Mei

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¿Por qué amarnos debe ser tan difícil?, ¿será que nosotras mismas provocamos todas estas complicaciones?, ¿algún día en verdad seremos felices?

Es posible que haya muchas más dudas dando vueltas entre mi corazón y mi cerebro. Pero todas salen de esta endemoniada incertidumbre que carcome mi alma segundo a segundo... ¿acaso ese amor que proclama a diario, es real?

No es que no confíe en ella. Puedo percibir la sinceridad de sus palabras, sus caricias, su mirada, sus besos y como todo su cuerpo reacciona ante mi voz. No obstante sigo cuestionando que es lo que la llevó a elegirme.

Esa preciosa chica merece que la amen con pasión, entrega y devoción, tal cual ella siempre está dispuesta a amar.

Por supuesto hago mi mayor esfuerzo para demostrarle que ella es una pieza crucial para que mi corazón siga latiendo... ¿pero acaso es suficiente?




Luego de comprometerme con Yuzu parecía que estuviéramos en las nubes. Pero esas nubes se fueron desvaneciendo, puede que más pronto de lo que esperaba. Esto no implico que nuestros sentimientos cambiaran en absoluto, simplemente parece que la realidad nos fue alcanzando.
Muchos cambios estaban por ocurrir, no les temía, después de todo desde que esa hermosa rubia llegó a mi vida tuve que acostumbrarme a que cualquier cosa pudiese cambiar de la noche a mañana de más una forma.

Por suerte y, a pesar de querer estudiar distintas carreras, elegimos una universidad con una matrícula variada. Me agradaba el panorama, pensaba que ya que por fin no tendría las responsabilidades de ser presidenta del consejo no sólo disfrutaría de mis estudios, sino que podría compartirlo con la mujer que amo.

Tomaríamos las clases de tronco común juntas. Desayunaríamos, almorzaríamos, comeríamos y cenaríamos juntas. Quizá, incluso nos inscribiríamos a alguna actividad extracurricular que pudiésemos compartir.

Pero no fue así... y no puedo recriminárselo. La amo, por ello lo que más quiero es que sea capaz de cumplir sus metas.

Sé que, en su mayoría, el tiempo que tiene libre me lo dedica a mí. Y tal vez suene como una niña caprichosa, pero a veces desearía ser su prioridad.

Como el día en que recibió una notificación de la universidad, dándole a conocer que había conseguido ingresar con una beca completa...

  ̶  ¡Mei! Amor, ¿en dónde estás?!  ̶  la escuche gritar desde la sala  ̶  ¿Qué sucede?

  ̶  Lo conseguí Mei, ¡me darán una beca al cien por ciento!

  ̶  Eso es grandioso, felicidades Yuzu. Me alegra que todas esas horas de estudio te hayan rendido frutos.

  ̶  Jeje gracias Mei. Llamaré a Harumi, debo darle la buena noticia...    ̶  Aunque por alguna razón Taniguchi no le respondió.    ̶  Diablos no contesta, tendré que ir a decírselo en persona.

  ̶  ¿Por qué no vas mañana?, tú y yo podríamos festejar tu triunfo.

  ̶  Suena bien, pero no tardaré nada, iré en el auto de papá. En verdad quiero que Haru sepa esto.

  ̶  Ah... está bien, maneja con cuidado.


La estuve esperando más de la mitad del día y para cuando por fin volvió su rostro reflejaba decepción.

  ̶  ¿Por qué tardaste tanto?

  ̶  ¿Eh?, es verdad... lo siento Mei. Sucede que Haru no estaba en su casa.

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