Cuatro años después.
Me mantengo a flote en la superficie de una bañera llena, escuchando el sonido de mi lenta respiración y de las pequeñas olas que provocan los suaves movimientos de mis brazos y piernas. Siento el tacto de la espuma amoldarse al contorno de mi cuerpo mientras que mis ojos cerrados me hacen viajar a un océano tranquilo en el que el agua me desplaza sin rumbo fijo hacia ningún sitio en especial.
Pienso en el día en el que casi me ahogo en él, sintiendo ese peso que me hundía y mi asfixiaba a cada segundo que pasaba; ese día pude haber muerto a manos del que consideraba el amor de mi vida si no llega a ser por la irrupción de Saray, Catalina, Silvia y Daniel. Ellos me salvaron la vida y se encargaron de avisar a la policía para que se llevaran a Víctor, quien no se había movido del lugar. Se había quedado observando las escenas que sucedían unas detrás de otras con un semblante neutro que acabó por romperse y hacer de él un mar de lágrimas en el instante en el que me reanimaron; ahí supo que todo había acabado. El que se ahogaba era él y yo no iba a ser su salvavidas.
Llevo las manos a mi vientre y lo acaricio con suma delicadeza al mismo tiempo que una sonrisa se dibuja en mis labios. Estoy tan sumida en mis pensamientos y en mí misma, que no me doy cuenta de cuando alguien llega a casa. Me percato de su presencia en el momento en el que sus nudillos dan contra la puerta abierta del cuarto de baño, por lo que no me demoro en incorporarme lentamente hasta quedar sentada y poder ver al rubio al que tanto quiero apoyado en el marco, observándome con la funda de su guitarra entre sus manos y sonriente.
—Hola —saluda.
—Hola. ¿Ya habéis terminado de grabar?
Apoyo los brazos en el borde de la bañera y la barbilla sobre estos a la vez que miro expectante al muchacho que se acerca a mí con lentitud. A Dani y a los chicos les ha ido bastante bien con la discográfica, van por su tercer disco y se han dado bastante a conocer durante estos años de duro trabajo. El primero que sacaron fue el que les dio el empujón, se llama Olimpo y cada canción tiene por título el nombre de un Dios o Diosa griega; Atenea está entre ellas. Y aunque él estuvo ausente en sus primeros conciertos luego de su regreso debido a su mutismo, no tardó mucho en reincorporarse a la imagen pública. Le costó, pero lo consiguió.
—Sí, en unos meses empezaremos la gira —responde y se arrodilla a mi vera después de dejar el instrumento contra la pared—. ¿Tú cómo llevas el trabajo de fin de grado?
Miro mi TFG que he estado revisando durante mi baño y he terminado dejando sobre la encimera del lavabo hace escasos minutos; me matriculé en Historia del Arte después de días y días de insistencia por parte de Daniel y Catalina. Era la carrera que tanto he soñado hacer, pero al principio me daba miedo empezarla. Ahora que estoy en mi último año, a nada de entregar este último trabajo, no me arrepiento de absolutamente nada.
—Bien —afirmo con seguridad y agrego—: puedes verlo, si quieres.
—Voy. Seguro que te está quedando genial.
—Bueno, ya me dirán si es así —contesto un tanto inquieta—. En la página veintidós está lo más interesante.
Él se levanta un poco, coge el montoncito de papeles y cuando vuelve a su posición inicial, comienza a pasar las hojas hasta encontrar la que le he dicho. Mientras que hace esto, él va leyendo por encima todo lo que he estado escribiendo en este tiempo y yo no puedo evitar que mi corazón lata desbocado y que los calores se me suban a las mejillas debido al nerviosismo que me provoca saber que se va a topar con la nota que le he dejado pegada en esa página. Trago saliva y le miro expectante.
En el momento en el que su entrecejo se arruga un poco, sé que ha llegado. Sus dedos despegan el papelito y se lo acerca un poco para poder leerlo mejor.
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Luna de miel
RomanceWendy lucha para salir de una relación tóxica con ayuda de sus seres queridos y de un chico muy borde que se encuentra cada día en el ascensor. * Wendy Martínez está atada a una relación que no tiene rumbo, que no llegará a ningún puerto y que está...