18.- Grafiti

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La cerveza fría atravesaba su garganta dejando ese característico amargor en él que tanto le gustaba. Dejó la jarra en la mesa con un golpe seco y miró a su alrededor mientras se relamía los labios y quitaba el sobrante de alcohol y espuma de su boca. El bar estaba lleno de gente que bebía licuados, jugos y birras en la barra o junto a las mesas. Un pequeño escenario al fondo era el centro de atención de todos los presentes, donde una pareja cantaba una melodía entre miradas de amor.

Suspiró recordando a Renato. Últimamente todo lo que escuchaba, veía o sentía le recordaba a él. Y ese día no era la excepción. El recuerdo de los gemidos del pendejo en su oído mientras se retorcía de placer bajo él en el asiento trasero del patrullero no dejaban de taladrar sus oídos. Todavía podía sentir su piel sudorosa, las esposas resbalando por sus muñecas y su culo caliente y apretado. Si cerraba los ojos incluso podía ver las luces de la sirena iluminando aquella calle oscura y vacía.

La voz de Gastón llamándolo fue lo único que lo sacó de sus pensamientos. Se acercaba a él con una jarra de cerveza en la mano igual a la suya y su característica sonrisa amable en la cara.

-¿Qué pasa, cabezón?- Gabriel dio un sorbo mientras veía cómo su amigo se sentaba junto a él en una de las mesas altas del bar.- ¿Renato te dejó libre un ratito para poder quedar con tus amigos?

-Sos un boludo...- Intentaba sonar molesto, pero su sonrisa le delataba.- Exagerás un poquito, ¿no creés?

-Y... desde que sé que estás con él casi no te veo. Pero no te culpo.- Gastón le guiñó un ojo sugerente.- Los inicios de las relaciones son lo más divertido...

-Callate.

Gabriel quería sonar molesto, pero la sonrisa de su cara seguía delatando su buen humor. Y es que hablar del menor, pensar en él, le hacía parecer un completo idiota enamorado de quince años.

-Te diría pollerudo pero no sé si ese adjetivo es válido para los gays.

-¡Basta!

Tuvo que esconder su risa tras la jarra de cerveza. Era extrañamente nueva y placentera esa sensación de poder hablar abierta y libremente de Renato y su relación con alguien. Como si fuera normal. Como si estuviera bien lo que hacía.

-Era joda, lo sabés.- Gastón miró a los lados mientras daba un sorbo largo.- Che, es la primera vez que vengo acá, me gusta el sitio.

-A mí también.- Coincidió Gabriel.- Lo descubrí hace unos días con Renato cuando celebrábamos su cumpleaños.

-Medio raro el nombre, me costó encontrarlo. ¿Qué significa Bar Blasnior?

-No lo sé.- Gabriel se encogió de hombros mirando el bar. Le gustaba el sitio.- Pero tiene onda, me gusta. Es un sitio de esos que sentís que lo conocés de siempre.

-Sí... te entiendo. Pero hablemos serios un segundo. ¿Qué pasa con el pendejo?

-No te entiendo.

-Sé que están juntos y el otro día viendo el partido en tu departamento... bueno, eso, se nota que hay algo especial entre ustedes.

-Estamos de novios...- Susurró Gabriel sin entender muy bien el punto al que quería llegar su amigo.

-Lo sé, están de novios, pero... ¿Selen por ahí? ¿Hacen algo además de coger todo el día a todas horas en tu casa?

-No vivimos calientes...- Gastón le miró incrédulo.- Bueno, puede que un poco, pero todas las relaciones son así al principio, ¿no?

-Sí.- Aceptó su amigo.- Pero también se hacen actividades que incluyan llevar ropa puesta y tener que salir a la luz del sol.

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