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Kirishima se la había pasado básicamente todo el fin de semana pegado a Bakugou, si bien no era algo que molestara al cenizo en demasía, si había estado muy distraído.

El pelirrojo había notado eso el mismo sábado que le llevó el desayuno a la cama. Ese día no tocaron el tema de lo sucedido la noche anterior, ni al día siguiente, y al siguiente.

Estaba un poco asustado por eso ¿acaso Bakugou estaba enojado con él? Imposible, ya lo habría mandado a volar hace mucho. ¿Había hecho algo mal? Según recuerda, no, pero aún así nada se lo confirmaba.

En los vestidores, mientras se acaba la parte superior del uniforme para ponerse el de gimnasia, Mineta rompió el hielo con su comentario.

—Al parecer alguien lo pasó bien —dijo altamente, señalando la espalda y cuello de Kirishima —¡Qué envidia! Ah ¿¡por qué a mí no me pasan esas cosas!? ¡las chicas ni caso me hacen! Digo... ¡soy pequeño, debería ser adorable!

Kirishima quedó pálido, quedándose tan quieto como una estatua. Hasta que Bakugou habló.

—Porque nadie querría estar con alguien cómo tú, seguramente —respondió de manera brusca y seca —Nadie está tan demente.

—¡Eso lo dices tú! —gritó el bajito de vuelta, ofendido —¡Además, seguro ninguna chica se fijará en ti por tu carácter de mierda!

—¿Ah?

En ese momento, Mineta sintió el verdadero terror.

La tensión podía sentirse en el aire. Kirishima levantó su mano un poco temblorosa, apoyándola sobre el hombro del cenizo para intentar corregir al más bajo, negándole lo que había dicho.

Pero él se adelantó con otro grito.

—¡Anda, Kirishima! —insistió, apretando los puños con fuerza —Dinos ¿Tenía pechos grandes? ¿y su trasero? ¡Vamos!

Bakugou apretó fuertemente los labios. Claro, Kirishima debería estar con una chica.

Quitó de manera brusca la mano del pelirrojo, tomó sus botas para, luego de ponérselas, salir de allí.

Todos se quedaron callados por unos instantes, mirando atentamente la situación. Aunque un chico en especial sonrió, entendiendo perfectamente lo sucedido.

Luego de que el cenizo haya salido de allí, el bullicio inundó el lugar. Kirishima salió tras Bakugou, quien para su suerte, estaba caminando no muy lejos de ahí.

—¡Hey, blasty! — grita Kirishima. Cuando Bakugou voltea, le sonríe dulcemente para animarlo un poco —No es piña ni es mora, es tu carita... ¡La que me enamora!

—¿Eso es todo? —pregunta, su voz suena sorprendentemente seria. Kirishima no responde —Bien.

Bakugou no le respondió cómo siempre, solamente le miró de manera indiferente, para posteriormente irse se ahí.

Definitivamente, algo malo había pasado

Gran idiota | kiribaku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora