Gabriel estacionó cuatro casas más abajo de la de Renato y apagó el motor del auto. Era muy temprano y el pendejo estaba sentado en el asiento del copiloto con los ojos cerrados y la respiración pausada. Se había quedado dormido en el trayecto desde el departamento. Gabriel lo miró y le acarició la mejilla, disfrutando de la visión de los primeros rayos de sol de la mañana iluminando su cara.
Rio para sus adentros al notar la escena. No sabía cuándo se había vuelto así de boludo pero sabía que era por esa persona que estaba ahí sentada a su lado.
-Despertá, pendejo.- Lo llamó despacio.
Renato abrió un ojo despacio y comenzó a desperezarse en el asiento, abriendo grande la boca y bostezando con fuerza.
-Odio madrugar...- Se quejó.
-¿Querés ir a trabajar por mí?
-¿A comisaría? No, gracias... Si piso ese lugar sólo será con unas esposas puestas.
-No me des ideas que la última vez me lo pasé muy bien jugando con ellas.
Renato marcó sus hoyuelos recordando aquel día que Gabriel había disfrutado con él, las esposas y aquel juguetito nuevo. Miró por la ventanilla y enarcó una ceja.
-¿Vamos a visitar a mis vecinos?
-No quería estacionar frente a tu casa por si nos veía alguien.
-Relajate, mi vieja ya se debe haber ido a laburar y mis hermanos ya saben quién sos.
-Bueno... escuchá, ¿nos vemos esta noche? Quiero ser el primero que te desee feliz cumple cuando den las doce.
Al día siguiente era quince de septiembre, el pendejo iba a cumplir veintiún años y él se moría de ganas por destejarlo con él de un modo muy personal...
-No puedo.- Dijo Renato rompiendo su burbuja.- Con la familia de mi mamá siempre nos juntamos a celebrar a media noche, porque un primo mío y yo cumplimos el mismo día, ¿viste? Y es algo así como una tradición.
-Oh...- Se limitó a decir con pena.
A veces se olvidaba que Renato tenía más vida a parte de él, que su vida no había comenzado el día que se conocieron.
-Pero podemos vernos mañana.- Se apresuró a decir Renato.- Comer algo rico por ahí y beber unas cervezas...
-Querés decir... ¿co-como una cita?
Renato pudo notar cómo un destello de pánico cruzaba por los ojos verdes de Gabriel al imaginarse a los dos en público pudiendo dar a entender que eran algo más que amigos.
-No, bueno, como una cita no...- Quiso aclarar rápido.- Sólo seremos dos amigos de celebración, nada más, te lo prometo.
-De acuerdo... Te llamo mañana ¿sí? Y vemos.
-Dale.
Renato se inclinó hacia él haciendo trompita y demandando un beso que Gabriel le dio gustoso.
-Salí del auto o llegaré tarde a comisaría.
Renato le dio otro beso rápido y salió del coche, gesto que aprovechó Gabriel para darle una palmadita en el trasero mientras se bajaba. Encendió el motor y miró la hora que marcaba el auto. Iba a tener que manejar deprisa si de verdad no quería llegar tarde.
...
Antes de que Renato metiera la llave en la cerradura de la puerta de su casa, esta ya se estaba abriendo dejando ver a una apurada Bruna que llevaba una tostada en la boca, la mochila al hombro y las gafas torcidas.
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Volver a jugar
RomanceRenato es un chico rebelde y grafitero de 20 años. Gabriel, un policía de 27. Nunca pensaron que el destino y una pintada los uniría tanto... ... Muchos creen que el destino es una cadena de sucesos, uno detrás de otro, que empujan a una persona a s...