Me he sumergido en el profundo silencio de una bañera llena, en un intento de callar todo lo que hay a mi alrededor. Pero, como siempre, mis pensamientos hacen más ruido que cualquier otro. Escucho sus gritos incesantes, a rebosar de palabras hirientes hacia mi persona, en forma de eco. Escucho los míos, pidiendo clemencia no correspondida. Siento sus cálidos besos como mordiscos, sus suaves manos como puños, el tacto de sus caricias como golpes. Uno tras otro contra mi cuerpo, pintando mi piel de distintos tonos morados. «Me quiere», me repito a mí misma hasta caer en un bucle del que no logro salir.
Me quiere.
Dejo escapar todo el aire retenido en mis pulmones, viendo como sube a la superficie convertido en burbujas de varios tamaños. Parpadeo y continúo observando el techo blanco del cuarto de baño que hay al otro lado del agua. Al otro lado del pequeño mar en el que intento ahogarme todos los días, sin éxito.
Mis pulmones comienzan a arder por la falta de oxígeno. Cierro los ojos con fuerza y aguanto. Los segundos pasan y una parte de mí quiere salir, pero otra no. Saco la cabeza fuera del agua y respiro hondo al mismo tiempo que me agarro de los bordes de la bañera. Toso un par de veces y me incorporo hasta quedar sentada. Paso las manos por mi cabello, echándolo hacia atrás. Flexiono las rodillas y me las llevo al pecho, para después abrazarme a mí misma. Acaricio con las yemas de mis dedos el hematoma que tengo en mi brazo izquierdo.
Aún duele.
Unos pasos posicionándose a mi lado izquierdo llaman mi atención. Miro y le veo a él, empuñando su cinturón.
Y por siempre dolerá.
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Luna de miel
RomanceWendy lucha para salir de una relación tóxica con ayuda de sus seres queridos y de un chico muy borde que se encuentra cada día en el ascensor. * Wendy Martínez está atada a una relación que no tiene rumbo, que no llegará a ningún puerto y que está...