CAPÍTULO 37. AMAR ES COMBATIR

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-       Ey, despierta – Malú dormía tranquilamente en mi sofá. Traté de despertarla tocándole el hombro. Quería hacerlo con un beso pero no era ético. – Vamos, dormilona. Que la comida está preparada.

-       Déjame un poquito más – dijo aún con los ojos cerrados.

-       No, venga, despierta. Que es mi cumpleaños y quiero celebrarlo contigo.

-       Bufff, que pesado eres – se dio la vuelta y quedó mirando hacia el sofá.

-       Tú lo has querido… - murmuré.

Fui a la cocina para preparar mi nueva maldad. Se iba a enterar esa dormilona. Cogí un cubito del congelador. Mi mano se congeló automáticamente. Una sonrisa perversa de dibujó en mi cara. Mojé el cubito en el fregadero para que el hielo no la quemara y volví al salón. Ya estaba otra vez completamente dormida. Esta mujer parecía un lirón.

-       Te va a matar, Seth – dijo Judith asomando al salón – Yo me voy a la jardín a fumar que prefiero no verlo.

Me acerqué lentamente al sofá y me arrodillé ante ella. Le aparté el pelo con delicadeza de la nuca y vi su tatuaje. “El mayor desafío de la vida es vivir”.. sí, lo era. Pasé el cubito por su nuca y por el tatuaje y finalmente se lo colé por la camiseta. Sus gritos no se hicieron esperar.

-       ¡Pero tú, eres gilipollas! – me levanté rápidamente y me alejé hasta llegar a la mesa del salón. – te mato, te juro que te mato – se había levantado y estiraba su camiseta para que el cubito cayera al suelo. Salió corriendo hacia donde yo estaba y nos pusimos a correr alrededor de la mesa – Estate quieto que te pueda matar – decía mientras yo me reía a carcajadas.

-       Jo, es que no te podía despertar. No me hacías caso – dije haciendo un puchero.

La carrera terminó, estábamos cada uno a un lado de la mesa mirándonos fijamente. Malú apoyó las manos en la mesa y se echó para adelante. Tenía una posición muy graciosa que me dejaba ver su escote. Me puse en la misma posición que ella para observar mejor. Cuando miré su cara tenía una sonrisa malvada. Su ataque no tardó en llegar. Se abalanzó sobre mí por encima de la mesa. No sabía qué hacer, si me apartaba iba a caer al suelo y se haría daño pero si me cogía me mataría. Al final la cogí. Pero la muy bruta se había tirado con intenciones de matarme y caímos los dos al suelo. Me llevé un buen golpe en la cabeza.

-       Me siento como el día que te conocí – dije rascándome la cabeza. Me dolía horrores

-       Te lo mereces, por gilipollas. – Malú estaba tumbada encima de mí y sus ojos fijos en mis labios. Parpadeó varias veces y se humedeció el labio inferior.

-       No me provoques – le susurré. La mano que antes había en mi cabeza se movió hasta su mejilla. La besé sin poder evitarlo. Al principio no me devolvió el beso pero pronto su lengua entró en el juego y se movió por mi boca. Le acariciaba la cara con una mano mientras ella llevaba las suyas a mi cabeza. Había echado mucho de menos sus labios, su sabor, su olor y toda ella.

-       Seth, para – dijo de repente – estás sangrando – se miró asustada sus manos. Miré su cara y tenía sangre en la mejilla, donde la había acariciado. Me volví a llevar mi mano en la cabeza y noté un líquido caliente.

-       Genial, al final consigues tu propósito de matarme.

Malú se levantó corriendo y fue en busca de una toalla. Me levanté del suelo y casi me vuelvo a caer, estaba mareado. Conseguí apoyarme en la mesa y cerré los ojos.

-       Vamos al hospital – dijo de vuelta a mi lado. Me puso una toalla blanca en la cabeza. – Estás sangrando muchísimo. – No sé cómo lo había hecho pero su camiseta blanca estaba llena de sangre.

GUERRA FÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora