16.- Detalles

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Siente una corriente de aire frío correr por entre los dedos de sus pies y tiene la necesidad de recoger sus largas piernas y meterlas bajo las mantas de la cama, donde encuentra el calor de sus cuerpo. Renato abre un ojo despacio. Está amaneciendo y la luz de la calle comienza a filtrarse por las cortinas de la habitación de Gabriel.

Gabriel... Está tumbado boca abajo en la cama, con los brazos extendidos bajo la almohada y la boca entreabierta dejando salir el aire de sus pulmones despacito. Renato sonríe y se acerca a él. Los rulos le caen despeinados sobre la frente y tiene los labios secos, seguramente por dormir con la boca abierta toda la noche.

Se incorpora ligeramente, apoyando la cabeza en una mano y comenzando a recorrer la espalda desnuda de Gabriel con la otra. Su espalda ancha y sus hombros marcados están algo bronceados y Renato siente que podría aferrarse a ellos eternamente. Dibuja un camino invisible con sus dedos desde su nuca hasta su trasero, donde la manta de la cama tapa lo que para Renato es uno de los mejores atributos de Gabriel. Y se detiene a medio camino es esos lunares chiquititos que salpican la espalda del hombre que duerme a su lado. Recorre cada lunar uno a uno, acariciándolos con las llemas de sus dedos como uniéndolos formara un dibujo.

Sonríe cuando las caricias hacen que Gabriel se remueva todavía adormecido cambiado de posición y dejando ver uno de sus musculados brazos. Renato continúa su camino por esos tres lunares que parecen estrellas en el firmamento y que remarcan todavía más los brazos trabajados de Gabriel.

Y no puede creer que esté haciendo eso. Él, que hasta no hace mucho tiempo dormía en la cama de un chongo cualquiera cada noche, sin importarse quién era o si lo volvía a ver. Y ahora está ahí, acariciando esa espalda y guardando en su memoria cada lunar, cada marquita, cada detalle.

Detalles...

La voz de Valentino resuena en su cabeza y por primera vez en su vida siente que comprende las palabras de su hermano.

Ha pasado la noche con mil tipos y con ninguno hizo nunca ese gesto tonto que está haciendo en ese momento. Gabriel vuelve a removerse, esta vez más despierto, y Renato se inclina para dejar pequeños besos en lo que hasta hace un momento era su lienzo personal y particular.

-Buen día.- Le sonríe cuando Gabriel intenta enfocarlo, todavía con los ojos entrecerrados.

-¿Qué hacés despierto tan temprano?- Susurra con la voz pastosa.- ¿No tenés sueño?

Renato se encoge de hombros y observa detenidamente cada movimiento que hace el mayor para desperezarse, dejando ver nuevos lugares de su cuerpo, nuevos lunares, nuevos detalles. Y Renato quiere gravarlos todos en su cabeza.

-Me cuesta dormir cuando hay luz.- Dice señalando la ventana.

-Perdón.- Gabriel bosteza y parpadea varias veces para mirarlo bien.- Suelo dormir con la persiana levantada.

Renato sacude la cabeza restándole importancia, todavía mirando el cuerpo desnudo de Gabriel a su lado.

-Y me entró un poco de frío.- Confesó con un fingido puchero.

Gabriel le sonríe y se acomoda bajo las mantas, invitándole a acercarse a él.

-Vení acá.

Tarda menos de nada en acurrucarse junto a él y taparlos a los dos, apoyando la cabeza en su pecho y comenzando a acariciar el bello que Gabriel tiene en el torso.

-Gracias por lo de ayer.- Dice de pronto.- Fue el mejor cumpleaños de mi vida.

Lo decía en serio. No recordaba un cumpleaños más especial y sorprendente que el que había vivido el día anterior. El desayuno con su familia, la comida, el paseo por Tigre, las cervezas, la velita de cumpleaños, el pincel, la pared, Gabriel...

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