17.- Provocación

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-¿Qué ocurre?

La voz de Valentino le sacó de sus pensamientos y lo miró con las cejas juntas y cierto miedo en la cara. No sabía cuándo pero había pasado. Y la emoción y el temor se mezclaban en su panza provocando que su corazón latiera deprisa.

-Creo que estoy enamorado de Gabriel.- Valentino soltó una risita y se sentó en la cama junto a él.- ¿Qué? ¿Qué pasa?

-Pasa que hace rato que me di cuenta.

Su hermano le dio una palmadita en la pierna y lo miró con suspicacia.

-¿Tan obvio soy?

-Todos somos obvios cuando nos enamoramos...

Renato asintió en silencio, mirando la pelota que tenía entre las manos como si en ella estuvieran las respuestas a todas las dudas que pasaban por su cabeza.

-Tengo miedo, Valen.- Confesó por fin.

-¿Miedo? ¿Miedo de qué?

-De lo que siento por él...- Reconoció con un hilo de voz.- A lo fuertes que se están haciendo esos sentimientos.

-¿Y eso es malo?

-¡Sí! Sí lo es...

-¿Por qué?

-¿Qué pasa si...? ¿Qué pasa si él no siente lo mismo?- Preguntó angustiado.- ¿Qué pasa si nunca se atreve a blanquear lo nuestro y sólo soy el pibe con el que pasar el rato?

-Tato...- Su hermano le acarició el pelo intentando calmarlo.- Dejó a la novia por vos.

-Lo sé.

-Te preparó un cumpleaños que ni yo a Cami...

-Lo sé, pero...

-Mierda, Tato, pero si hizo un trío con Cerati sólo por volver a estar con vos.

Renato soltó una carcajada antes la última frase desesperada de su hermano por convencerlo. Sí, Gabriel había hecho todo eso y mucho más por él. Y una parte dentro suyo sabía con certeza que lo que sentía por él era recíproco, que ese yuta hermoso también se estaba enamorando de él. Pero entonces los miedos taladraban su cabeza y le hacían angustiarse. No podía evitarlo.

-El amor nunca acaba bien.- Dijo como si eso zanjara el tema.- Sino mirá a los viejos.

-Que entre ellos las cosas no funcionaran no quiere decir que no exista el amor.

Renato suspiró escuchando a Valentino. Sabía que su hermano estaba en lo cierto, pero el temor seguía anclado en su panza.

...

Gabriel recogía la mesa con suma eficiencia intentando distraerse así de los continuos comentarios de su madre. Toda la comida se la había pasado preguntándole por Antonella y buscando una explicación lógica al por qué su hijo había puesto fin a esa relación. Gabriel limpiaba el mantel de la mesa quitándole los restos de comida con un paño mojado y rodando los ojos cada vez que el nombre de su exnovia salía de la boca de su madre.

-Es que no lo entiendo, hijo. De verdad que no.

-Mamá, ya es suficiente...- Leandro le lanzó una mirada reprobatoria a su madre mientras se llevaba los platos sucios a la cocina.- Dejalo tranquilo.

-¡Pero si no dije nada!- Se quejó la mujer.- Sólo intento comprender.

-No hay nada que comprender, ma... La relación no daba para más y decidí cortar.

-Pero hacían una pareja tan linda...

Gabriel puso los ojos en blanco, suspirando al escuchar a su madre decir esa frase una vez más.

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