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She.

Lucy's POV.

No pude mas y corrí al baño a refugiarme, me encerré en un cubículo y comencé a llorar, necesitaba llorar, tenía que llorar, llore como deseaba hacerlo, llorar lo más fuerte que pudiera sin ser escuchada, pidiendo a gritos ayuda y que nadie viniera a mi rescate, esa era mi jodida rutina desde que llegue aquí, tenía a Matt, un chico encantador, un chico que me amaba, apuesto, no sé, el prototipo de hombre ideal perfecto, ¿el defecto? No lo amaba, apenas y lo veía como a un amigo, simplemente accedí a ser su novia para tratar de olvidar aquellos zafiros, aquellos ojos que parecían el mismo cielo despejado. Después de seguir un par de meses con él, mi mente comenzó a crearse la idea de que lo amaba, de que con él al fin podría salir de aquel agujero negro sin salida, que lo único que haces es cada vez adentrarte más en el. Pero, llega el rubio otra vez y arruina todo, caga absolutamente todo, cada esfuerzo que hice para no volver a llamarlo, para alejarme de él, para no pensar en el, fueron en vano, al momento en que lo vi lo único que deseaba hacer era tirarme en sus brazos y llorar, no, no podría, mi pequeño orgullo, el poco que aún conservaba, quedaría aplastado totalmente. En cambio, tome una decisión, tratarlo como un extraño, un extraño con el que tengo memorias, donde todo era más fácil, donde nos podíamos contar todos nuestros secretos o la mayoría de ellos, donde tenía aquella sonrisa chueca que amaba. Si mi yo de tres años atrás me viera, quedaría totalmente impactada y pensando que en realidad no es ella, digo, no la culparía, en estos últimos años rara vez, con todo mi ser, me gusta vivir, me gusta estar con vida y agradezco estar con vida. Antes, ni siquiera el posible pensamiento de hacerme un par de cortes pasaría por mi cabeza, hoy en días, hasta un par de veces he tratado de acabar con mi vida. Salí del cubículo y lo primero que hice fue mirar mi reflejo, la mayoría de mi maquillaje corrido, mis ojos rojos e hinchados y estaba un poco despeinada. De mi bolso saque un par de toallitas desmaquillantes retirando todo el maquillaje, o intento de maquillaje, de mi cara. Deshice mi pequeño peinado y decidí dejar mi cabello suelto no sin antes pasar mis dedos por el tratando de peinarlo. De mi bolsa saque mi maquillaje y lo volví a aplicar, sonreí al ver el resultado, lo único que podría delatarme es que aun se notaban un poco rojos mis ojos, salí del baño y me dirige a mi siguiente clase, ¿qué dirían mis padres si me vieran en este estado? Probablemente... no sé y no quiero cagarme más el día pensando el eso, veamos, pensemos en cosas más felices... no sé me ocurre nada feliz. Puse mis audífonos dejando que la voz de Hayley Williams llenara mis oídos. El profesor llego y simplemente baje un poco el volumen para no perderme ni de la clase ni de la canción. Las clases pasaron lentas y en los descansos me iba a esconder a mi pequeño lugar por el campo de football americano, gracias a Dios no me volví a topar con nadie, aunque, a la hora de regresar a casa, temía encontrarme con Perrie, Zayn, Rach o peor aún, Horan. Decidí irme a casa una clase antes de que el horario terminara, así podría evitar ese tipo de inconvenientes, por lo que pase a mi locker por mis cosas ya adentro de mi mochila y salí de ahí. Tome el autobús que me dejaba a una cuadra del edificio, para que después de veinte minutos ya me encontrara saludando a Jack Robinson, el hombre al que veo como a un padre.

― ¡Lucy!―exclamó este alegre―Haz llegado más temprano de lo usual, ¿estás bien?―preguntó preocupado.

― Estoy bien, gracias―dije tratando de calmarlo―. Si ves a alguno de los chicos, dile que no me has visto―dije haciendo una mueca.

― Lo haré pequeña, cuídate―gritó, ya que yo ya me encontraba en el elevador y este estaba a punto de cerrarse.

