🌻 Capítulo 54

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Paseo pasillo arriba y pasillo abajo en el hogar de los Armendáriz mientras que espero a que lleguen con Daniel a casa. Después de una semana y media ingresado, hoy le han dado el alta. No he podido verle en todo este tiempo, pues ha estado en la UCI y los médicos pedían muy poco tiempo de visita y solo una persona que fuese familiar cercano, así que ha entrado su madre unos días y su padre otros. Su estado aún era frágil luego de esa parada cardiaca, corría el riesgo de sufrir otra y no contarlo. Así que por mucho que el resto quisiéramos verle, hemos respetado todas estas limitaciones por su bien y para que se recuperarse lo mejor y más pronto posible. Eso sí, no ha habido día que no preguntase por mí, estaba deseando levantarse de esa camilla, salir del hospital y poder verme.

Sully sigue mi trayectoria con la cabeza, sentado en el umbral de la puerta del dormitorio de Dani. En estos días me he acostumbrado a la presencia del perro y el temor que siento por él ha ido disminuyendo considerablemente, he ido en más de una ocasión a pasearlo con Lucas; una de esas veces me dejó llevar la correa, pero el tirón que pegó al ver a un gato meterse debajo de un coche casi acaba conmigo tragando suelo. Fue una situación graciosa para mi cuñado, para mí no, desde luego.

En cuanto al tema relacionado con Víctor, los policías dieron con el lugar donde se estaba alojando; una habitación de hotel en la que no encontraron nada ni nadie cuando llegaron, se les escapó de nuevo y seguimos sin buenas noticias al respecto. Por eso, estos días no me he quedado en ningún momento a solas. Ha habido algunos que los he pasado enteros con Saray o con Bruno y Catalina, algunas tardes con la familia Armendáriz, donde me comentaban novedades del estado de su hijo que iban en mejoría siempre, y alguna que otra mañana con Josito; hacía bastante que no hablaba con él y me ha sentado bastante bien mantener una conversación con él, contándole todo lo que había pasado, tanto lo bueno como lo malo. Ahora quiere conocer a Daniel y hacerle un test como hizo Bruno, quiero pensar que es de coña.

En el momento en el que escucho las llaves en la cerradura, mi corazón pega un vuelco y, tanto Sully como yo, ponemos toda nuestra atención en la entrada. Puedo ver las intenciones del animal, por lo que no dudo en agacharme y rodearle con mis brazos para impedir que salga corriendo y se abalance sobre su herido compañero, pues puede llegar a hacerle daño con las zarpas sin querer o con la fuerza que tiene. A los pocos segundos, Aurora, Fernando y sus dos hijos aparecen en el lugar.

El perro no tarda en pegar un tirón hacia a ellos para soltarse de mi agarre y darles la bienvenida, pero me aferro a su cuerpo todo lo que puedo para que no lo haga hasta que se tranquilice un poco. Cuando Daniel pone su mirada en mí, una sonrisa de oreja a oreja se hace presente en su rostro; tiene muy buen aspecto. A mí se me saltan las lágrimas.

—Suéltale, Wendy. No te preocupes —dice el padre.

—¡Ven aquí, Sully! —anima Lucas agachándose y abriéndole los brazos.

Obedezco y dejo libre al Perro, el cual se pega un sprint que tiene como dirección directa Daniel. No obstante, su hermano lo frena antes de que se ponga a dos patas y la líe. El rubio se acuclilla entre risas para acariciar a su peludo amigo mientras este lloriquea con ese ruidillo agudo que emite y que tanto me enternece. Sully le llega a pegar varios lametones en la cara, incluso uno se desvía hasta su boca. La mala suerte es que en ese instante la tenía abierta y por poco le mete la lengua hasta el gaznate. Mi novio abre los ojos de par en par y le aparta la cara mientras tose y saca la lengua con una expresión asqueada. Me río a carcajada suelta.

—Aunque tú no quieras lamerle la cara, puedes venir a darle un beso —comenta Aurora al verme tan quieta—. Aún no he visto a mi hijo comerse a nadie.

—Que no me hayas visto no quiere decir que no suceda —afirma Dani en un tono sugerente.

—¿Qué eres ahora? ¿Caníbal?

Luna de mielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora