CAPÍTULO 29. Y AHORA VETE

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Conducía como una loca por las calles de Madrid. Llegaba tarde a la discográfica, para variar, y David me había llamado como unas veinte veces. Veintiuna, con la de ese momento.

-       David, estoy llegando ya, no me llames más – contesté irritada.

-       Llegas media hora tarde, Malú. Te estamos esperando todos – colgó el teléfono sin despedirse. Hay cosas que nunca cambian.

Pensé en el motivo por el que llegaba tarde y una sonrisa se instaló en mi cara. Seth me había mandado un WhatsApp para darme los buenos días y una cosa llevo a la otra y al final terminamos hablando casi una hora por teléfono. Me había dado las fuerzas necesarias para enfrentarme a un horrible día con David y escuchando temas para el disco. También me había apoyado en mi loca idea para el disco, sólo faltaba que los jefazos aceptaran pero no sería fácil. La noche anterior se me había ocurrido una idea genial y me aterraba contársela a los jefes.

Aparqué el coche en la calle de detrás de la discográfica, bueno, más bien lo dejé, eso no era aparcar. Cogí mi bolso y corrí hacia la discográfica. Saludé a Lucas con un rápido “hola, guapo” y subí al ascensor. El camino se me estaba haciendo eterno. Daba golpecitos con la punta del tacón en el suelo.

-       Lo siento, lo siento – dije nada más entrar a la sala. Todas las miradas me taladraban.

-       Siéntate y empecemos – me dijo David arisco.

Ni le miré, no podía. Me senté en un extremo de la mesa, con David enfrente y los asesores a los lados.La música comenzó a sonar. Ninguna llamaba mi atención. A la media hora de empezar ya estaba jugando con mi móvil y hablando con Seth, en mi cara había una sonrisa por sus tonterías. Era impresionante como con un simple WhatsApp conseguía hacerme sonreír. Levanté la cabeza y vi a David mirándome muy mal, le molestaba no saber el motivo de mis sonrisas. “Que se joda”, pensé. Se merecía pasarlo un poquito mal por ser tan gilipollas.

“Venga, va. Cuéntaselo que yo te apoyo. Cuando salgas me cuentas que te han dicho. Un beso, cielo”. Ese fue el último WhatsApp de Seth, el que me hizo plantarme y hablar con los jefes sobre mis ideas.

-       Para la música, por favor – dije alzando la mirada y mirando a David. Él alzó una ceja y me miró sorprendido – Quiero deciros una cosa.

-       ¿Qué pasa ahora? – preguntó David visiblemente molesto.

-       He tenido una idea para el disco y me gustaría comentarla. ¿Puedo? – pregunté molesta. Alcé una ceja esperando su aprobación, aunque no me hacía falta.

-       Es tu disco, tú dirás – dijo David tajante.

Me incorporé en la silla y los miré a todos, uno por uno. Los nervios me comían por dentro pero por fuera aparenté seguridad. Debía decirlo convencida de mí misma o me tomarían por loca.

-       ¿Lo vas a decir o esperamos otra hora mientras  juegas con el móvil? – las palabras de David me molestaron muchísimo. Bueno, más que las palabras era el tono. Ese maldito tono de voz que usaba para hablarme como si fuese mi padre.

Alcé una ceja y puse las manos encima de la mesa. Lo miré desafiante. Crucé las piernas para que no se notara como me temblaban. Recorrí la mirada respirando profundo y entonces, hablé:

-       Veréis como no escucho nada que me guste, que me llegue, he pensado en hacer algo. Quiero dejar claro que es algo que me hace mucha ilusión y que espero que todos me apoyéis – en ese momento miré a David esperando un asentimiento, algo que me confirmara que me apoyaría como siempre pero no, ese gesto no llego. Me aparté el pelo de la cara y continúe – Quiero reeditar “Aprendiz”, quiero grabarla con mi voz de ahora. Es algo que mi familia lleva mucho tiempo pidiendo y creo que sería como un regalo para ellos, para ellos y para mí. Mi idea es hacerlo como en directo, solo voz y piano…

GUERRA FÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora