GUERRA FÍA

CAPÍTULO 28. LA DESPEDIDA

Siento mucho haberos hecho esperar pero bueno, a veces las cosas se complican. Aquí teneis el nuevo capítulo y espero que os guste muchooo. Os recuerdo el twitter y el ask para preguntas, críticas, opiniones, sugerencias y todo lo que se os ocurra. Un beso y muchísimas gracias por leer.

@NovelaGuerraFri

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Abrí los ojos totalmente desorientada ¿Dónde estaba? Pronto recordé la noche anterior y una tímida sonrisa apareció en  cara. Seth, Seth era el motivo de esa sonrisa. Giré para buscarlo pero en el lugar en el que debería estar él durmiedo solo había una nota. La leí:

“Estoy en la ducha, no se te ocurra volver a desparecer que nos conocemos”

Tras leerla fui consciente del ruido que se escuchaba en la habitación. Oía el agua caer y a Seth cantando, bueno, más bien, desafinando. En mi mente se abrió paso una imagen totalmente indecente que me hizo salivar, el agua recorriendo el cuerpo de Seth. Mis pensamientos se volvieron turbios y me entró calor por el cuerpo. Me incorporé en la cama regañándome a mí misma. El agua dejó de escucharse y no me pude contener, una idea perversa se pasó por mi cabeza. Me levanté corriendo sin hacer ruido y me puse al lado de la puerta del baño, le devolvería el susto que me dio él en el camerino.

-       ¡Seth! – grité cuando el abrió la puerta plantándome delante.

Su cara fue un poema, lo había asustado de verdad. Tanto que la toalla que llevaba alrededor de su cintura cayó. Mis ojos miraron automáticamente hacia abajo, sin ningún pudor. Pasaron allí varios segundos hasta que Seth habló.

-       ¿Paso el examen? – preguntó alzando una ceja ante mi atenta mirada.

-       Eres idiota – contesté avergonzada y ya mirándole a la cara. – Tápate anda.

-       Creo que te gusto más así – era cierto, el chico estaba muy pero que muy bien… por todos lados, ya me entendéis. – Te has asustado tú más que yo.

Me agaché y recogí la toalla. Se la tendí y entré al baño. Nada más cerrar la puerta escuché la carcajada de Seth, era un idiota. Me miré en el espejo y casi me asusto yo misma. Mis ojos estaban rojos e hinchados, consecuencia de la llantera de la noche anterior. Salí en busca de mi bolso para coger el maquillaje e intentar arreglar el desastre. Seth estaba ya vestido, menos mal.

-       ¿Me enseñas Madrid? – preguntó sentado en la cama mientras se ataba las deportivas.

-       En cuanto arregle el desastre que es mi cara.

-       Tu cara es perfecta, cielo – era taaaan mono. Me reí y volví al baño.

Seth entró al baño detrás de mí. Se apoyo en la pared a mi espalda, observando cómo me maquillaba. Nos mirábamos a través del espejo.

-       Me estás presionando – dije. – Me voy a saltar un ojo.

-       No te estoy presionando. Me gusta ver cómo te maquillas. No entiendo como sois capaces de hacerlo con tanta facilidad.

-       ¿Te lo demuestro? – me giré con el lápiz de ojos en la mano y una sonrisa de niña mala.  Me acerqué lentamente a él. - ¿Te maquillo?

-       Aléjate de mí con eso – sus ojos observaban el lápiz y mis movimientos.

-       Venga, anda, solo un poquito – lo tenía arrinconado en la pared. El pobre no dejaba de mirar la puerta.