dijo mientras me abrazaba.
- Yo también, mucho – dije en un susurro. La última semana en México, desde su cumpleaños habíamos estado distantes por su confesión y extrañaba estar así con él. En ese momento no me importó que la gente nos mirara cuchicheando “esa es Malú”. Lo único que me importaba era que estaba con él. - ¿Al final no vas a Italia por navidad? – pregunté cuando me separé de él.
- No, tengo una batalla que ganar aquí. – dijo cogiéndome de la cintura y caminando hasta donde estaba mi equipaje.
- ¿Qué batalla? – pregunté interesada.
- Vaya memoria tienes, Lucía. La tuya, ¿Cuál va a ser? – dijo poniendo los ojos en blanco. – Ya tengo una marca de guerra, que lo sepas.
- ¿Qué marca? – Seth sonrió y yo abrí los ojos desmesuradamente - ¿Te has tatuado? – pregunté impresionada.
- Sí, al final he encontrado un motivo para hacerlo. – Eso me daba miedo, no sabía que había sido capaz de tatuarse.
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GUERRA FÍA
Storie d'amoreMi vida puede llegar a ser muy complicada. Vivo encima de un escenario sin tiempo para el amor pero ¿qué pasa cuando te enamoras de tu representante, un hombre que está casado, o cuando el destino te pone delante el que puede ser el amor de tu vida...