Capítulo 13: Entendiendo a los hombres lobo

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Remus se fue cuando Ron llegó, permitiendo a los dos amigos pasar un poco de tiempo a solas. Harry se quedó en silencio mientras Ron le hablaba sobre la noche que él y Hermione habían pasado en blanco en la torre de Gryffindor. La historia del ataque se había divulgado por toda la escuela como el fuego. Una docena de alumnos habían visto a Severus Snape llevando el cuerpo ensangrentado de Harry a las Tres Escobas. Las descripciones de las flechas sobresaliendo de su cuerpo habían sido detalladas y morbosas. La mitad de los Gryffindor había sentido pánico, creyendo que Harry había muerto, y Ron se habían pasado más de una hora asegurándoles de que ese rumor era falso.

–Querían oír la historia entera una y otra vez –confesó Ron a Harry– No tenía ni idea de lo agotador que era –el pelirrojo se sonrojó, con aire de repugnancia– querían saber cuánta sangre había, si habías gritado, si... –se detuvo y sacudió la cabeza.

–No pasa nada, Ron –le dijo Harry con suavidad. Ron le miró preocupado.

–Harry, ¿hice alguna vez algo así? ¿Te fastidié de esta forma?

Harry pensó durante quizás demasiado rato, buscando una mentira piadosa apropiada. Ron le conocía demasiado bien, y suspiró.

– ¡Merlín! Lo siento, Harry... ¡no tenía ni idea!

–No te preocupes –le intentó tranquilizar Harry– Aunque no lo creas, te acostumbras a ello.

Ron sacudió la cabeza.

–Quizás –replicó– En todo caso, nos estuvimos casi toda la noche así. Montones de gente están asustados pensando que esto significa que Quién­tú­ya­sabes va a volver a atacar. Y deberías oír lo que dicen sobre Snape.

Harry levantó la mirada, sorprendido.

– ¿Sobre Snape? –su voz sonaba defensiva a sus propios oídos. Ron al parecer pensó lo mismo, pero el pelirrojo le dirigió una mirada divertida antes de alzar la vista al cielo con exasperación.

–Nada malo –le aseguró– Sólo que es la primera vez que Snape es considerado un héroe por los Gryffindors. Él y Dumbledore fueron como la maldita caballería, ¿eh?

–Nos salvaron la vida –asintió Harry. Era el primero en admitirlo– Se lo tengo que decir a Snape. Se va a reír hasta las lágrimas.

– ¿Snape se ríe? –preguntó Ron incrédulo.

–A veces –admitió Harry– Habitualmente cuando he hecho algo estúpido.

–Claro –Ron volvió a poner gesto de impaciencia– No se lo digas. Ya es bastante insufrible tal cual. Se pavonearía el resto de su vida a nuestra costa, y para colmo encontraría la forma de quitarnos puntos por ello.

–Probablemente –estuvo de acuerdo Harry. Snape adoraba quitar puntos a Gryffindor.

–De todas formas, montones de gente querían saber si... –se detuvo, dubitativo, mirando a Harry inseguro. Él asintió, animándole a decir lo que fuese– Si habías matado a alguien –terminó Ron– Y qué maldiciones habías usado. Pero Hermione y yo decidimos que no era asunto de ellos, y así se lo dijimos.

–Gracias, Ron –dijo Harry. Sabía que las preguntas eran inevitables, sobre todo teniendo en cuenta la edad de su grupo de amigos, pero agradecía que al menos Ron y Hermione entendieran lo que sentía.

– ¿Estás bien, Harry? –preguntó Ron con suavidad, y Harry supo lo que le estaba preguntando en realidad.

–No –admitió– Pero lo superaré. Es estupendo saber que puedo contar con vosotros dos.

La Piedra del MatrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora