Luego de una hora y media en comisaría comentándole a los policías lo sucedido con Víctor esta noche, y hablando con mi abogada sobre ello, me han informado de que, en menos de setenta y dos horas, mi ex será llevado a una vistilla para tratar el tema del quebrantamiento de la orden de alejamiento. Allí el juez decidirá si ampliar las restricciones, multarle o condenarle desde seis a un año de prisión por su infracción cometida. En mi larga conversación con la letrada, me ha hecho saber que es un delito menor de primer grado, por lo que no me asegura que la pena le lleve directo a la cárcel, pero que hará todo lo posible para que la sentencia no me perjudique.
Ahora son las doce de la noche y voy de camino a casa, acompañada de Saray, quien no tardó en unirse a nosotros después de unos minutos sin noticias de ella. Estoy algo más tranquila al haber podido hablar todo esto con la autoridad, incluso he podido estar unos minutos en contacto con mi psicóloga vía telefónica, quedando en que mañana nos veremos temprano para ahondar en el asunto. Durante todo este tiempo, no he podido parar de pensar en Daniel, en su espalda alejándose en dirección contraria a la mía, en sus ojos derrotados por mi apresurada decisión y por el manotazo que le di para que dejase de tocarme. No se merece esto, no se merece pasar por nada de esto...
Me siento tremendamente mal al respecto, mis sentimientos son un completo caos. Quiero que Dani esté a mi lado y al mismo tiempo quiero que siga con su vida muy lejos de la mía. ¿Podré llegar a superar este obstáculo en algún momento? ¿Este obstáculo que me impide vivir como realmente quiero y con quién quiero? Es frustrante no poder tomar las decisiones a mi propio juicio, las tomo a consecuencia de este tipo de sucesos y, la mayoría de las veces, no estoy totalmente de acuerdo con ellas.
La rubia de mi vecina camina a mi lado con sus dedos entrelazados a los míos y los ojos pegados a su teléfono móvil; estoy segura de que está hablando con Catalina para tranquilizarla, pues cuando se marchó con Bruno a su hogar, estaba un poco alterada dada la situación que hemos vivido. Todos nos hemos pegado un buen susto, hasta tal punto de que a Bruno se le bajó la borrachera de golpe y porrazo al paso de los minutos.
Cinco minutos más tarde, llegamos a nuestro edificio. Ambas accedemos al ascensor y Saray se ocupa de presionar el botón de mi planta. Mientras que ascendemos, sus manos se posan en mis mejillas y sus pulgares acarician mis pómulos con delicadeza a la vez que me sonríe cálidamente. Le sonrío de vuelta, pero mi gesto dura apenas un par de segundos, pues no estoy con un buen estado de ánimo. Todo lo que acaba de pasar me ha dejado quemadísima.
Cuando las puertas del ascensor se abren, me giro para poder salir de la cabina, pero, en ese mismo instante en el que mis ojos se posan en el frente, Daniel aparece en mi campo de visión, apoyado contra la pared que hay cerca de la puerta de mi piso. Este se separa de ella y da un paso hacia delante, a la espera de que yo me aproxime a él. Su rostro me muestra lo abatido que está, incluso puedo notar sus nervios presentes en los movimientos involuntarios de sus manos.
—Espero que no te moleste, pero he sido yo quien le ha dicho que te espere aquí —habla mi vecina con voz suave—. Ahora que las aguas están más calmadas, creo que deberíais hablar.
Mi corazón late desbocado y siento como los nervios impregnan las palmas de mis manos con sudor. Trago saliva y, tras mirar a Saray, asiento levemente con la cabeza y salgo del ascensor. Que ella le haya pedido paciencia conmigo en estos momentos, me ha dado una oportunidad para poder debatir conmigo misma la opción que mejor crea para nosotros dos. Antes había sido el miedo el que hablaba, es más, todavía el temor a algo que no sé si sucederá sigue atormentándome y exigiéndome que aleje al chico de mí si no quiero que sufra daño alguno. ¿Qué debo hacer? ¿Por qué esto tiene que ser tan complicado? ¿Por qué Víctor ha decidido aparecer cuando ya le había encontrado rumbo a mi miserable vida? ¿Por qué ha venido a acabar con la poca felicidad que tenía encima? ¿Por qué cojones siento que estoy al borde de arruinarlo todo?
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Luna de miel
RomanceWendy lucha para salir de una relación tóxica con ayuda de sus seres queridos y de un chico muy borde que se encuentra cada día en el ascensor. * Wendy Martínez está atada a una relación que no tiene rumbo, que no llegará a ningún puerto y que está...