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Wishes.

Mi recuperación ha ido muy bien, o por lo menos los cuatro días que llevo de esta; ya saben, no me puedo quejar, estoy con Lucy, como cuando quiero, veo mucha televisión, puedo dormir cuánto yo quiera y estoy todo el día en mi cómodo sillón, ¿qué más le puedo pedir a la vida?

― Niall―me llama Lucy―, iré al súper mercado, tardare una hora más o menos. Tu refrigerador ya está casi vacío y necesitamos llenarlo, también iré a comprar algunas cosas para mi departamento.

― Oye, ¿por qué no vienes a vivir conmigo? Prácticamente pasas todo el día aquí.

― Si mi cama estuviera lejos de aquí aceptaría tu oferta, pero por suerte mi apartamento esta a un metro del tuyo.

― ¿Por lo menos me darías puntos por intentarlo?―pregunto sonriente, ella se acerca a mí y me da un golpe en el hombro amistoso― ¿Vas a ir sola? ¿Podrás con todo?

― No voy sola, Rachel y Harry se han ofrecido a ayudarme y no sabes cuánto agradezco eso.

― Demos gracias a Dios!―digo con los brazos en alto y viendo al cielo burlándome de ella.

― Já já―dice ella seria―. Nos vemos luego, se me hará tarde, te amo―dice dándome un corto beso en los labios.

― Te amo―digo regalándole una sonrisa―. Por cierto, ¿podrías traer helado Chips Ahoy?

― Claro, ¿por qué no?

― Gracias, sigue igual de hermosa nena.

― A veces me pregunto si sólo me haces halagos porque te cuido y te doy comida. Bueno, adiós, cuídate―dice ella yéndose.

― Bien―digo para mi mismo―, ¿qué podría hacer?

Debido a que no se me ocurre nada, subo a la silla de ruedas junto al sofá como puedo y me dirijo en esta a mi recámara. Sinceramente no sé por qué motivo vine, simplemente a buscar nada en específico. Abriendo mi armario, ordenado ahora por mi novia (que lindo suena eso), veo un par de libros, ¿desde cuándo yo tengo libros? Los tomo dándome cuenta de que no se tratan de libros, sino de álbumes de fotografías de la preparatoria. Sonrío melancólico. Abro el primero, una de las primeras fotos somos Harry y yo, nos vemos tan jóvenes. «Buenos tiempos.» Escucho decir a mi conciencia. Concuerdo contigo; le respondo.

Fotos y fotos de mi juventud, de mi adolescencia, de momentos que jamás olvidare y anécdotas que alguna vez contare a mis nietos. Una foto me llama la atención, somos Amy, Lucy y yo. Aun puedo recordar aquel día.

― ¡Vamos Lucy! Una fotografía no le hace mal a nadie―digo divertido.

― No, ya te lo dije―menciona harta―, no me tomare una foto junto a ella―dice articulando cuidadosamente cada palabra.

― Dios, ¿por qué no? Simplemente quiero recordar este momento junto a las dos chicas más importantes para mí.

― Pues tomate una foto junto a ella y otra junto a mí, final feliz, sin nadie en el hospital.

― Hablas de ella como si fuera mala.

― ¡Es porque es mala! Es una bruja, no me sorprendería que fuera hija del mismo diablo.

― ¿Estás consciente de la estupidez que acabas de decir? Estamos hablando de Amy.

― Por eso mismo Horan.

― Ya, venga, ¡Amy! ¡Únetenos para la foto!

― ¿Con ella? ¿Es posible al menos? Juntar esto―señala su cuerpo―, ¿con eso?―pregunta mirando con asco a Lucy.

new york city; nh.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora