CAPÍTULO 35. EL HUBIERA NO EXISTE

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-       Malú, ¿qué hablabas con el tío ese? – David estaba con los brazos en jarra. Una posición graciosa teniendo en cuenta que tenía una toalla rodeándole la cintura.

-       Solo saludaba a Vero y a Lucía.

-       Ese tío que he visto era el que te acompañó al bar después de aquel concierto. ¿No? – preguntó con el ceño fruncido.

-       Sí, se llama Seth. Es solo un amigo, David – dije tajante.

-       ¿Con derecho a roce? – preguntó aún no muy convencido.

-       Sí – fui sincera. Estaba harta de ocultar cosas – Era un amigo con derecho a roce y el que me ha estado ayudando estos días. Mira, David. Creo que no tienes derecho ninguno a recriminarme nada. Tú sigues hablando con Mónica.

-       Lo sé pero aún así no me gusta – me cogió de la cintura y me pegó a él. Mis manos rodearon su cuello – Te quiero solo para mí.

-       Yo quiero lo mismo contigo – dije alzando una ceja.

-       Falta poco para eso. Te prometo que en cuanto volvamos a España hablo con Mónica.

Después de unos besos que fueron a más nos vestimos y fuimos a la discográfica. Nos dimos el último beso en el coche y entramos separados. Armando ya me estaba esperando en el estudio con Carlos Rivera.

-       Eyyy, guapaa – Carlos me abrazó como solo él sabía hacerlo.

-       Para guato ya estás tú – dije guiñándole un ojo. David, sentado ya en la sala me miró celoso – le saqué la lengua sin que Armando y Carlos nos vieran. - ¿Cómo va todo Carlos? ¿Y tú chica? – la novia de Carlos era una mexicana imponente. Era guapísima y súper agradable, como él vamos.

-       Todo perfecto por acá. Y con ella todo perfecto, es maravillosa – tenía una cara de tontito enamorao’ que no se podía aguantar.

-       Me alegro.

-       Bueno chicos, se acabó la plática. Ahora nos toca trabajar.

Entramos al pequeño estudio con Armando al piano. Las primeras notas comenzaron a sonar y Carlos a cantar su parte. La canción era perfecta.

“Hubiera preferido perder en batalla,
a mi alma,
que perderte a ti.

Te hubiera regalado mi ración de aire
y aunque es tarde... respirar por ti.

Si hubiera dicho todo y sin guardarme nada,
me asustaba no decirlo bien.
Si hubiera la manera de cambiarlo todo,
o algún modo de volar al ayer...”

Llegó el estribillo y canté con Carlos. Había elegido esa canción de Carlos para el dueto porque me trasmitía muchísimo. El hubiera no existe había sido mi banda sonora muchas noches de soledad. Me planteaba que hubiera pasado si no hubiera rechazado a David en aquella primera declaración suya. Qué hubiera pasado si yo no hubiera sido tan cobarde….

“Pero no, no existe. El hubiera no existe,
sólo queda la continuación.
Y aunque me arrepienta, no hay boleto de vuelta
para ir a pedirte perdón.
No, no.”

Nuestras voces compactaban perfectamente. Carlos tenía un vozarrón que para qué más y la mía, bueno la mía ya sabéis como es. La canción se grabó a la primera, no fallamos en ninguna letra ni en ninguna afinación.

Salimos del estudio orgullosos de nuestro trabajo. Carlos y yo bromeábamos y nos picábamos. David estaba celoso y se le notaba a leguas pero me encantaba verle así. Era tan mono cuando estaba celoso.

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