#09 Help me, hyung

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ᵐⁱⁿˢᵘⁿᵍ




Han Jisung estuvo parado allí, con las manos apoyadas en la mesada, mirando hacia el jardín por al menos veinte minutos. El tiempo no se detenía por él por más que mirara el reloj —el maldito no quería ceder a la bendita tregua—. Sus padres estaban a posiblemente doscientas millas de distancia, y eso perturbaba al pobre Han cuando a las seis de la tarde, antes de que la luz del sol se fuera para siempre —hasta la mañana siguiente—, su querida y amorosa madre le había mandado un mensaje de texto diciendo que entrara la ropa. La bendita ropa que ella misma había sacado al sol durante la mañana y no llegó a entrar porque se fue con su marido a la casa de su hermana porque su tercer sobrino nacerá.

Y Han estaría feliz de tener la casa sola, sin tener a sus padres gritándole por comer sólo ramen durante todo el día —y sólo ramen implicaba más de uno de ellos, acabado con su reserva de once paquetes instantáneos en un tiempo récord.

Jisung estaba tan ocupado comiendo y jugando online que no se había percatado de sus mensajes de texto, no hasta las siete de la tarde cuando el sol estaba saliendo en la otra parte de mundo y la noche estaba entrando en Corea. Había gastado otro pedazo de tiempo cuando fue al baño por una emergencia del número dos —mucho picante no es bueno, recuerden eso—, también lo había gastado negligente y sin pudor, mirando el reloj esperando mágicamente que se hiciera más temprano, él creía que sucedería eventualmente, cosa que era imposible y él no quería detenerse a pensar en eso. ¿Leyes de la naturaleza o la física —o lo que sea—? Patrañas. Han Jisung esperaría toda la vida solo para no salir de su casa en la noche.

El único problema era que no podía esperar tanto tiempo porque sus padres llegarían durante la madrugada y no quería que su madre le gritara que era un maldito zángano. No de nuevo, no otra vez. Demasiado para él (y su corazón de pollo —como dice Woojin, pero no le digan que Jisung también cree tener un corazón de pollo).

Entonces, parado allí en la seguridad de su cocina, mirando hacia el jardín, el aterrador jardín de su madre con duendes falsos y muchos arbustos y flores donde cualquier monstruo, fantasma, asesino serial o ser mitológico puede esconderse y atacar a Jisung apenas él salga de su casa... Gracias pero él prefiere pasar.

Toda la ropa, más el lindo vestido negro de su madre y el caro pantalón de su padre, se ríen de él meciéndose en el viento, llamándole a ir a por ellas.

Jisung se muerde los labios “bueno, no han robado en el vecindario en algún tiempo” se dice, señalando con el dedo acusador aquellas prendas, tratando de hacerlas sentir mal por tener que hacer que él las vaya a buscar. “Y Jack-Jack ha dejado de tirar y romper la ropa después de que papá le enseñara que eso no se hace”. Jisung asiente con la cabeza, conforme. Pero, nuevamente, recibe un mensaje de su madre.

Esta vez, no solo le pregunta si ya dobló y guardó la ropa, sino que también le pregunta si ya comió y se bañó. Jisung ya no tiene trece años, pero aún su mamá le manda ese tipo de mensajes cuando no están, porque se preocupa. Y quién no lo haría con un hijo como él. Digo, es seguro que tendrá problemas del estómago al día siguiente, y ni siquiera había recordado que tenía que bañarse. Después de todo lo había hecho el sábado.

Jisung miró el calendario, donde el cumpleaños (mañana jueves) de su novio Minho, casi pasó desapercibido. Entonces él tuvo una idea.

—¡Minho hyung! —gritó Jisung apenas contestaron su llamada—. Minho hyung, estoy teniendo un problema en casa, ¿estás libre? ¿ya saliste del dentista? Hyung, sé un buen esposo y ayuda a tu esposa. Ven aquí ahora mismo.

Han cortó sin siquiera recibir una respuesta, sabía que su novio se preocuparía y correría hasta su casa lo más rápido posible. Considerando que Minho tenía una motocicleta, sólo se quedó sentado esperando a que llegara rápido, y le salvara de su gran dilema. No se detuvo un segundo en sentir culpa, nadie la precisaba si realmente necesitaba a ayuda.

Y esto no era cosa menor.

Sólo pasaron al rededor de seis minutos cuando la puerta fue llamada con desesperación, y Jisung no tenía que ser una especie de ente sobrenatural para oír el sonido del errático corazón de su novio. Bueno, quizás ahora sí sentía culpa. Pero, bah, pequeñeces por el momento.

Jisung se quitó los pantalones y trató de bajar un poco más su enorme hoodie rosa, si Minho se enojaba al menos podría distraerse con sus lindas piernas. Sin querer hacer esperar más a su novio —y evitando que tuviera un ataque al corazón—, Jisung abrió la puerta e hizo su mejor acto teatral.

—¡Bebé! —abrazó a Minho por los hombros, sonando tan desesperado como en la llamada.

Minho iba a matarlo, oh, eso era seguro, pero Jisung se saldría con la suya.

—¿Qué pasa, Hannie? —Las manos temblorosas de Minho atraparon la cara de Jisung y revisaron su cuerpo superficialmente tratando de buscar alguna lesión. O algo que estuviera mal.

Oh, Jisung iba a morir. Él lo sabía.

—¿Estás bien? —Minho llenó su cara de besos antes de preguntar—. Vamos, habla, cada segundo se vuelve más aterrador.

Algo se instaló en el pecho de Jisung. Minho no era un exagerado, él tampoco lo era. Ninguno estaba siendo infantil o muy estúpido.

Hace algunos años, cuando Jisung tenía quince, una mujer loca, totalmente obsesionada con su padre, lo había secuestrado una noche como esa, cuando Jisung salía a buscar la ropa de su madre, y había hecho cosas que él no quería recordar. Por esa razón, Minho corrió tan rápido en su moto como pudo para llegar, preocupado y con el corazón en su boca.

Hyung —Jisung tartamudeó, otra vez siendo teatral pero sin proponerselo—. Hay que entrar la ropa de mamá. Ayúdame, Hyung.

Quizás había sonado tan roto que Minho no se enfadó, él suspiró, soltando todo el aire que pudo haber retenido en su pecho y miró a su lindo novio con amor.

—Lo siento —había susurrado el menor.

Una parte en su cabeza había olvidado su verdadero temor, el temor a la oscuridad y lo que puede esconderse en ella. Pero, una vez mientras él lloraba porque el foco de la habitación de Minho se había quemado, su novio, abrazándolo fuerte y diciendo que él podría protegerlo, le susurró palabras que aún recuerda a la perfección: “cariño, no existe ninguna cosa que pueda impedir que yo te proteja”.

Incluso las sombras necesitan luz para existir. Jisung a veces era solo una sombra viviendo rutinariamente, pero Minho... él era una bonita luz.

Who's NOT? ⸺hyunbin。2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora