Anna Granger se estremeció violentamente, momentáneamente desorientada. Se percató que estaba derrumbada de forma harto indigna en el asiento de su oficina. Por un extraño instante hubiese jurado que Harry Potter estaba allí en la habitación con ella, pero cuando sacudió la cabeza se percató de que era sólo el viejo señor Paddison, sentado frente a ella al otro lado de la mesa del despacho.
–Mis disculpas, señor Paddison –exclamó, mortificada. ¿Se había quedado dormida de verdad mientras hablaba con el anciano? Sacudió la cabeza para aclararse las ideas. Era como si tuviese niebla en su mente que le impidiese centrarse en su cliente. El viejo caballero se había roto varios dientes, pero estaba en contra de que se los arreglaran. Ella estaba intentando convencerle de que aquella operación no era meramente estética, sino en pro de la salud de su dentadura– ¿Señor Paddison? –preguntó ella de nuevo cuando descubrió que el hombre no contestaba. Frunciendo el ceño, miró a su cliente. El anciano estaba derrumbado en el asiento, al parecer tan profundamente dormido como ella lo estuviese unos instantes atrás.
Frunciendo el ceño, Anna se levantó y dio la vuelta a su mesa, alargando la mano para sacudir levemente el hombro de su cliente. Cuando no dio señal de despertar, le sacudió con más fuerza. El hombre cayó hacia delante, y ella apenas llegó a tiempo de impedir que se golpeara la cabeza contra el despacho.
– ¡Señor Paddison! –llamó, alarmada, mientras recolocaba al hombre en su asiento. Volvió a sacudirle, esta vez sin ninguna delicadeza, llamándole. Al no recibir ninguna respuesta, empezó a asustarte. Aguantando al anciano con una mano, le dio al botón del interfono con la otra– ¡Lisa! ¡Tengo un problema con el señor Paddison, necesito ayuda!
Cuando su secretaria no contestó, volvió a darle al botón.
– ¡Lisa! –volvió a llamar. Ya era por la tarde, pero era demasiado pronto como para que su secretaria se hubiese marchado a casa: hoy tenían la oficina abierta hasta las ocho de la noche. Pero seguía sin haber respuesta. Anna recolocó al señor Paddison y corrió hacia la puerta– ¡Lisa! –gritó mientras abría de par en par la puerta de su oficina. A pesar de que aún era temprano, no se oía ni un ruido en el pasillo– ¿Lisa? ¿Kathy? –llamó. Su asistente, que se ocupaba de la higiene dental, debería haber estado en la habitación de al lado, limpiando los dientes de la señora Bradford; pero aunque la puerta estaba abierta, de la habitación no surgía ningún sonido.
Frunciendo el ceño preocupada por el señor Paddison, Anna se dirigió al cuarto. Sus ojos se abrieron desmesuradamente: Kathy yacía en el suelo, y la señora Bradford parecía dormida en el asiento reclinable de la dentista.
– ¡Kathy! –exclamó Anna, corriendo junto a la mujer para buscarle el pulso en el cuello. Kathy era joven y sana, y su corazón latía rítmicamente bajo sus dedos. Alucinada, Anna sacudió a la otra por los hombros, llamándola por su nombre. No obtuvo respuesta, así que se levantó y lo intentó con la señora Bradford, pero nada de lo que hiciera despertó a ninguna de las dos mujeres.
En estado de pánico, Anna corrió por el pasillo hacia la zona de recepción, donde estaban Lisa y la otra secretaria. Se detuvo en seco: Lisa estaba derrumbada sobre su mesa, roncando levemente, al igual que Monique, su compañera, que aún sostenía el teléfono en una mano. A través de la ventanilla de recepción Anna pudo ver que en la sala de espera había más gente esperando, todos derrumbados en sus sillas, inmóviles. Había incluso una niña pequeña tirada por el suelo, junto a una muñeca.
Anna, aterrada, trató de despertar a las dos mujeres. Ambas tenían el pulso regular, pero era imposible despertarlas.
Un timbre agudo resonó por la sala, e hizo que Anna diese un brinco, sobresaltada. Miró hacia el ascensor, cuyas puertas se abrieron, dando paso a Michael. Anna soltó una exclamación de alivio y corrió hacia su marido. Michael avanzó, evitando el cuerpo caído de la niña, y abrazó apretadamente a Anna.
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La Piedra del Matrimonio
FanfictionPara evitar las maquinaciones del Ministerio, Harry debe casarse con el reacio Severus Snape. Pero el matrimonio con Snape es solo el comienzo de los problemas de Harry. Voldemort ha regresado, y en poco tiempo el matrimonio de Harry puede determina...