Abrí los ojos totalmente desorientada. Estaba en una habitación completamente blanca y tenía un gotero en el antebrazo. ¿Estaba en un hospital? ¿Qué había pasado? Me asusté, no recordaba nada. Me giré para tocar el botón de llamada y sentí un dolor terrible en el hombro que me dejó sin respiración. Un grito escapó de mi garganta. Levanté el brazo para tocarme la cara y noté que tenía el labio partido y una quemadura en la mandíbula. Hielo. En ese momento lo recordé. Me caí en la pista mientras patinaba con David. Supuse que él me habría traído al hospital. Una enfermera bajita y mayor entró en la habitación.
- Hola, dormilona. ¿Sabes cómo te llamas? – preguntó.
- Sí, Malú – contesté - ¿Qué me ha pasado?
- Sufriste una caída patinando, tienes la clavícula rota, el labio partido y algunas quemaduras leves por el roce con el hielo. – explicó.
- ¿Por qué me duele la cabeza? – sentía un martilleo constante en la cabeza.
- Verás – dijo evasiva – te golpeaste la cabeza contra el hielo y tienes un buen chichón y una herida. Llevas cuatro grapas.
- Vamos, que estoy hecha un cromo ¿no? – no sabía si reír o llorar.
- Algo así, sí.
- ¿Cuándo me podré ir a casa? ¿Cuánto llevo inconsciente? – no sabía ni que día ni qué hora era.
- Un chico te trajo hace unas tres horas. Te tienes que quedar en observación 72 horas para ver que no hay nada afectado en la cabeza. – Gruñí, odiaba los hospitales. – Pero que recuerdes cómo te llamas es buena señal. – La enfermera cambió los sueros y me acarició con el amor de una madre. Se notaba que amaba su trabajo.
- ¿Dónde está el chico que me trajo? - quería ver a David.
- Ha bajado hace cinco minutos a por un café, no se ha separado de ti desde que te trajo. – Pobre David, pensé.
En ese momento David entró con un café en la mano y una cara de preocupación que fue sustituida por una sonrisa enorme cuando me vio despierta. Dejó el café en la mesa de al lado de mi cama y se acercó a mí.
- Hola, cariño. ¿Cómo te encuentras? – preguntó dulcemente mientras me acariciaba el brazo.
- Como si me hubiese pasado un camión por encima. ¿Tú estás bien? – en su cara pude ver la preocupación. Estaba asustado.
- Sí, solo estaba muy preocupado por ti, amor – amor, me llamó amor y yo me derretí. Me dio un suave beso en la mejilla con todo el cuidado del mundo para no hacerme daño.
- Yo os dejo solos un momento, en seguida vendrán a por ti para hacerte unas radiografías – dijo la enfermera saliendo de la habitación y mirándonos con ternura.
Nos miramos en silencio. No sabía que decirle. Me dolía demasiado la cabeza como para pensar.
- He llamado a la discográfica, se cancela la preparación del disco hasta que te recuperes. – David rompió el silencio.
- ¿¡Qué!? Ni hablar – grité. Inmediatamente un pinchazo en la cabeza hizo que me callara y cerrara los ojos.
- No te muevas, cielo – dijo David poniendo la mano en mi hombro sano para que me volviera a tumbar, pues me había incorporado un poco. – Es lo mejor, Malú. Ahora necesitas descansar.
- No puedo hacerlo, David. Tenemos que sacar el cd ya. No puedo parar mi vida por una caída tonta.
- No tuvo nada de tonta la caída. Pensé que te habías matado. No abrías los ojos ni respondías. Estabas totalmente inconsciente. – Se notaba la angustia en su voz y su rostro. Lo había pasado fatal – Esta decidido, hasta que no te recuperes no seguiremos.
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GUERRA FÍA
RomanceMi vida puede llegar a ser muy complicada. Vivo encima de un escenario sin tiempo para el amor pero ¿qué pasa cuando te enamoras de tu representante, un hombre que está casado, o cuando el destino te pone delante el que puede ser el amor de tu vida...