- Te voy a echar de menos – susurró Seth en mi oído mientras me abrazaba.
Noviembre había llegado y con él, mi viaje a México para grabar el disco. Había pasado un mes increíble con Seth, todos los fines de semana bajaba yo a Valencia o subía el a Madrid. Incluso me hizo un par de visitas sorpresa. Era un chico increíble y cada vez era más importante para mí.
- Yo también pero en navidad nos vemos. Sólo es un mes. – dije absorbiendo y memorizando su olor y su tacto.
- No, Malú. Estamos a 17 de noviembre, quedan 37 días para verte salir por esa puta puerta – señaló la puerta de embarque. Estábamos despidiéndonos en el aeropuerto.
- Sobreviviremos – dije tras darle un beso en los labios.
Seth no me quería soltar pero yo tenía un avión que coger. El avión que me llevaría hacía mi nuevo disco. Lo grabaría con Armando Ávila, como los anteriores. Grabar en México sería más cómodo para todos por el tema de los duetos. Seth me soltó y una extraña sensación recorrió mi cuerpo, dejé de sentirme segura y protegida y sentí como si un pedacito de mi corazón se hubiera quedado entre sus brazos, ese pedacito se quedaría en España con él. No iba a llorar, no me lo podía permitir. Seth era solo un amigo con derecho a roce, no debería sentirme así de mal. Y él, tampoco.
- Cuídate, fea – dijo apartando un mechón rebelde de mi pelo y dándome un dulce beso en los labios.
- Y tú, Seth.
Viajaba sola con mi representante. Supuse que Esther, mi nueva representante, ya estaría en el avión porque no la veía por ningún lado. Entré por la puerta que me alejaría un mes de Seth decidida pero antes me di la vuelta para dedicarle una sonrisa y un saludo con la mano que él me devolvió. Lo miré por última vez y fui al avión.
Las azafatas me indicaron mi asiento y hacia allí me dirigí. Viajaba en primera y los asientos iban de dos en dos. Mi asiento, el que me había indicado la azafata, estaba ocupado. Pude ver un pelo corto negro asomando por encima del reposacabezas. Anduve dispuesta a echar al señor que había en mi asiento pero cuando le vi la cara me quedé sin palabras.
- ¿Qué haces tú aquí? – pregunté cabreada.
- Eso mismo me pregunto yo. Tu representante está enferma, me toca viajar contigo – contestó David – No me hace más ilusión que a ti así que siéntate y no montes un espectáculo. – David señaló el asiento contiguo al suyo sin mirarme. Me senté donde él había dicho, no era momento de montar un espectáculo.
Doce horas, doce malditas horas me pasé en aquel avión ignorando a David y sintiendo como su indiferencia hacia mí calaba en lo más profundo de mi ser. En algún momento del viaje me dormí y cuando desperté estaba apoyada en su hombro. David también dormía. Me alejé todo lo que pude de él y volví a dormirme.
- Esto solo me puede pasar a mí – murmuré mientras un chico me contaba que habían extraviado mi equipaje.
- Relájate, sólo son trapos – comentó David a mi lado.
- Sí, pero son MIS trapos – recalqué el mí y lo mire con furia.
David intentó ocultar una sonrisa pero no pudo. Esa sonrisa me cabreo más aún.
- Haremos lo posible por encontrarlo, siéntese tranquila y espere, por favor – me decía el chico.
Me senté en una silla de plástico típica de los aeropuertos y saqué mi teléfono. Abrí skype y no pude evitar sonreír como una adolescente. Seth me habló en cuanto estuve en línea.
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GUERRA FÍA
RomansaMi vida puede llegar a ser muy complicada. Vivo encima de un escenario sin tiempo para el amor pero ¿qué pasa cuando te enamoras de tu representante, un hombre que está casado, o cuando el destino te pone delante el que puede ser el amor de tu vida...