No quiero seguir adelante. Le grite a mi amigo la noche del egreso cuando no entendía lo que estaba pasando.
No quiero seguir adelante, me repetí a mí mismo con cada minuto que pasaba, mientras se acercaba el amanecer. El amanecer más oscuro que vi en mi vida, el más deprimente que existe, el que no marca el principio, sino el fin.
No quiero seguir adelante, grite en el medio del egreso con un vaso de fernet en la mano. Nadie me escucho, nadie entendía lo que estaba pasando, todos teníamos un vaso de fernet, solo eso importaba, eso, y que estábamos juntos.
No quiero seguir adelante, pero no tengo opción, le dije al espejo en el baño mientras dos amigos se abrazaban al lado mío. Fue triste, pero fue ese tipo de tristeza que te hace sonreír mientras lloras. Dolió y mucho, pero ayudó a cicatrizar. Fue lo más agridulce de mi vida, fue como ese cigarrillo que uno fuma a la madrugada mientras mira la estrella, y extraña. Fue como ver un hermoso amanecer y llorar, porque terminó la noche. Fue tan mágico que las metáforas se hicieron realidad.
Fue una de esas noches que no vuelven ni se olvidan, fue el llanto de emoción más grande del mundo, y la foto que queda en la historia del living de la abuela. Fue la más clara metáfora de "el pasado duele cuando es triste y quema cuando es feliz".
Fue, lamentablemente, fue, y ya no es ni será.
No quiero seguir adelante, le dije a un amigo mientras lo levantaba del piso y lo ayudaba a caminar, "dame fernet" me dijo él.
A las 5 y media de la mañana, estábamos sentados como indios tomando fernet, y charlando. A las 7 y media nos quedamos dormidos sin saber bien dónde. A las 11 me fui y no lo volví a ver. Es momento de seguir adelante, me dije mientras lloraba de camino a casa.
Hoy seguí adelante y como duele.
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Volviendo a la realidad
Truyện NgắnHistorias cortas que pinchan la burbuja de la fantasia, que te demuestran cuan duro puede pegar la realidad.
