Mitsuko.

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La madrugada en que su hermana le había hecho una de sus acostumbradas rabietas por hablarle mal de Keane, Mitsuko permanecía en la sala con un brazo cubriendo sus ojos, como hacia cada vez que necesitaba tragarse su frustración y no dejar a las lágrimas salir por ningún motivo.

Sabía que no conseguiría conciliar el sueño nuevamente, así que con cautela abrió la puerta del cuarto de su hermana para ver si ya se había dormido, confirmándolo tomó sus llaves, un casco y sacó de la bodega una de sus preciadas motocicletas.

Anduvo sin rumbo por poco más de dos horas, faltando cerca de veinte minutos para las cuatro de la mañana, se decidió por ir a visitar a su querida Maruta. A una cuadra de llegar, bajó de su vehículo arrastrándolo apagado para no hacer mucho ruido en la entrada e ir a hurtadillas a la parte trasera de la casa, donde se encontraba la ventana que daba a la habitación de Maruta, buscó algunas piedras y comenzó a lanzarlas a su ventana, como no hubo respuesta decidió llamar a su celular.

  ̶  Micchan, ¿qué sucede todo bien?   ̶  decía entre bostezos.

  ̶  En realidad no, pero...    ̶  aventando otra piedra    ̶  porque no ves que es ese ruido en tu ventana.

Asomándose sin abrirla, vio que Mitsuko estaba ahí, dibujándose una sonrisa en su rostro y negando con la cabeza a forma de reprimenda, le hizo una seña de que la encontraría afuera. Lavo rápidamente sus dientes y sin hacer ningún ruido salió a ver a Mitsuko.

  ̶  Deberías estar descansando, dentro de un par de semanas tendrás mucho trabajo.

  ̶  Créeme lo sé, pero Harumi no me lo hace fácil.

  ̶  ¿Otra vez discutieron por lo de Keane?, vamos Micchan no puedes culparla, se conocen desde pequeños, siempre han sido muy unidos, y debo decir que en la fiesta no lo reconocí al principio, ha madurado bastante.

  ̶  ¿Estás diciéndome que te parece atractivo?    ̶  un tanto molesta.

Sonriendo    ̶  no, sólo que es alguien difícil de no notar.

  ̶  Eso no ayuda sabes.

  ̶  Jejeje, ven aquí   ̶  abrazándola, haciendo que se agache    ̶  sabes que tú eres a la única que mis ojos quisieran contemplar por siempre    ̶  dándole un beso en la frente.

Mitsuko tenía sus orejas coloradas mientras observaba detenidamente a Maruta    ̶  ¿y tus lentes?

  ̶  Mmm, sucede que anoche me quedé dormida leyendo, creo que se cayeron, como no los encontré en seguida, no me detuve a buscarlos para no hacerte esperar.

  ̶  Bueno también te ves linda así, pero me gustas más con tus gafas puestas    ̶  besándola lentamente, levantándola del suelo, finalmente regresando sus pies a este con cuidado.

  ̶  No hagas eso.

  ̶  ¿Qué?

  ̶  Sabes que me encanta besarte, pero siempre lo haces cuando quieres desviar la conversación, por una vez me gustaría que lo hicieras sólo porque así lo deseas.

Derrotada Mitsuko se sentaba sobre el pavimento    ̶  ¿por qué siempre hago todo mal?, supongo Haru tiene razón cuando me dice que yo soy el problema y no el resto del mundo.

Conmovida ante esa escena Maruta se sentó a lado de su amiga tomándola del brazo y recargando la cabeza en su hombro    ̶  no te tortures así, nadie en este mundo puede ser perfecto, pero supongo eso es lo que lo hace interesante, mejor continua contando cual es el problema, algo me dice que hay nuevas variantes en el esta ocasión.

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