34.- Reconquista

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Le dio la mano al hombre que estaba oficiando ese acto de entrega de premios y sonrió junto a él ante la cámara de un par de fotógrafos que la agencia del concurso había contratado. Sonrió y sintió que era la sonrisa más fingida que había hecho en toda su vida. Si no fuese fisiológicamente imposible juraría que ni si quiera sus hoyuelos se estaban marcando.

Dio un pasito atrás dejando el protagonismo al hombre que hablaba a su lado e intentó que sus pensamientos dejaran de girar hacia Gabriel. Le había gritado "No te duermas" en medio del living del hotel como un pelotudo desesperado. Pero es que estaba desesperado por hacerle ver que estaba ahí, que seguía ahí esperándole.

Y en ese momento en el que su cerebro estaba casi desistiendo por seguir esperándole, Renato escuchó cómo las puertas del salón de actos se abrían de par en par.

Todo a su alrededor se quedó en silencio y sus sentidos sólo estaban atentos a cómo Gabriel recorría el pasillo central corriendo hasta él.

-Gabi... ¿Qué...?

No entendía. No entendía qué hacía Gabriel subiendo de un salto ágil encima del escenario hasta llegar a su lado. Ni tampoco entendía sus ojos verdes llenos de confianza y decisión. Nunca había visto que Gabriel lo mirase de esa forma tan... real.

Y antes de que pudiera preguntarse nada más, Gabriel había rodeado su cintura con las manos y lo estaba besando.

Un segundo tardó su cerebro en reaccionar a lo que estaba pasando. Y es que Gabriel había mandado a la mierda todo y lo estaba besando en medio de todo y de todos, besándolo a él, a su pendejo. Le había hecho caso y no se había dormido.

Sus labios le respondían necesitados y urgentes. Dios. Cómo había extrañado besar a Gabriel...

Se separaron un segundo con la respiración agitada y pudo ver su sonrisa de idiota reflejada en los ojos de Gabriel.

-No te dormiste...

Fue lo único que supo decir, como si esa pequeña frase recogiera toda la maraña de sentimientos que había en su corazón a punto de explotar.

Sintió cómo Gabriel le acariciaba el pelito detrás de su oreja y sus dedos acariciaban su nuca, provocándole un suspiro bajito de placer. Juntó la frente junto a la de él y tuvo que morderse fuerte el labio inferior para no gritar de emoción contenida.

-¿Volvemos a jugar?

Una risita se le escapó al escuchar esa frase antes de volver a besarlo como respuesta. Y Gabriel le correspondía fuerte y ávido de él.

El flash de una cámara llegó hasta Renato aunque tuviera los ojos cerrados y ambos se separaron, siendo por fin conscientes de la realidad que los rodeaba.

Todo el salón de actos los miraba.

Sus ojos volaron inconscientes hasta su familia. Bruna apretaba fuerte el brazo de Valentino con sus ojos llenos de emoción y pudo ver cómo su hermano le guiñaba un ojo desde la distancia. Su madre no podía cerrar la boca de la sorpresa y junto a ella su padre y Dolores reían nerviosos y sorprendidos.

Vio a Fausto y Agustina en una de las últimas filas de pie y con una sonrisa de oreja a oreja.

Guillermo y Pedro aplaudían desde el fondo, con los brazos en alto y una sonrisa enorme en la cara. Aunque Matías, el compañero de Gabriel, parecía que le habían sacudido con un bate en la cabeza. Simplemente parpadeaba rápido sin poder cerrar la boca de la sorpresa.

Muy cerca, junto a la puerta, estaba el hermano de Gabriel con su mujer y la beba en brazos, los dos mirándoles con amor. Y a su lado pudo distinguir a aquella mujer que vio hace semanas en el hospital y que tenía los mismos ojos de Gabriel. Tenía una expresión en la cara de tal sorpresa que parecía no reaccionar. Alejandro Gallicchio, en cambio, sólo negó con la cabeza, mirando a su hijo decepcionado. Y una punzada de dolor amargo le invadió el estómago al ver cómo el padre de Gabriel los miraba así.

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