#04 Breath

4.8K 327 141
                                    

ᵐⁱⁿˢᵘⁿᵍ 





Nunca supe qué sucedió con nosotros exactamente. De un momento a otro comenzaste a asquearme, tus besos eran negados, tus brazos apartados. Tú comenzabas a darte cuenta de que ya no te quería y lo más chistoso aquí es que no hiciste nada. Y te agradecí por ello en su momento.

Seguíamos viviendo bajo el mismo techo, metidos en nuestros asuntos sin molestar al otro. Yo llegaba del trabajo (cuando aún me dejabas trabajar) y cocinaba para ambos (cuando estabas), tú dejaste de darme besos en los labios y eventualmente también dejaste de abrazarme al dormir.

Minho, te juro que no sé qué nos pasó. No creo que me haya cansado de ti tan rápido después de amarnos tanto, o quizás lo que demostrábamos no era lo que sentíamos realmente. ¿Nos consumió la monotonía? Sólo llevábamos casados dos años y tampoco sé cuándo dejé de quererte para comenzar a sentirme de esta forma.

A veces estaba asustado de mí mismo y de los pensamientos que tenía.

Dejaba de esperarte con ese sentimiento de anhelo cuando volvías de tus viajes, esos días que estábamos juntos los disfrutaba completamente cada hora y cada maldito segundo. Pero mediante el tiempo transcurría tú tardabas más en volver a casa. Nunca quisiste dejar ese trabajo, y a pesar de que te dije que podía manejarlo perfectamente, mentí y no pude.

Me consumía el temor a que me engañases, porque sabía que tenías todos los puntos a tu favor, nunca podría enterarme de nada si estaba metido en nuestra casa en esta granja perdida en el mapa, ajeno prácticamente al mundo entero. Las azafatas de tu compañía eran hermosas y la gran mayoría de ellas eran solteras, no podían mantener una relación por sus viajes y tú eras débil. Tan débil, y yo también, recuerdo que cuando nos conocimos, tuvimos sexo la primera noche. Así de estúpido eras.

No quería desconfiar de ti, eras mi marido y habías jurado amarme y no ser infiel jamás. Pero no pude resistir la sensación de náuseas, tras cada intento tuyo por acercarte a mí.

No tardaste nada en dejar de intentar besarme, no tardaste nada en dejar de tratar de hablar conmigo. ¡Yo lo sabía! Tampoco me querías ya. Pero la gran diferencia es que tú dejaste de hacerlo primero.

Por eso no tuve reparo en lo que hice cuando llegaste del vuelo a México, tu último vuelo.

Me acerqué a ti como cuando apenas nos conocíamos, te seduje y revivimos nuestra primera noche juntos. Vomité sobre tu pecho del asco que me causaba tenerte en mi interior, pero eso pareció excitarte de una horrenda y enferma manera.

No te reconocí, Lee Minho. Habías cambiado, el Minho que yo conocí hace cinco años no podría jamás hacer algo como eso.

Pero el Han Jisung de antes tampoco se hubiera atrevido a lastimar a alguien.

Estaba tan furioso contigo y en lo que te habías convertido. No quería verte, no quería sentirte más. Recordé por qué había estado tan reacio a ti y por qué me asqueabas tanto. Habías dormido con tantas personas aún estando casado conmigo que el olor de todas ellas se había impregnado en ti y podía olerlo cada vez que llegabas. Olía tan mal: cloro y sangre, carne podrida y llanto. Me aborrecía completamente.

Habías caído dormido apenas terminamos, aquellas pastillas que te di habían tardado muchísimo en hacer efecto y tuve que aguantarte consciente más de lo que hubiera querido. Dormiste tanto, que me diste el tiempo suficiente de sacarte de la habitación y preparar todo a la perfección, incluso pude darme una ducha y limpiar lo que habías ensuciado.

Puse un poco de alcohol en los cortes que hice en tus muñecas y piernas, el suficiente tiempo para que despertaras chillando como un cerdo. ¡Mira!, no había palabra que mejor pudiese describirte. Eras un maldito y asqueroso cerdo.

Conduje tu atención tan fácilmente hacia el hacha en mis manos, que tus ojitos grandes y lindos se abrieron tanto que se podrían haber salido de tus párpados. Tu boquita sucia había quedado helada y no sabías qué decir. Sólo pudiste suplicar cuando, poniendo ambas piernas a cada lado de tu torso desnudo, acerqué el filo del hacha a tu carita. Te miré con todo el asco que sentía.

Te grité que eras un imbécil, que no me merecías. Te grité que nunca debiste hacer lo que hiciste. Corté tus dedos mientras el aire del exterior se llenaba de tus gritos, ¡nadie te oiría! Tú te encargaste de encerrarme en esta maldita granja por tanto tiempo, de apartarme del mundo y no hacerte cargo de mí. Corté tus brazos, seguías consciente aún, así que me deleité con el horror en tu mirada.

Tus ojos brillaban en llanto, tan preciosos, pero repentinamente se apagaron.

Así como debieron estar desde un principio.

Porque, ¿quién te mandó a casarte conmigo y hacerme infeliz? Yo sólo quería estar contigo y tener un bebé.

right, hola¿

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

right, hola¿

Who's NOT? ⸺hyunbin。2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora