Capítulo 63: El corazón sangrante

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Volvieron al castillo por el mismo lugar por donde habían marchado, siguiendo el camino oculto a lo largo del lago hasta la entrada secundaria donde Dobby les esperaba. Se le había unido Remus, que aguardaba ansioso mirando hacia la oscuridad en un estado evidente de nervios. Al ver a los tres recién llegados se apresuró a salirles al paso.

Sirius corrió a reunirse con Remus, abrazándole apretadamente. Harry vio que el hombre lobo parecía agotado. Seguramente se había quedado preocupado cuando Sirius se había marchado en respuesta a la llamada. No pudo menos que preguntarse dónde estaría Severus. ¿Sabría lo que había ocurrido aquella noche? Le preocupaba que no estuviese allí para recibirles también.

Segundos después Remus abrazaba a Harry apretadamente también, diciendo simplemente:

–Bienvenido a casa.

Harry sonrió agradecido, contento de volver a estar en terreno familiar.

–Te llevaré a tus habitaciones, Harry –le dijo Dumbledore una vez estuvieron en el interior del recinto y con la puerta bien cerrada a sus espaldas– Creo que cualquier conversación sobre lo ocurrido puede esperar hasta mañana. Todos necesitamos dormir. Sospecho que los próximos días van a ser complicados para todos nosotros.

Agradecido y sin palabras, Harry asintió. Se sentía agotado hasta el extremo. En aquellos momentos se sentía capaz de dormir una semana entera del tirón. Tras todo lo ocurrido, su mente estaba obnubilada, incapaz de procesar nada más.

Sirius y Remus se despidieron tras prometerle que se verían por la mañana, retirándose a sus estancias. Harry y Dumbledore se dirigieron hacia las mazmorras. Dumbledore le dejó en la puerta, apretándole brevemente el hombro. El anciano también parecía agotado. Cuando Harry entró, lo único que quería hacer era derrumbarse en el sofá y dormir. La cama parecía estar demasiado lejos. Suspirando, dejó el abrigo en el respaldo del sofá; sin duda los elfos domésticos se lo dejarían bien colgado antes de que a él le diese tiempo de arreglarlo. El fuego estaba encendido, y había velas encendidas que indicaban que Severus había estado allí antes que él. Se preguntó dónde estaría ahora. Quizás siguiera preparando pociones para la enfermería, se dijo. Entró al dormitorio y se quedó helado por la sorpresa ante la visión que se mostró ante sus ojos.

–Severus –susurró, horrorizado.

Severus Snape estaba sentado en el centro de la habitación, en el suelo. No llevaba nada salvo los pantalones, ni siquiera zapatos. Pero lo que le llamó la atención a Harry era la daga de brillo pérfido que sostenía contra su brazo. Las tiras plateadas aún seguían envolviendo la Marca Oscura, allí donde Dumbledore las había colocado meses atrás. Pero Severus estaba intentando alcanzar la carne por debajo de las bandas metálicas, intentando cortar la marca para arrancársela de la piel. La sangre brotaba de debajo de la protección y goteaba en el suelo, donde estaba formando un charco. Había en sus ojos una mirada salvaje, de locura, mientras cortaba su propia carne intentando alcanzar el corazón de la marca por debajo de las tiras. Alternaba gemidos de dolor con sollozos y maldiciones, mientras se intentaba liberar de aquel vínculo antinatural. El asombro de Harry se convirtió rápidamente en pánico.

– ¡Severus! –gritó, agarrando la daga para arrebatársela al otro. La lanzó al otro lado de la habitación de forma que rebotó contra la pared, dejando un rastro de sangre en su vuelo. Trató de contener la sangre que brotaba con sus manos. ¡Había tanta sangre!

– ¡Harry! –Gritó Severus, agarrándole de los brazos, como si no viese la sangre que estaba derramando, ni los intentos de Harry por impedirlo– ¡No me la puedo quitar, Harry! ¡No hay forma de quitarla! –su mirada estaba llena de locura. Harry sintió un repentino acceso de pánico mientras luchaba por liberarse de su presa para intentar restañar la sangre.

La Piedra del MatrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora