Fantasmas del pasado.

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Transcurrió casi una semana en la que ni Mei o Harumi tuvieron contacto con Yuzu. Intentaron comunicarse con ella usando como pretexto advertirle que pondría en peligro su beca si continuaba faltando a la escuela. Y aunque esta no respondía a sus llamadas les envió un mensaje explicando que ya había hablado con los profesores pues no asistiría algunos días más.


A pesar de que Mei ahora pasaba sus noches en la mansión de su abuelo, todavía compartía parte de sus tiempos libres con Haru además de verla en los entrenamientos.

  ̶  Y, ¿no sabes donde se está quedando?  ̶  preguntó Mei.

  ̶  No, llegué a creer que iría con Matsuri. Pero ayer que me puse en contacto con ella dijo que ni siquiera ha hablado con Yuzu.

  ̶  Comprendo. Y... ¿cómo siguen las cosas con Azaki?

  ̶  No lo sé, ha estado pasando todas las noches conmigo desde el fin de semana pasado y pareciera que todo se encuentra en orden... pero algo cambió, no podría describirlo, es sólo que... ah, no lo sé.

  ̶  Taniguchi, ¿qué será lo que está mal con nosotras?, que siempre hallamos la manera de arruinar las cosas con quienes nos importan.

  ̶  Es lo mismo que quisiera averiguar Aihara.

Harumi le ofreció a Mei ir al karaoke luego de su entrenamiento de baloncesto. Pero esta se negó debido a que saldría esa misma tarde de la ciudad para ver a su abuelo.


Al terminar su turno en el karaoke, Kumi no acampanaría a su casa a Haru, según le había explicado debía ver a su padre y asegurarse de que las enfermeras que lo cuidaban estuvieran haciendo bien su trabajo.

Hasta cierto punto esto fue un respiro para Haru, pues se encontraba agotada y al menos esa noche podría dormir temprano.




El repertorio de sueños de Harumi si bien se encontraba en su mayoría lleno con recuerdos y fantasías sobre Yuzu, tenía una sección especialmente dedicada a Darla.

Pero esa noche las imágenes en su cabeza no serían ni cerca a lo que acostumbraba...

Harumi caminaba por un sendero que daba a un riachuelo, iluminado por una luz cálida y ambientado con la brisa ligera que hacia bailar y cantar a las hojas de los arboles alrededor.

  ̶  Es un lindo sitio, ¿no te parece?

Con una notable sorpresa en su rostro;

  ̶  Darla...

  ̶  Hola mi pequeña Harumi. Y entonces, ¿qué te parece?

  ̶  Sí, es hermoso.

  ̶  Siempre quise traerte, yo solía jugar aquí con mi hermano cuando éramos pequeños.

  ̶  ¿De verdad?   ̶  preguntaba Haru observando a su alrededor.

  ̶  Sí, ven sentémonos un momento para que podamos charlar.

La castaña obedeció acomodándose en el pasto junto a Darla, pero se encontraba nerviosa pues no sabía de qué quería hablar la pelirroja.

  ̶  Así que, ¿cuál es el problema?

  ̶  ¿Problema?

  ̶  Sí, por eso me llamaste, ¿no?

  ̶  ¿Yo te llamé?

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