¿Qué tal si...?

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"El inicio"



Este se trata de un mundo idílico, la madre Haru aceptó la propuesta del padre de Mei evitando que se fuera del país ¿en dónde está la gracia?, averigüémoslo...



Okogi Yuzuko una chica extrovertida, cambiaba de escuela debido a que su padre se había ganado un ascenso, además el nuevo proyecto de su madre cada vez era más redituable.

  ̶ "Papá me hizo leer este maldito reglamento, incluso tuve que despintar mi cabello. Pero no pienso dejar mi celular, además ahora que se va antes a trabajar aprovecharé para usar mi maquillaje favorito y quitarle lo aburrido a este uniforme"   ̶  todo esto pasaba por la cabeza de Yuzu alistándose para salir.


Entrando a la academia respondía los mensajes de sus amigos:

  ̶  "Si lo sé, será un infierno estar entre chicas solamente".

  ̶  "Eso te ganas por andar con tantos chicos frente a tu padre".

  ̶  "No te atrevas a regañarme, que tú fuiste el idiota que se le ocurrió besarme cuando mi papá llegaba de su trabajo".

  ̶  "Jajaja, lo siento".

  ̶  Disculpa, no se permite el uso de celulares, ¿podrías entregármelo?

Guardándolo en su bolsillo    ̶  no por favor, prometo ya no usarlo.

  ̶  No hay excepciones, además tu maquillaje y el cómo estás usando el uniforme también infligen las reglas, creo que lo único con lo cumples es tu cabello.

  ̶  Mira pequeña estirada, a mí no parece que el estilo afecte a los estudios, así que me tienen sin cuidado tus reglas.

Varias alumnas murmuraban, otras se hacían aun lado dejando pasar a la presidenta del consejo estudiantil.

  ̶  Siento informarte, que mientras te encuentres en esta academia deberás cumplir esas reglas al pie de la letra   ̶  decía una castaña alta, con una presencia muy imponente.

  ̶  Es mi primer día en la academia, pero creo con esto me basta para saber que tú y tus reglas son una estupidez, por ello no puedes hacer nada que me obligue a cumplirlas.

  ̶  ¿No?

Tomando a Yuzu por la cintura, acercándola tanto que tenían sus rostros casi unidos por sus labios. Sin dejar de mirarla fijamente pasaba su mano por en medio de sus pechos bajándola casi hasta llegar a su entrepierna, cambiando de dirección extendiéndola en lo que acariciaba su muslo por un costado, finalmente apoderándose de su teléfono.

Yuzu se dejaba caer, observando a la castaña alejarse.

  ̶  Avísame si quieres más   ̶  con el celular confiscado en su mano.


En el baño se lavaba el rostro, intentando también controlar el ardor que sentía en él.

  ̶  Esa demente mano  larga... aunque su perfume era delicioso, un momento ¿no son contra las reglas? Ah... y esos pechos, cuando me pegó a ella pude sentir lo grandes que eran, demonios ¿en qué estoy pensando?

Para su mala suerte se encontraría de nuevo con la castaña en su primera clase, quien al ver a Yuzu le sonrió maliciosamente.


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