Capítulo 66: Sinestesia

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Draco se había unido al grupo en la torre de Gryffindor, y a pesar de la extraña neblina de su cerebro, Harry sonrió al verle. Dudaba que pudiera acostumbrarse a la visión del rubio y elegante Slytherin entre tanto color rojo. Neville seguía mostrándose nervioso cuando estaba presente, pero Dean y Seamus ya se habían acostumbrado a él. Lavender y Parvati estaban encantadas de tener otro chico con el que coquetear, aunque sus atenciones no servían de nada con Draco. Cuando estaba con ellos, no se molestaba en ocultar que estaba loco por Charlie.

Todos le saludaron cuando entró. Pese a que los alumnos de sexto habían declarado que la sala común era suya por aquella tarde para poder hacer la tarea, había muchos estudiantes de otros cursos por allí. Harry sintió cómo le miraban cuando fue a reunirse con sus amigos junto a la chimenea. Decidió ignorar sus miradas y se sentó entre Neville y Dean. Había montones de libros sobre la mesa, aparte de pergaminos y plumas. Los más gruesos y densos estaban ante Hermione. Sin embargo, nadie parecía estar trabajando realmente en la tarea.

Los periódicos seguían pasando de mano en mano, y el tema de conversación era lo ocurrido en el Ministerio. Pese a que estaba cerrado a cal y canto, se había corrido la voz de lo que estaba pasando allí. Las ediciones vespertinas de la prensa estaban llenas de especulación sobre los pocos datos fidedignos que se tenían sobre el tema. Las fotos de militares armados en torno al edificio provocaban toda clase de reacciones. Todo el mundo estaba cuestionándose, aparte, qué quería hacer realmente Lucius.

Cuando Severus y los demás le habían dicho que posiblemente Lucius Malfoy tratara de aliarse con él, Harry no había sabido qué pensar. ¿Se suponía que debía perdonar todo cuanto había hecho? No estaba seguro de poder hacerlo, puesto que había intentado que le hicieran la eutanasia a Remus. Sabía bien que debía procurar mantener una visión amplia de las cosas... Pero ahora mismo le costaba mantener nada.

– ¡Pero es no puede ser legal! –protestó Hermione, mirando hacia Draco, que se encogió de hombros.

–Siempre estaba hablando de volver a hacer las cosas a la antigua usanza, pero nunca pensé que lo haría de verdad...

– ¿Puede realmente hacer eso? –Preguntó Hermione– ¿Tomar escaños simplemente ganando duelos? –miró hacia Harry, como si él pudiese responderle. Harry intentó recordar lo que Dumbledore y los demás le habían explicado Dumbledore y los demás. La niebla de su mente no ayudaba, pero intentó organizar sus pensamientos.

–Al parecer, si no hay un Ministro en el poder, el Ministerio revierte a antiguas formas de gobierno donde este tipo de cosas es legal.

–Pero es... –sacudió la cabeza y miró a Draco– ¿A la antigua usanza...?

–Me refiero a antes de que los muggles empezaran a influenciar tanto a nuestra sociedad –explicó. Había cierto prejuicio en sus palabras, que indicaban que había crecido escuchando aquel tipo de discurso– Antiguamente los líderes de la sociedad tomaban sus puestos por Derecho Mágico, antes de que los muggles cobraran importancia. Alguien tuvo la idea de empezar con el tema de las elecciones, y antes de que nadie pudiese reaccionar nuestro gobierno se había convertido en un nido de burócratas, en vez de guerreros.

–A eso se le llama democracia –le dijo Hermione. Draco hizo un gesto de indiferencia:

–La democracia y las elecciones es lo que nos pone en el poder a gente como Fudge.

– ¿Y tú crees que con tu padre estaríamos mejor? –bufó ella.

– ¡No he dicho eso! –protestó Draco– Pero en ocasiones, cuando todo se viene abajo, la única salida es empezar de cero.

– ¿Entonces, Lucius Malfoy puede tomar todos los escaños que quiera? –preguntó Hermione, horrorizada.

–Tiene que haber alguna limitación –masculló Dean– ¿Y si toma todos los puestos? ¿Se convertiría en Ministro por defecto o algo así?

La Piedra del MatrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora