Capítulo 39: Honor familiar

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Severus dejó sus habitaciones y caminó con ágiles zancadas por el pasillo iluminado de antorchas, pero cuando pasó ante el corredor oscuro que llevaba a los dormitorios de Slytherin se dio cuenta de que la noche aún podía ir peor. Lucius Malfoy le esperaba con una sonrisa fría en su pálida cara, el bastón de cabeza de plata fuertemente aferrado por la mano enguantada.

–Lucius –suspiró Severus– ¿Qué es lo que haces aquí todavía?

–Por favor, Severus –ronroneó Lucius– ¿es esa la manera en que saludas a un viejo amigo?

–No estoy de humor para jugueteos insustanciales, Lucius –ladró Severus. Lucius río con suavidad:

–Increíble, Severus, cualquiera diría que el matrimonio con un joven tan atractivo como el Señor Potter mejoraría tu humor. Ya veo que no es así. Tal vez el Señor Potter no sea tan extraordinario como nos han hecho creer...

– ¡Ahórrate las ironías! –Gruñó Severus– Tu hijo ya dijo más que suficiente al respecto.

Lucius se encogió de hombros, suspirando de forma teatral.

–Sí, sé que Draco puede ser un tanto ordinario a veces. Me temo que lo ha sacado de la familia de Narcisa. Pero no he venido aquí a charlar sobre tu matrimonio, Severus. Tengo que hablarte de negocios.

–No estoy interesado en ningún negocio que me quieras proponer –replicó Severus, alzando la vista al cielo­– Creo que mis lealtades fueron declaradas de forma inequívoca.

–Tus lealtades –musitó Lucius– Sí, supongo... aunque me pregunto a quién respaldas, Severus, ¿a Dumbledore, o a Potter?

– ¿Acaso importa?

Lucius volvió a encogerse de hombros, dando golpecitos con el bastón en su muslo, pensativo.

–Dumbledore tiene una ideología y sus propios planes. Potter, en cambio... –sonrió súbitamente– Eso casi puedo entenderlo. Hasta ahora no me había percatado de lo atractivo que se ha vuelto el joven. No puedo reprocharte que saltaras sobre la oportunidad cuando estuvo a tu alcance.

Severus sintió una rabia fría y sorda al oír aquellas palabras. El rubio parecía divertido e intrigado... algo que no le gustó nada en absoluto.

–Me parece difícil de creer que puedas compartir tal interés.

Lucius se río al oírle:

–Oh, créeme, Severus, no soy ciego. Siempre he preferido las mujeres, pero el Señor Potter tiene un aura de poder que no había visto desde...

– ¿Desde el Señor Oscuro? –finalizó Severus por él, mirándole con frialdad. Si pensaba en comparar a Harry con Voldemort es que realmente estaba ciego.

–Sí –asintió Lucius– desde entonces.

– ¿Cuál es el problema, Lucius? –Se burló Severus– ¿La rosa perdió su encanto?

Una expresión extraña cruzó los rasgos de Lucius, una sombra de incomodidad que Severus nunca había visto en él.

–El Señor Oscuro se ha vuelto loco, Severus.

–Siempre lo estuvo.

–No así –Lucius negó con la cabeza– Esto es distinto... inenarrable.

Severus le miró con incredulidad:

– ¿Estás pidiendo protección, Lucius? ¿Vas a unirte a Dumbledore...?

– ¡No! –Siseó Lucius con furia– ¿Unirme a Dumbledore y su patético bando de amantes de los muggles? ¡Nos tendría de rodillas y besándoles los pies!

La Piedra del MatrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora