🌻 Capítulo 43

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Mis manos y piernas tiemblan, una inexplicable tiritera se aloja en mi interior, haciéndome castañear los dientes. Noto como Saray intenta calmarme por medio de sus caricias en mi espalda mientras ascendemos por las escaleras del edifico en el que reside Daniel y su familia, y como mi rostro está reseco y pegajoso por las lágrimas que he soltado minutos atrás.

Poco después de recibir esa llamada de la policía, me he puesto tan nerviosa que necesitaba comprobar por mí misma que él se encontraba bien, así que no he tardado en quitarme el pijama y ponerme mi ropa de nuevo. Bruno se ha ocupado de despertar a las chicas, quienes entre gruñidos y un par de insultos dirigidos hacia el muchacho, se han acabado levantando del colchón a duras penas sin saber qué diantres estaba sucediendo. Cuando mi amigo les ha explicado la situación, entre los tres han estado probando de varias maneras tranquilizarme, todas ellas sin éxito. Las lágrimas cubrían mi rostro por completo y no dejaban de salir, apenas podía articular palabra y lo único que lograba pronunciar era el nombre del hermano pequeño de Lucas. Incluso he estado llamándole, no obstante, la voz robótica del contestador me indicaba que el móvil estaba apagado o fuera de cobertura.

Enseguida, y sin perder ni un solo segundo más, pusimos rumbo hacia el hogar de la familia Armendáriz con el coche y, a pesar de que cuando hemos llegado al portal he tenido la oportunidad de preguntarle a Fernando si se encontraba su hijo en casa por medio del telefonillo, no he sido capaz por toda la ansiedad que circula por mi cuerpo sin nada que la frene. Ni siquiera pienso como debería; son casi las tres de la mañana y he despertado y preocupado al padre de los chicos solo porque yo quiero saber si Dani está sano y salvo. Espero que así sea.

En el momento en el que ponemos un pie en el último escalón que da comienzo a la planta correcta, puedo ver a Fernando con cara de sueño esperándonos justo en la entrada de su piso, con la puerta entreabierta, y la luz del pasillo iluminando la estancia por fuera. No sé qué pensará este hombre de mí ahora mismo, no sé si me estará odiando por desvelarle a estas horas de la mañana o qué, pero me tiene bastante inquieta. No quiero caerle mal por esto, sé que me he dejado llevar demasiado por mis emociones....

—¿Va todo bien? —me pregunta, preocupado, cuando nos posicionamos enfrente de él.

Niego con la cabeza, trago saliva y hago el esfuerzo de no llorar.

—¿Está... está Dani en casa? —La voz se me quiebra a mitad de camino.

—Sí, claro —confirma—. Está durmiendo, ¿por qué?

El suspiro de alivio que sale de mis adentros resuena por todo el lugar y mis amigos me miran con el mismo sentimiento dentro, aunque ellos ya me habían estado diciendo que no tenía por qué ponerme de esta forma, que seguro que Víctor no le había hecho nada. Pero era el miedo el que estaba actuando, no yo.

—¿Qué pasa? —Un Lucas somnoliento hace acto de presencia detrás de su padre—. ¿Wendy? ¿Qué haces aquí?

Vuelvo a tragar saliva y, en cuanto abro la boca para responder su pregunta, el sonido de la puerta de una de las habitaciones de la casa abriéndose, capta mi entera atención. Miro hacia allí de inmediato, donde Dani aparece restregándose uno de sus ojos al mismo tiempo que camina con los pies arrastras y muy lentamente hacia aquí. Mis piernas actúan por sí solas, sin esperar a que mi cerebro les mande una orden. Me desplazo corriendo hasta donde se encuentra el joven rubio y me abrazo a su torso con fuerza, provocando que este pegue un salto hacia atrás debido al susto.

Él tarda en corresponderme, pero cuando lo hace, lo hace con mucha fuerza. Me aprieta contra su cuerpo todo lo posible, haciendo que mi mejilla derecha se pegue a su pecho sin intención alguna de moverse de ahí. Cuando siento que las lágrimas descienden sin cesar y que Dani busca mis ojos, aparto los brazos de detrás de su espalda y me tapo el rostro; ahora me da hasta vergüenza el hecho de haberme dejado llevar por el temor. Daniel debe de pensar que soy una dramática exagerada... ¡Qué tonta soy, joder!

Luna de mielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora