33.- No te duermas

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Gabriel no terminó de llegar a la puerta de entrada. Alguien había colado un sobre bajo el hueco entre la puerta y el suelo. Se agachó confundido a recogerlo y el corazón se le paró.

Era un sobre con la letra de Renato.

Lo agarró con las manos temblorosas y el corazón comenzando a latir deprisa, fuerte, tan fuerte que le retumbaba en los oídos. Sí, era la letra de Renato. Acababa de dejarle un mensaje.

Unió las piezas en su cabeza y abrió rápido la puerta del departamento esperando verlo, alcanzarlo, deseando que todavía estuviera allí para darle una explicación. Pero no había nadie. Sólo el pasillo vacío y las puertas del ascensor abiertas.

Volvió a entrar en el departamento, con el sobre entre las manos y la respiración agitada. Renato había estado ahí hacía sólo unos segundos. Lo había tenido a escasos centímetros y no se había dado cuenta...

Se sentó en el sofá, con la mirada fija en ese sobre que por fuera simplemente decía "Gabriel". Respiró hondo, todo lo hondo y fuerte que los nervios le dejaban, intentando calmarse y que su cerebro volviera a funcionar de forma racional. Abrió el sobre con lentitud y agarró la hoja que había dentro escrita por él, por su pendejo.

Dios... qué bien sonaba volver a llamarle así en su cabeza.

Tomó aire y leyó lo único que había escrito en aquel papel blanco:

"No te duermas, Gabriel. Sigo acá. No te duermas".

En su cabeza la voz de Renato seguía retumbaba diciendo bajito aquellas palabras escritas en papel. Era su pendejo hablándole...

Dejó salir despacio el aire entre sus dientes, intentando calmar sus nervios. Y tuvo que arrugar la frente cuando vio que dentro del sobre había algo más.

Había unas fotografías polaroid, fotografías de cada uno de los lugares donde...

No terminó de verlas y ya estaba vistiéndose rápido con la primera ropa que encontró, intentando que el corazón no se le saliera del pecho. El cansancio se le había pasado de golpe y en su cabeza sólo había espacio para Renato. Agarró las llaves y salió de casa dando un enérgico portazo con la mano y sosteniendo el sobre con la otra.

Tardó un rato en llegar al bar. No lo pisaba desde que estaba con Renato y sus ojos inconscientes los buscaron entre la gente. Pero no estaba. Entró en el baño y su mirada vagó por cada rincón del lugar, buscando lo que había reflejado en una de las fotos que le había hecho llegar Renato.

Y lo encontró. Allí estaba, escrito en uno de los azulejos de ese baño que había sido testigo de aquella primera vez que se besaron con ansia. Allí estaba ese mensaje que decía simplemente "No te duermas".

Pasó los dedos pos esas palabras, mirándolas delante de él y su reflejo en la fotografía

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Pasó los dedos pos esas palabras, mirándolas delante de él y su reflejo en la fotografía. Renato las había dibujado para él.

Metió todo el aire que pudo en sus pulmones y dando una bocanada grande miró a su alrededor. Ese lugar era mucho más que un baño, era el lugar de su primer beso, de su primer garche, de la primera vez que no necesitó estar en pedo para estar con un hombre porque todo se sentía demasiado bien y natural. Porque era con él, con su pendejo, con Renato.

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