El timbre sonó y la puerta se abrió cuando al fin llegamos a mi querido piso. Abrí mi puerta segundos después, pase y la cerré para después tirarme en el sillón y prender la televisión. Me levante con pereza de donde estaba y saque del congelador el bote de helado de Chips Ahoy, tome una cuchara y comencé a comerlo, en la televisión no estaban dando nada que llamara mi atención, así que puse en el Dvd la tercera temporada de F.R.I.E.N.D.S. y me dispuse a verla, esto por lo menos me sacaba una que otra sonrisa y el helado ayudaba. Después de ver las ocurrencias de Mónica, Pheobe, Rachel, Joey, Chandler y Ross por dos horas me levante de donde estaba dirigiéndome al baño para hacer mis necesidades y bañarme, me despoje de cada prenda y en mi celular puse a reproducir toda la música que tenia de Ed Sheeran, little bird inundaba el baño. Decidí no desmaquillarme porque no tenía ganas de hacerlo, abrí el grifo y espere a que el vapor comenzara a salir para después templar el agua y entrar en ella. Sentía como cada gota de lluvia artificial recorría mi cuerpo relajándome al momento. Después de aproximadamente cuarenta minutos salí del baño mientras se reproducía kiss me. Al abrir la puerta del baño pareció que estuviera saliendo de alguna sauna por tanto vapor que salía de este. Me cambie con un pantalón afelpado con corazones y una blusa gris que me quedaba un poco grande. Me alise el cabello y lo deje suelto para que terminara de secarse. Cuando estaba arreglando el desastre que había ocasionado por el hecho de bañarme, alguien toco la puerta, sin pensarlo dos veces fui a abrir la puerta y ver quién era.

― ¡Matt!―dije sorprendida al verlo, me lance a sus brazos.

― Hola Lucy, traje dulces y chocolates―dijo mostrando una bolsa de plástico que al momento de saber su contenido se la arrebate de las manos.

― Mis preciosos―dije tratando de imitar la voz de Gollum, el castaño con lentes rió.

― Calma mi pequeña duende, ahora, ¿me dejarías pasar? Traigo, además de tus "preciosos"―hizo un par de comillas con los dedos―, un par de películas―mostro las películas, el chico parecía mago sacando cosas de todos lados―, no sé, una noche en el museo, son como niños, una pareja explosiva y algo de el príncipe de Bel Air, podemos ver lo que tú quieras―dijo sonriéndome, yo le sonreí y lo deje pasar.

Tome una bolsa de Hershey's Bites cookies n' cream y comencé a comerlos mientras el chico de los lentes se dirigía al DVD.

― Has estado viendo tu serie favorita, ¿no?―dijo mostrando el disco que hace una hora estaba viendo― Así que, ¿qué veremos?―pregunto viéndome.

― Creo que el príncipe de Bel Air―dije señalando la serie, puede que sea vieja y la haya visto cientos de veces, pero la amaba.

Se sentó junto a mí y me abrazo, me apoye en su pecho como si fuera una cómoda almohada y me dispuse a fijar mis ojos en aquel programa. Oí la risa de Matt en una escena donde Carlton decía algo gracioso, ya que se oían las risas de fondo. Por alguna razón, no le encontré lo chistoso al asunto, cuando en otras ocasiones me moría de risa incluso si este simplemente daba un paso. Tal vez mi mente estaba en algún otro lugar, hice una mueca de asco. Trate de concentrarme en el programa, tratando de sonreír al menos forzadamente, nada. Esta situación me comenzaba a hartar, por lo que me excuse con mi novio no novio y fui al baño, me observe detenidamente en el espejo. Las ojeras cada vez crecían más y aumentaban su color, mis ojos se veían cansados, el gris en ellos no estaba vivo como en otras ocasiones, estaba totalmente opaco. Negué al terminar de inspeccionarme y me lave la cara con agua. Mi mente no estaba concentrada, como si no estuviera conmigo, ella tenía que estar ahora, disfrutar del presente, pero, desgraciadamente, yo nunca he vivido en el presente, yo sigo viviendo mi pasado. Donde vivía en Mullingar, donde era feliz, donde tenía su amistad, donde tenía aquella posibilidad de que él me amara, donde mis padres estarían orgullosos de mí, donde no tenia estos pensamientos, donde no sonreía forzadamente, donde tenía ganas de vivir. Mientras alguien está naciendo, tomando un café, riendo con algún amigo, casándose, incluso despidiéndose, yo estoy aquí, deseando morirme, deseando gritarle toda la verdad en la cara, que él me consuele y que tengamos un final feliz, pero desgraciadamente eso nunca sucederá, nunca, por más que lo desee, por más que me esfuerce por conseguirlo, no se puede comprar el amor de una persona, y, con menor posibilidad, de dos. Es simple, simplemente real. Tenía que calmarme, aun el chico que por nombre lleva mi novio seguía junto a mi viendo aquella serie divertido, diablos, quería echarlo, poder llorar y deprimirme sin que nadie se preocupe. ¿Por qué mi vida es tan mierda?

new york city; nh.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora