27.- "Volver a jugabriel"

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No entendía qué acababa de vivir. Qué acababa de pasar a las puertas del edificio de Gabriel. Un día se creía el rey del mundo, que podían con todo, que batallarían cualquier molino de viento que se pusiera delante de ellos. Y al otro día el miedo y la incertidumbre invadían su corazón al ver cómo la persona que amaba apartaba la mano de él.

Y dolía. Porque ese pequeño gesto, ese detalle insignificante, era la prueba viviente de todos los temores que le oprimían el pecho y le dejaban sin respiración. Esos temores que hacían que le hubiese pegado una trompada en la jeta a Thiago o que ese viaje en ascensor al departamento de Gabriel se estuviera haciendo excesivamente largo y tenso.

Las palabras de su exnovio no dejaban de retumbar en su cabeza mientras cruzaba el umbral de la puerta y Gabriel se dirigía a la cocina a servirse un vaso de agua.

Renato se mordió el labio mientras se sentaba en el sofá y le observaba de lejos, moviéndose de forma pausada por el lugar, como si tuviera la cabeza tan en su mundo como él. Gabriel se acercó y se sentó en el reposabrazos del sofá, todavía con el vaso de agua en la mano y la mirada un tanto perdida.

-Hablé con Leandro hoy.- Dijo de pronto.

-¿La beba está bien?

-Sí, Fran está perfecta, enseguida las mandarán a casa a las dos.

-Me alegro.

Silencio. Gabriel pasaba sus dedos por el borde del vaso distraído y a Renato ese silencio incómodo le iba matando poco a poco.

-¿Tu viejo?- Se atrevió a preguntar.

Gabriel suspiró y dejó el vaso encima de la mesa baja que había junto a ellos.

-No me habla. Ni si quiera deja que Leandro hable de mí.- Renato podía notar cómo el tono de voz de Gabriel comenzaba a bajar de a poquito.- Creo que para él es más fácil fingir que no existo a enfrentar la realidad.

-Es un cobarde...- Los ojos verdes de su novio conectaron con los suyos, turbados.- Perdón.

-No, no. Tenés razón...- Aceptó Gabriel.- Preferiría que me puteara y me dijera de todo antes que este silencio.

-Ya...

Renato tragó saliva pesadamente. Esa conversación no iba para nada bien, no se sentía natural, no se sentían ellos. Se rascó la cabeza, buscando algo que hacer mientras sus ojos evitaban mirarse y sus cuerpos parecían a kilómetros de distancia.

-Quería decirte algo.- Susurró Gabriel.

-Sí, decime.

Sus palabras pedían una información que no sabía si iba a ser capaz de soportar. Sentía que el miedo se apoderaba de él cada segundo, cada palabra que Gabriel decía o se callaba.

-Lo que le dije a Lean es verdad.- Dijo de pronto.- Lo nuestro es algo muy reciente y muy loco que nos pegó tan rápido y tan fuerte que no nos dio tiempo a digerirlo.

-¿Y eso es malo?- Preguntó temeroso.

-No. No lo sé.- Admitió Gabriel.- Vení.- Le tendió una mano y Renato se levantó haciendo caso a su llamada, entrelazando sus dedos y acercándose a él.- Sólo sé que cuando no estás, te extraño...

Renato soltó una risita nerviosa, dejando salir ese nerviosismo y miedo contenido.

-Y yo te extraño a vos. Pero ya pasamos media vida juntos...

-Ahí quería llegar...- Gabriel metió la mano en el bolsillo de su pantalón, sacando su mano apretada en un puño.- No quiero que malinterpretes esto, ¿sí? Ni que te asustes o te vuele la cabeza.

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