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En la habitación de Bakugou, dos seres extraños se encontraban discutiendo algo de suma importancia.

—Kirishima... —intenta decir el cenizo.

—No.

—¡Tienes que dejarme, shima! —alega, comenzando a perder la paciencia.

—Ya te dije que no. —pero el pelirrojo no quería seder.

—¡Lo harás quieras o no!

—¿Por qué tanta obsesión con eso?

—¿¡Ah!? —sí, definitivamente había detonado la bomba —¡Sólo quiero que me dejes ser el puto activo! ¿¡Qué mierda tiene de malo!?

Kirishima llevó una mano a su pecho, indignado.

—¡Que valoro la virginidad de mi culo!

Esa probablemente era la discusión más varonil que habían tenido, claro que sí.

—¡Egoísta!

Bakugou se lanza a su cama, abrazando una almohada fuertemente mientras ocultaba su rostro.

—Oye, bebé... —le llama Kirishima, sentándose al borde de la cama —Yaaah, no te enfades.

—Jódete.

—¡Bueno! Cuando se te pase el enojo habl... —pero no termina de hablar cuándo su novio se abalanza sobre él, tapándole la boca con la palma de su mano.

—Te atreves a decir una jodida palabra, te mataré —amenaza, para luego sentarse en las piernas del menor —Ahora, quiero mimos.

Kirishima soltó un suspiro, quitó la mano que su novio tenía en su boca, y dejo un beso en ella.

—Eres un mimado, suki. —comenta, acariciando su cabello y repartiendo cortos besos por su rostro. —Muy mimado y caprichoso.

—Es tú culpa. —alega él, acurrucándose en sus brazos mientras señala sus labios —Dame un beso.

—¿Y si no lo hago? —inquiere Kirishima, enarcanddo una ceja.

—Pero, shima... —le llama, abultando sus labios levemente —Si me das uno, te confesaré algo.

—Mhh, bien —cedió, inclinándose para dejar un casto beso sobre sus labios —Ahora, confiesa te y te daré los besos que quieras.

El cenizo frunce el ceño, inconforme. Pero aún así, sonrió mientras acercaba su rostro al cuello de su novio, sus labios rozaban dicha zona.

—Eres como el chocolate, shima —dice, dejando un beso en su cuello —Para mordisquear, lamer y comer.

—Ah ¿sí? —pregunta él, recostando a Bakugou sobre la cama.

—Sí.

—¿Entonces qué esperas?

Y así comenzaron a besarse con desespero, llenando la habitación del mayor con jadeos involuntarios, resonando por cada esquina del cuarto.

Mientras que al otro lado de la puerta, Denki se quedó con la mano en el aire, incapaz de tocarla.

Probablemente escuchar a sus amigos cojer era peor que oír a tus padres hacerlo.

Gran idiota | kiribaku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora